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ABC MADRID 11-12-1955 página 15
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ABC MADRID 11-12-1955 página 15

  • EdiciónABC, MADRID
  • Página15
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Fúnebre con su bandera roja en lo alto del moflo, y Túftal, esgrimiendo un ancho puñal que era como un espadón roto del que se habla afilado en punta el cacho restante, -I Fuera de aquí todos, hombres y mujeres I Fuera t Que voy a bailar yo sólo con ella, Se acabó el baile... Todos se replegaban hacia la puerta mirando a la Fúnebre que le dejaba hacer, acobardada ante aquel valiente que se atrevía a ser el nuevo enamorado de ella y que provooaba asi a todos los valientes. -Y tú, ¿cómo no te vas también? -dijo dirigiéndose al rey de la noche en su trono de oro. Todos, ya en el pasillo de salida, volvieron la cabeza para ver qué hacia con el muerto. La Fúnebre se revolvió entonces contra él; ¡Le has arrancado su última gloria 1 La espada en manos de Túbal estaba como galvanizada por la muerte, pálido y blanquinoso el acero. Todos acabaron de irse y se quedaron solos Túbal y lá Fúnebre Mañana ha de ser la boda. -iTe atreves? -Me atrevo. -Hasta mañana- -le dijo después, y le puso en la puerta, La boda se celebró con gran boato. Túbal, imberbe, Jovencísimo, más niño bajo el miedo, apretaba la me. no sobre su espada chata y ñera que cruzaba oblicua sobre su ombligo. Todos hablan sentido la impresión de haber asistido a un funeral más que A una boda y que habla estado el catafalco puesto en mitad de la iglesia. 1 joven heroico habla sido ofrecido a la deidad de la muerte, que sonaba a collares de hueso con macabra alegria de las cuentas coloreadas. Reina de la fiesta una vea más, hacia enmudecer a las muchedumbres, y los niños, que daban vivas en todas las bodas, en aquélla estaban silenciosos. La gente se agrupaba para ver aquella pareja tan desigual, en que él parecía colgarse del brazo opulento que tenia trazas de levantar grandes pesos, Era oomo un náufrago agarrado av una mano amiga que no quería soltar de ningún modo aunque saliese del peligro del mar para caer en el peligro de la sirena salvadora. Miraba desafiador a todos los que le dejaban pasar como a rey del valor y que le desdeñaban con sus sablea corvos. La Fúnebre parecía decir: No oreáis que llevo la esencia de todos los que ae fueron... Estoy llena nada más que de mi misma, -IViva... -gritó alguien, pero se quedó en el principio, como si hubiera dicho algo indiscreto y torpe. Túbal volvió la cabeza con la quijada montada y engatillada como una pistola. -Este es un acto- -dijo un tártaro al oído de otro- -para gritar con entusiasmo un muera entusiasta, que equivalga a los vivas de otras bodas. Los recién casados se dirigían a la nueva casa del novio, un palacete de muy buen ver, del que iban a ahuyentar una orfandad antigua. repone y ae dedica a la gimnástica dsl campo. Se había vuelto un catador sin tregua y salla todos los días de caza, oomo para entrenarse en la lucha con las fieras, en el luchar con la muerte que sospechaba emboscada tras los palaustrea de la selva Silla no le habla descubierto ningún secreto, aunque él habla sospechado desde el primer momento que alguna vee se transparentaría en sus ademanes y palabras Según una práctica antigua, se encerró en su cuarto y mascó madera durante algunas largas tardes, porque, según tradición, aquella masticación ablandaba el corazón de los Implacables, Se sentía debilitado en aquella temible espera de aquello de cuya llegada no iba a darse cuenta, porque, como todos ellos, moriría de repente. Ella presentía los temores, y todo lo hacia con cuidado de darle confianza y de quitarle el miedo, mostrándole con inocencia sus manos almohadilladas como las de una hermosa abadesa. Hasta el vino lo probaba apenas lo escanciaba en su vaso sólo para quitarle aprensión. vn Pasaba Túbal por aquel momento crítico en que la sospecha de su muerte iba a realizarse o podía hacer crisis. Un confidente, un hombre dé cabeza de pera, le partioipó lo que se decía y a quién auguraban como su sucesor y como término de aquel martirio de hombres que suponía la Fúnebre Un tártaro tripudo y bárbaro, de los que aun se dejan sobre los ojos las antiguas greñas, era señalado por todos como sucesor de Túbal cuando ella enviudase. Como ya era cosa, si eso sucedía, de tomar una medida de precaución, los ancianos habían decidido casarla con aquel bárbaro, que era el viudo sobreviviente de siete mujeres. Los ancianos habían decidido que lo único que paralizaría la ferocidad secreta de aquella gran mujer sería su matrimonio con un hombre en condiciones análogas. Eso seria el antidoto y paralizaría el estrago, casar desde que ae le fue la última esposa, por tratarse de aquella mujer excepcional aceptaba el sacrificio. Túbal rió la ocurrencia con risa do cazador y pensó en aquella espera como pro fética, por la que hasta el Consejo de ancianos contaba oon su defunoión. No era cosa de volverse contra él airadamente, porque era lo único que tenía temible autoridad en Tartaria, pero ai iría a retar a aquel mogol viudo de siete mujeres, que esperaba su muerte. Se enteró del barrio en que vivía y se enteró de que estaba en él rincón sucio de los parricidas, en aquel andurrial adonde eran confinados todos loa que habían cometido parricidios. Dio con la casa y le encontró en su jardín sentado en el suelo y comiendo hormigas como loa cacahuetes vivos de la tarde, Como mogol tenia esa costumbre y. según su uso, tostaba las mayores y las demás las dejaba subir directamente a la boca por aquella varita que tenía introducida entre los labios por un extremo, mientras el otro era introducido en el hormiguero, hasta agotarlo. Lo removió por la espalda y le gritó en pleno rostro: -I Asqueroso! El sucio mogol se volvió hada él y le Mascafou era un mogol de baja estofa, aunque rico, que era el único que estaba en condiciones de viudez parecidas a las de la viuda y que aunque su vida era muy tranquila y había decidido no volverse a m 1 pueblo contaba los días de un nuevo sentenciado glugluteante y sediento sobre la fuente mortal de la viuda. 81 Joven Túbal lucia su presencia de ánimo, mostrándose alegre, aunque reservado. En su casa, ancha y voluntariosa, caminaba solo en paseos de hombre que c

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