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ABC MADRID 27-11-1955 página 3
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ABC MADRID 27-11-1955 página 3

  • EdiciónABC, MADRID
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0 h R I O I L UST A D O D E INF O R MA C I O N G E ÑERA L FUNDADO EN 1005 POR DON TOftCUATO LUCA DE TENA ABC D 1 A R I O IL US T RA D O DE INF O R M A CI O N G EN ERA L sus excepciones. Nada impide, en efecto, de una parte, la existencia de un alma sobremanera plástica y receptiva, alerta y sensitiva, ya desde los años juveniles, agraciada además con aptitud genial de novelista; que, por otra parte, desde su inicial asomada a la vida, hasta la iniciación de su juventud, hubo de transitar, a veces, como espectador y otras como víctima, a través de experiencias vitales tan numerosas, diversas, intensas y sustanciales, que en muchos años de vida la mayor parte de los hombres apenas si las han contemplado de fuera o a distancia, y algunos en su conocimiento no van más allá dt vagas e increíbles noticias que les llegan de otro mundo inaceptable, el cual se figuran suprimir con no otra cosa oue negarse a creer en él. Una de esas almas que todavía en su. pureza virginal de simiente recién cuajada hubieron de caer, sin malearse ni mancharse, en la pululante fermentación de los más bajos medios sociales- -la pugna elemental entre el mal, entregado a la libertad del instinto, y el bien, acorralado a la defensiva- desde donde se entrevé, aquí en la tierra, la anticipación del infierno, y se sufre, antes de haber pecado, la purificación del purgatorio, durante años, si breves en el calendario, largos e inacabables al estar medidos instante tras instante por el tic- tac del corazón afligido. Una de esas almas que han contraído prematurarmnte la enfermedad sagrada de la tristeza, y de quienes, cuando así es. se pudo decir, ese muchacho, que todavía no debe saber nada del mundo y de la vida, está tan triste como si ya lo conociera todo Enfermedad espiritual, cuya sola terapéutica y válvula de escape es el efugio de la risa, pues, psicológicamente, la risa, en su mecanismo funcional, es el desahogo imprevisto de un estado de tensión espiritual, como si dijéramos que el tiro ha salido por la culata; ora la carcajada acida, corrosiva, revulsiva o fusiigadora contra el mal, que, aun en su extremidad más cruel o refinada, siempre es ridículo por ser estéril y una frustración en sí mismo; o ya la risa tierna y luminosa hacia el bkn, púdico y tímido, y hacia la desgracia inmerecida, vergonzante- y tácita en su dolor; o bien, por último, la sonrisa ancha, comprensiva, confortadora, frente a los inagotables y pintorescos aspectos individuales de la vanidad, la flaqueza y la tontería humanas. Éstas tres esferas de la comicidad (la carcajada satírica, la risa humorística o románticosentimental y la sonrisa irónica; platónica o cervantina) es insólito y extrañísimo que coincidan simultáneamente en una sola novela, sobre todo si el novelista es joven. Así, pu: s, aquella regla literaria más arriba enunciada puede tener, teóricamente, alguna excepción, según acabamos de exponer, en hipótesis. Pues bien, esta excepción hipotética tuvo su exacta reproducción histórica en Dickens, cuya semblanza biográfica y personal, hasta que muy joven aún escribió sus dos primeras novelas, Pickwick Papers y Oliver Twist me propongo trazar sintéticamente en un artículo próximo. Ramón PÉREZ DE AYALA UEDABAMOS (por cuenta propia, m que decir tiene, dejando a cada cual su propia opinión) en que el género novela aparece tardíamente en las literaturas como una mayor densidad, o mejor, condensación de vida vivida. Corolarios: una gran novela sólo la puede escribir un hombre maduro y muy vivido, si no viejo ya; en el novelista no se da la precocidad de la obra madura (como en el músico o el poeta, v. gr. aunque sí se manifiesta desde primera hora la vocación y la aptitud sobresaliente; en las buenas novelas juveniles se afirman, desde luego, las facultades y el alcance potencial del novelista, pero la materia viva, que en ste caso es vida vivida, no puede por menos de contraerse al volumen exacto de las experieucias personales del autor. El error de partida de las novelas realistas y naturalistas (denominación y escuela en boga hace más de medio siglo en Europa y todavía ahora en America del Norte) consistía en que se consideraba fácil suplantar y sustituir la experiencia esencial de