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ABC MADRID 25-11-1955 página 16
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ABC MADRID 25-11-1955 página 16

  • EdiciónABC, MADRID
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UE es el fado y qué significa en la actitud del hombre por tugues? se preguntaba don Miguel de Unarnuno, en. una tarde sollozada de lluvia, frente a la extrema pureza del paisaje de Oporto. Entonces acompañaba al insigne pensador español su amigo, el poeta lusitano Teixeira de Pascoaes, de perfil triste y ojos capaces de traspasar los horizontes de su patria. Pascoaes contestó a Unamuno que el fado era la propia vida de la saudade ¿Qué es, pues, esa tristeza melódica que irrumpe en la fuente que gime, en el atardecer que grita y en la tierra que germina? Porque si esta canción es la propia vida de la saudade, ¿qué actitud adopta el hombre portugués, tan plenamente lleno de sustancia saudosa? Una actitud no se prepara ni se plantea, sino que surge en toda su fuerza sentenciadora, en su plena autenticidad. No es aparición misteriosa ni pasajera bruma. Es una urgente expresión, que en este caso se conoce con el nombre de fado Lo aparentemente trivial tiene en la canción tal fuerza, que es como río impetuoso o como árbol que a los campos ensombrece. Anthero de Quentál, el poeta lusitano, saludaba con su corazón portugués aquellas cantigas mal trabadas, pero con tanta expresión, decía: Como las yermas horas del silencio El ritmo lento del fado es un estremecimiento de la misma conciencia, algo que brota como llama melancólica. Es la propia vida de la saudade que está rasgando el ser de polo a polo y de vena a vena. La saudade puede ser un estado permanente de tristeza o una tristeza buscada de propósito para consolarse en f J t uii J- v ella. La bibliografía de la saudade es extensísima. Mas ahora no nos importa, porque interesa, en cambio, descifrar esa intuición poética de Pascoaes frente al canto popular portugués. Acaso la pregunta de Unamuno entrañase algo de socarrón humor. Sin duda pretendía conocer la respuesta del poeta ante aquella canción de la que en principio gustaba sólo la gente del bronce No obstante, las palabras de Teixeira de Pascoaes socavaban el pro- fundo y cósmico eco de su alta poesía. Adivinaba que el fado estado penetrando como un extraño y furioso viento en la conciencia de Portugal. ¿Era la saudade el melancólico viajero que con profunda sed de luz recorría las dulces florestas del Oeste de Iberia? A la intuición de los poetas le cabe la honra de formular razones de experiencia. Pascoaes intuyó para, que TJnamuno pensase. La saudade nace de la vigorosa intimidad del hombre, y es una peculiar y propia expresión sentimental; melancolía de la tierra que permite el canto gozoso, como en estos versos del propio Pascoaes. Sobre a q u e- l e pinheiro aureolado, de inerte e vegetal melancolía, un passarinho alegro e alvoroeado cantou, cantou durante todo o día. De ahí que el fado no sea solamente expresión abatida, que confine al hombre portugués en una oscura indolencia, sino que constituya la insistencia saudosa de Portugal, cuya fuerza lírica es invulnerable. El fado es una concentración del cántico. Tal y como vibra la voz, se trasluce en una iluminación del ser con estricta peculiaridad portuguesa. Sousa Dias, profesor de literatura, desecha, por absurda, la tesis del origen brasileño y negroide del fado cree totalmente inexactos los antecedentes italianos. El fado no tiene nada de eanzzoneta Su profunda autonomía se transforma en milagro de actitud; actitud de ser y de obrar. Al lenguaje hay que unir un sentimiento musical que ilumina profundamente las pui- ísimas ascendencias de los trovadores portugueses. José Regio, otro gran poeta luso, opina que existen relaciones ciertas del fado con algunas constantes de la poesía culta- -sobre todo con una irresistible voluntad de tragedia; obsesión de fatalidad, de fatum procedencia de la palabra fado La canción, diríase que por ser la vida de la saudade mana de las entrañas inexorables de la tierra que deslumhra y domina Ultima fotografía del poeta lusitano Teixe ra d Pascoaes. Con ét aparecen, a ja izquierda, I profesor de fiiosofia de ia Universidad ae Coimbra, Montezuma d Canaoho, y a la derecha, el poeta Antonio Luis Moita,

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