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ABC MADRID 06-12-1955 página 67
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ABC MADRID 06-12-1955 página 67

  • EdiciónABC, MADRID
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lp DEL HEROÍSMO en el lugar en que se hundió el crucero Baleares fueron arrojadas coronas de flores y de laurel... De los periódicos) la copiosa antología, al estremecedor ejemplario del heroísmo de nuestros marinos de todos los tiempos, pertenece- -y con una significación trascendida a, la categoría de un- puro símbolo- -él sacrificio del Baleares Hace sólo unas semanas, las unidades de la Marina española que participaron en las maniobras del Mediterráneo acudieron al lugar donde fue hundido el Baleares y allí dejaron caer unas coronas de espadero laurel y de flores, como para renovar un prestigio y una aura de perenne lozanía y- vigencia en torno al recuerdo de aquellos marinos Caídos en la fidelísima custodia del honor de la Patria. Ksta ofrenda, como acto final del supuesto táctico desarrollado brillantemente por la Escuadra en el Mare Nostrum, rebasa con largueza el valor episódico de la simple anécdota. No es el tributo fugaz y la protocolaria ceremonia lo que representan esos laureles y flores dedicados a la memoria del Baleares y sus muertos, sino la permanencia en una línea de rigurosa lealtad a los principios de plural dignidad, cuyo excelso decálogo guardaron celosamente, hasta el último aliento, los ochocientos hombres que se hundieron a bordo del crucero inolvidable; En este sentido, el Baleares diecisiete años después de haberse ido al fondo de un mar que, desde entonces, mide con su ancha voz clásica la estrofa de un himno a los herpes, ha podido ser algo así como la musa de esas maniobras. Poderosa y numerosa, ágil y certera en su acomodación al mandato de todas las exigencias tácticas y estratégicas, sencillamente ejemplar en el espíritu de ios hombres, la Escuadra española que maniobró recientemente en aguas del Mediterráneo actuó bajo la inspiración de la sombra gloriosa del Baleares cuya estela, si ha podido desvanecerse en el mar, perdura, en cambio como una luminosa cifra, en el alma de los marinos españoles. Y es que el magisterio de abnegación y hombría de los marinos del Baleares habrá de remontar los siglos, con él mismo olímpico salto con que ha remontado ya las fronteras. Porque fueron las propias lotariones de las destructores ingleses que A allí donde el peligro se mostraba en su expresión más ávida y terrible: el fuego. acudieron a prestar auxilio a los supervivientes del Baleares quienes primero difundieron por el mundo la noticia del insólito heroísmo de aquellos marinos españojes, muchos dé ellos todavía adolescentes, que recibieron a la muerte como a una novia, cantándole un himno dé juventud y de esperanza. Pues sí: los marinos británicos del Kemperflet del Bóreas de los Haches 77, 84 y 47, extendieron, mundo adelante, el relato de aquella desusada entereza, a q u e 11 a templada serenidad, aquella dramática cortesía inaudita con que la dotación de un barco de guerra español se fue al fondo del mar a ceñirse las sienes con las luminosas algas de la inmortalidad. Y el relato causó asombro, admirativo pasmo en todas las Escuelas Navales del universo. Porque fue algo todavía más ejemplar y hermoso que el célebre Caballeros, ha llegado la hora de morir sin prisa del Rey don Sebastián a sus fidalgos portugueses en la desdichada aventura de África. Aquella noche, en el Mediterráneo, se trataba no sólo de morir sin prisa, sino, además, de morir- -lo que era mucho más difícil- -sin histerismos. Morir sin histerismos allí donde las explosiones se eslabonaban en una imponente cadena de fuego, atizado por el ancho pulmón del Mediterráneo, en una madrugada del mes de marzo; allí donde los sucesivos derrumbamientos iban convirtiendo la cubierta en una hisurta jungla de hierros al rojo; allí donde el peligro, de punta a punta, de banda a banda, se mostraba en su ex- 1 presión más ávida y terrible: el fuego. Y, sin embargo, ochocientos hombres- -muchos de ellos casi niños, Señor- -cumplieron el viejo precepto español que manda coronar la vida del hombre de armas con una bella muerte. Es decir, con una caballeresca muerte sin miedo y sin taeha. El que esto firma formaba entre la dotación del Canarias cuando fue hundido el Baleares Al amanecer acudimos a nuestras puestos de babor y estribor de guardia para recibir a los supervivientes. Heridos, ensangrentados, con los rostros sucios de petróleo, extenuados; constituían un retablo conmovedor y- trágico. Al pasar ante la oficialidad, saludaban rígidamente. Y sólo en este instante fugacísimo del saludo a los superiores abandonaban la sonrisa. No hubo ni uri grito, ni un desmelenamiento, ni el más leve asomo de histerismo. E 1 gesto dominante- -sobre el puro y recóndito dolor del drama- -era aquella sonrisa suave, con la que expresaban, tal vez, él patético júbilo de haber sabido ser dignos. -de aquellos camarad s que ya no habrían de sonreír jamás. Manuel MARLASCA t EREZ Fueron las propr, dotaoiones de los destructores ingleses que aoudloron a proitar auxilio a los supervivientes...

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