la vida vivida por o con la materia impersonal de una observación dirigida y de una estadística improvisada, El novelista elegía un medio social que le era desconocido; caía por allá con un cuadetnito de notas, y hacía al azar tyias cuantas preguntas e investigaciones insignificawles (sin profunda significación) que apuntaba rápidamente. A poco más de un mes después de esta diligencia sumaria, cátate ya una novela naturalista hecha y derecha, sobre un medio social desconocido. A las susodichas notas se las acostumbraba denominar documentos humanos Y quizá lo fuese, a veces; pero, no vida vivida ni realidad esencial; pues claro está que una gran novela está elaborada con la misma materia de que está hecha la vida, y en este sentido es también una novela realista; mas la suya es realidad quintaesenciada, por ser vida revivida, y no se puede revivir la vida en su extensión sino en su intensidad. En la novela naturalista, casi todo era dato obetivo e impersonal como se decía entonces; es decir, casi todo era adjetivo. Pero para el verdadero novelista hasta lo adjetivo se transforma para el lector en realidad sustantiva. O sea, que el novelista selecciona, destaca y salva del anonimato y homogeneidad infinitos, en que se extiende y multiplica la realidad externa, sólo aquellos hechos, rasgos y apariencias que si bien el observador vulgar los loma como adjetivos, accidentales, indiferentes e indistintos, entre todos los demás, él, el novelista, sabe que son la expresión más directa, definida e inevitable de una sustancia determinada, de una manera de ser exclusiva; ya se trate de una personalidad humana, o ya de una relación entre personalidades humanas, acaso proceso normal, quizá conflicto patético. En las formas inferiores de la vida- -la vida vegetal, pongamos por caso- -esta selección de lo aparente adjetivo que lleva consigo una expresión o detérminismo sustancial no ofrece grandes dificultades, aunque siempre presupone relativa experiencia previa. Como dice el refrán, no hay que pedirle peras al olmo. El ramaje y pergeño de la hoja Q LA REBLA Y LA EXCEPCIÓN DE DICKENS en el peral y el olmo, ¿son adjetivos o son sustanciales? El que por experiencia conoce ramaje y hojas del olmo sabe que no dará peras. La flor y la subsiguiente pera son, en cierto modo, accidentales en la vida del peral. Pero, la pera es la condensación de la sustancia viva del peral. Un peral que no da peras resulta un peral que no es peral, aunque dé sombra y madera, como otro árbol cualquiera. Por eso, definir el peral como un árbol que susurra en el Viento, da sombra en el campo, madera para la talla o la ebanistería y leña para el fuego, equivale a despersonalizarlo, anonimanizarlo, y confundirlo con todos los demás árboles. Estas distinciones, casi perogrullescas, pero no ociosas, repito que no ofrecen dificultad mayor en las formas inferiores de la vida. Pero, cuando se trata de la condensación esencial de la vida humana- -razón de ser de la novela- -eso de seleccionar lo adjetivo aparente y que es, sin embargo, realidad sustancial, exige, aparte de rara aptitud ingénita, una larga agnación de vida vivida. E to mismo ocurre con otras actividades prácticas, ya sean enderezadas hacia fines personales e interesados, o ya hacia fines desinteresados y colectivos, como es el hombre de negocios y f n el gobernante, respectivamente. También éste es ¿i rasgo característico del hombre agraciado innatamente con aptitud científica. La vocación y aptilud se manifiestan temprano, pero la capacidad máxima de seleccionar la realidad sustancial entre lo adjetivo aparente y de eliminar o prescindir de lo sustancial aparente por lo adjetivo sustancial, únicamente se colma y asegura con la edad madura, en fuerza de añas vividos. Las grandes empresas tienen a la cabeza hombres entrados en años, en via e ya de vuelta de muchas audacias, apetitos, quimeras y espejismos con que se dejan alucinar los más jóvenes y ambiciosos. Y Platón sostiene que el- buen gobernante tiene que haber doblado el cabo de los sesenta años. Si, borrado milagrosamente el pasado. Mussoline y Hitler comenzasen ahora su luna de miel con el gobierno, és de suponer que lo harían de otra manera que como lo hicieron. Pero no hay regla sin excepción. Y la regla literaria más arriba enunciada acerca del novelista puede tener teóricamente Reuma Enfriamientos Dolores de cabeza EL REMEDIO DE FAMA MUNDIAl

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