ABC MADRID 11-12-1955 página 33
- EdiciónABC, MADRID
- Página33
- Fecha de publicación11/12/1955
- ID0000508615
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(Continuación. Existen casi dos millones de ellos en el suelo japonés sostenidos íntegramente por mujeres. El 10 por 100 de moradas que hay en el país se sustenta con el sudor y el trabajo de las frágiles cabezas de familia Y esas testas coronadas realizaron una campaña plena de éxitos para reprimir la subida de precios en artículos de consumo tan vitales como el gas y la electricidad. Ellas... En fin, ellas, amigas occidentales, tienen estos datos a su favor para ser tenidos en cuenta por nosotras: La ley electoral fue revisada en aiciembre de 1945 para conceder el sufragio a las mujeres mayores de veinte años. Pocos meses después, el día 10 de abril de 1946, fecha en que se celebran las primeras elecciones generales después de la guerra, para la Cámara de Representantes, las japonesas ejercen, por vez primera, su derecho al voto. Este era el fin de una lucha de varios años. El 67 por 100 de la población femenina japonesa votante acudió a las urnas. Y 39 mujeres fueron elegidas candidatos, llegando a conseguir cerca del 10 por 100 del número total de escaños en la Cámara. En octubre -te. Desfile de maniquíes en una casa de modas de Tokio. ¿Qué ha ocurrido, paralelamente a la mutación política de la japonesa, con su situación civil? En primer lugar, se ha abolido en el Código Civil el antiguo sistema familiar. También se ha obtenido la concesión para la mujer del derecho de propiedad en las mismas condiciones que para el varón. En el campo del trabajo ha aumentado considerablemente, a raíz del final de la guerra, el número de japonesas que se agrupan bajo. el emblema laboral. Los salarios son todavía más bajos que los que disfruta el ihombre. Se debe esto a que el obrero femenino es más joven, en general, que el masculino. Hay más de cuatro millones de japonesas empleadas a sueldo. La tercera parte de ellas se ocupa en las manufacturas. Y todas son chicas jóvenes, pequeñas porcelanas de pies menudos y mirada oriental, que tienen un promedio de veintitrés años, frente a la edad media del trabajador japonés, que es de treinta y dos años. En medio de esta máquina de frialdad estadística hay un lirismo de colorido humano. Las japonesitas suelen matrimoniar jóvenes, y los maridos, en la mayoría de los casos, colocan a las esposas al frente del hogar, haciéndolas desertar automáticamente de sus trabajos remunerados en el campo o en la fábrica. Y unas y otras, las que siguen trabajando en el taller, las que quedan en la casa al cuidado de los hijos y el marido, las que producen en las fábricas todas esas chucherías que nos encantan a las occidentales, todas esas orientales, silenciosas y menudas, están fabricando un mundo nuevo para ellas. No sólo tienen fuerza numérica, sino algo más profundo. Poseen, en común con el Occidente, la experiencia del dolor. Y como han sufrido, se han superado a sí mismas. Y han sido capaces de modificar un Código, de acudir a las urnas, de ser estrellas de cine Para ellas, porque son hermanas nuestras, porque amaron y sufrieron como nosotras, enviemos un recuerdo las mujeres de Occidente. M. P. -O. Joven pintora frente al mar. del mismo año las mujeres tomaron parte en las elecciones de miembros de las Asambleas Locales. Desde la terminación de la guerra la mujer ha ejercido su privilegio del voto seis veces para la Cámara de Representantes (Cámara Baja) tres veces para la de Consejeros (Cámara Alta) y también para las Asambleas Locales. Veamos algo de lo que ocurre con los cargos públicos. Las mujeres han llegado hasta ellos después de años y más años de imposibilidad de alcanzar tales puestos. Hoy son más de cincuenta mil mujeres las que se distribuyen entre miembros de la Junta de Educación, miembros de la Comisión de Educación ¡Social, miembros del Comité Asesor del Servicio de Empleo, etc. etc. NSuohachas japonesas bailando con soldados norteamericanos en una Sala de Fiestas.