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ABC MADRID 26-11-1955 página 15
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ABC MADRID 26-11-1955 página 15

  • EdiciónABC, MADRID
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Dibujos de Vázauez de Arce L A Embajada de Colombia, siempre atenta a recoger las palpitaciones culturales de nuestro país y a reflejar aquí los acontecimientos más salientes del arte y de la literatura colombianas, ha expuesto en la Sala de la Biblioteca Nacional unos facsímiles de los dibujos conservados de Vázquez de Arce. Este pintor, el más famoso de los artistas barrocos colombianos, que vivió de 1688 a 1711, expresa en estos dibujos lo mejor de su personalidad. Conocemos bien su arte gracias a la biografía de Pizano Restrepo y al reciente álbum con sus, dibujos. De padres oriundos de Andalucía, sü pinturas- -sobre t o d o hasta 1680- -se halla cercana a la de los maestros Sevillanos, que en réplicas de segundones llegaban entonces a América. A partir de esa fecha, Vázquez de Arce se muestra más personal y hasta más influido por el ambiente santafereño, superando la fase puramente colonial. Y en este maestro se repite un fenómeno que con frecuencia se da en los pintores barrocos españoles. Y es el de una evolución hacia tendencias cada vez más clásicas, con formas más reposadas y sólidas. Vázquez- de Arce se forinó en el taller cúlomlbiand de los Figueroa y dé ellos recoge una continuidad tradicional en el tratamiento pictórico del tema religioso, que no lo diferencia de los anónimos pintores contemporáneos que se hallan en la órbita de la pintura andaluza. Pero donde este maestro muestra su auténtica personalidad, es en estos dibujos, que legados a un discípulo y conservados en su familia hasta época reciente, fueron adquiridos por el Gobierno colombiano, exhibidos én su Museo, y hoy magníficamente reproducidos en facsímil, formando con los de Alonso Cano los dos conjuntos déi estampas moas importantes que nos quedan de artistas hispanoamericanos de la época barroca. una vez más vemos aflorar la personalidad de los maestros, más que en sus obras definitivas donde la materia empasta y oscurece a veces los rasgos personales, en los dibujos ágiles y directos, donde la línea tiembla con ios sesgos de la sensibilidad. En estos dibujos del pintor colombiano advertimos una feliz contradicción entre las formas y su interpretación lineal. Vázquez de Arce se nos aparece, én un gran número de estas láminas, como un artista fuertemente influido por Rafael, con su dulce y ensimismada quietud, con la serenidad de unas Vírgenes aniñadas y maternales, con un juego rítmico de las liheacíones, de muy claros y sencillos equilibrios, otro artista del cuál se advierte un influjo decisivo en su obra es de Murillo. La plácida espiritualidad de este pintor, su concepto de la santidad, tan estático y sonriente, la simplicidad de sus aposturas y de sus composiciones, generalmente a base de figuras sueltas, es recogida, acentuando estos caracteres de blandura y de fácil misticismo, por Vázquez de Arce. Pero la personalidad de esté maestro se advierte- omo hemos dicho- -jen ese antagonismo entre su factura y su concepción temática. Y estas formas, tan serenas, qué parecen adscritas más que al barroco al puro Renacimiento, sé encuentran tratadas con una línea inquieta, rota y ondulante, con un ductus nunca persistido SL con unos entintados que se espesan o adelgazan con incesante nerviosidad. Son estos tránsitos, en el grosor de la línea, el único elemento qué modela las superficies y que nos da la impresión del volumen. Pues Vázquez de Arce, con un ahorro de medios técnicos que procurar esa clásica pureza de sus dibujos, suprime el sombreado y todo lo que pueda provocar J a impresión claroscurista. El acento estético en éstas obras! se carga sobre la lineación de los perfiles y de aquellos esenciales trazos interiores que modelen cuerpos y paños. Esta simplicidad puede ser debida- -como dice su biógrafo- ¡Gil de Tovar- -a una técnica habitual en Bogotá de recortar por. sus líneas principales los grabados de santos que llegaban de Europa rellenando las partes vaciadas con ricos paños. En este conjunto hay algunos dibujos de ingenua factura, repitiendo cuadros de Rafael. Pero hay otros- muy vibrantes y personales, en los cuales se advierte que el pintor ha tenido delante modelos vivos. Así algunas cabezas de carácter, que pudieran ser retratos, y, sobre todo, algunas figuras ascéticas, como la de San Pedro el Ermitaño, la de San Juan de Dios y la de San Antonio Abad, de muy patéticas expresiones y de una gran novedad iconográfica. Como muestra más personal de su buen ofidio, preferimos esas notas íntimas con apuntes de escorzos de pies y de manos, que nos revelan su maestría. Los dibujos. aquí expuestos no parecen simplemente bocetos de cuadros, sino obras sustantivas, con las cuáles quería plasmar su interpretación iconográfica o r i g i n a 1 de temas religiosos. José CAMÓN AZNAH.

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