ABC MADRID 20-11-1955 página 17

III U ILI I á; ífo La Santina de los Picos Por Alfonso dfi Aiconfo S ALIMOS p a r a CoradonEa ú sáe Ifi cludac de d Onis. C a r B Ciudad antigua, d! mlnuU 7 trangulU. eQílflvada exi In rnáa belln parta de Aaturin- Cr Aquf el paisaje ea IdnicOn aü ve. AÍQ contrastes. L a s mln u quedaron lejos. eo U p a n e occidental del Principado. 1 EJDS con sus níBiurain sus peligros y sus prQblemoA Labontlu, Sidra, 1 ech manttqul La. carne, productos a p r I c o l aa. y un magalflco que o- -e 1 queso de Cs- üralea- -que no tlen nada que envldUr al auténtica Roquefort. La primera Corle cSpbÜQla se recuesta. muellemfnte en un pfíjueflo valle, entre el Sella y Pl Ouefla. El prlmefOn un rio aeíior, mJllonarla s lmonero Aqül viene tíxJos los fcüos el Generalísimo a practicar su hobble mfts apasionante: la pesca, Y s í de buena tinta que. en a u t t l c o deportíslB, c u a n d o pica el amuelo un BiH ni- e de dieciocho o veinte kilos, se aferra d la cafla y lo cansa j lo saca él solo, aln admitir tyuda. enIregado por completo a difícil cmtjeño Fuimos allí, a la aalmonFra en un magnlTico día soleado, y en un p o profundo. Junto a unB 5 pcflaa bLuni aa, pudimos ver en IÍÍ aEuas eidfs y traílücldns veinte o treinta de tatos señores del rio. Daba un no sé qué verlos alU. tan cerca, m JesCuQ í y serenoSn t al sol. en! re doa ngUBS, estos magnlflros torpedos aiul o? cijro de loa mil reflejos. ETJI tal el enorme poder, 1 magnetismo quí Irj- adiiibfin. iuí rioí sentimos presos de una rara cmoclún. FUI como si aoire aquella pifia estuviéramos ya con la caña en nui xtra mano nervloia. Y i n l recordar su vaü r- -210 pesttas lleBÚ a pasarse por el kilo de aalmún 1 H i- mporaaft pnsada al ver la fortuna viva fiue nadaba en aquel pcqueflQ e paclo... Bueno, si noreSf ieran los V i s t i dv lA b 4 bitiCB ri CorflrJonqm ilciCs ni vAll FotD RIQÍI. I bUletfS ócl Bs- nco de EspaQa mds bellos que contemplé J mSsf Pero IbTi n hühlnr de Covadon n. Desde oqui apenas haj- doce IcUúmeiros, un breve paseo en automóvil que nos enfrenta a un faiaajc totalmente diferente. Woflotrijfl, canarlrw, Khbf mof rf fnmn hruacn cambios de estos Eulfloíi sorprcndeni s de las del camino, de Ion esguince. Inesperados con que nof ceRsla, in al o teatral, la madre naiumleía Y, sin embargo, cftas peñas de Covadonifa son Únicas, ijeneií el sello de la grandeía. En esCos roquedales prlfcofi se hermanan tan íntimamente la NaturftleEs lírandlosa. lo ao renatural místico y o humano heroico, que uno se atentv pcqucQOr... lian pcque ol Se halla Cuvadonga en lo que parecen unos desTlladerOí Imponentes. Doquiera loi ojoi vayan fie pncuenirau lrenaíío por rjtalJon y enormes que se elevan verticalmente cubierto de píp ej vesptaciún alli donde las ralees encontraron el mk mínimo apoyo. Tras pasar a Ic pies de la cascada que surge bajo la gruEa, e) coche atraviesa un pequeño puehllro de casan Iguales, todos de dos pLaos- -son las casas de lot can nlEos- y nos deja a la puerta de la Colegiata, Es moderna, de ple Ira roja, sin que en su Interior haya nada que llame r atención. Nos pareció desnuda y fría. Bien es verdad que la Santina no está, allf nunca y uno, sSn podí- rio remcdiítr, slentp is Impresión vacia y de. sacOEcdnra de las casaí dcíhaliltadas Quizá su mayor mérito radique cti el lu nr en que se alza; por más de 370 Ufados se da l i Vuelta A au derredor sin encontrar otra cosa que la roca cortada a pico. Lufgo fulmo a vl iltar a la Vlrcen que, pequefilía y guapn, estA en la ruta cara ni vacio. A 3 U 5 pleí unn amplia balconada mbre iB ca- icsdfl y unos r- calcríis de piedra que bajan haxia H e. slanque que, allA A