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ABC MADRID 17-11-1955 página 3
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ABC MADRID 17-11-1955 página 3

  • EdiciónABC, MADRID
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DI. A R I O I L U S T R AD O D E I- NF O R M A C 1O N C E NE R A L FUNDADO EN 1905 POR DON TORCUATO LUCA DE TEN! D 1 A R 1 0 1 L UST R A D O D E INV F 0 i R ívi A C 1 OH C E N E RA L I tuviera q u e s e ñ a l a r un. texto absolutamente éxtempor á neo, quiero decir opuesto a la sensibilidad común de nuestro tiempo, no vacilaría. Adviértase que no se trata de nada absurdo ni siquiera de algo que forzosamente nos parezca mal; si así fuera, la oposición no sería tan radical. El texto a que me refiero puede suscitar nuestro asentimiento personal pero después de ejercer violencia sobre los supuestos en que estamos instalados, es decir, sobre lo que en nuestro mundo es vigente. Nuestra posible adhesión no haría, pues, sino poner de manifiesto lo enormemente lejos que están los hombres de nuestra época, tomados colectivamente, de la actitud que allí se expresa y que, mediante el contraste, nos ayuda a descubrir cuál es la nuestra. Es una página que escribió en Toledo, hace algo más dé cuatrocientos años, el Maestro Alejo de Venegas, en su Agonía del tránsito de la muerte Libro inquietante, de extraña elocuencia, a veces premiosa, de pasión mal oculta entre citas latinas de la Escritura. El Maestro toledano, padre de muchos hijos, de vida azacanada y a tiempos meditabunda, dedicó su libro, con los avisos y consuelos que cerca de ella son provechosos a doña Ana de la Cerda, condesa de Mélito, para consolarla dé la muerte del conde, de su ausencia temporal como dice fina y esperanzadamente Venegas. Y este libro consolador nos puede parecer a ratos de extraña dureza. Sin duda, porque su autor distinguía- entre tener placer en lá razón y pena en la sensualidad por la muerte de los que queremos. ¿Será qué tenernos demasiada sensualidad O qué el Maestro Alejo de Venegas no le daba toda su parte? Era, sin duda, hombre enérgico y esforzado, poco amigo de encarecer los trabajos y quebrantos de éste mundo. Las obras del cristiano- -dice al ahrir su libro- -más son trabajos de nombre que carga de gravedad, porque a la verdad, tomados de voluntad, son muy ligeros de soportar. -Hasta el purgatorio le parece pena liviana cuando se piensa en la gloria; y si se habla sólo de este mundo, aún va más lejos, porqué de los mandamientos, que a algunos se les antojan tan penosos, dice: ellos en sí json trabajos livianos, o por mejor decir golosinas del alma, la cual, pues no puede estar ociosa y de necesidad se ha dé emplear en alguna hacienda, no puede hallar cosa que tan a sabor dé paladar le venga como sofi los mandamientos de Dios Pero, al fin, el. hombre tiene que morir y ha de. prepararse; y para pasar esetrance, la agonía del tránsito de la muerte, tiene que defenderse, ayudado por losv circunstantes, por sus fieles amigoá, de los peligros que en esa hora lo acechan. Y éstos son muchcs y distintos, según la complexión o temperamento del moribundo, según también su nación o su provincia, porque cada país tiene sus riesgos y sus tentaciones, específicas. Y así, por ejemplo, España. Vicio particular y propio de la nación es el vicio de s MORIR CON LOS OJOS ABIERTOS ribundo- -los amigos, no la familia, no la esposa y los hijos que; le. traen dema- la gente nacional o provincial qué no siado a la mente los atractivos de esta comunica con el vicio de las otras na- vida- No sería mal consejo- -dice Ve. cioríes. De aquí se saca que robar, adul- negas- -que los circunstantes le ayudasen. terar y matar, y otros semejantes a con beneficios exteriores; como son atar éstos, no serán vicios de la nación espa- fuertemente con una vendas los. muslos, ñola, porque son comunes con todas las y dende a poco abajar lasataduras a las naciones del mundb. Luego los vicios pantorrillas y fregarle las piernas con sal propios de España, de los cuales tienta y vinagre, y ponerle a las narices ruda; el diablo a los españoles, ni haij de pasar y mostaza molida. Echarle á cucharadas del monte Pirineo adelante ni del Es- por lá boca euforbio trociscado, que tienen los boticarios; e por no dejar retrecho de Gibráltar. medio alguno, trabarán Un lechón de lá ¿Con qué vicios nos tienta el diablo oreja, para que gruña a los oídos del a los españoles? Según el maestro Vene- flemático soñoliento, con otros muchos, gas, con cuatro. El primero es el exceso remedios que los médicos suelen dar para i de los trajes, cuales por exceder extra- despertar del sueño profundo. ordinariamente al caudal ordinario de la Este es el texto. La. sensibilidad hisv; renta o hacienda- engendran ordinariamente trapazas y pleitos El segundo, tórica puede pendular entrevia morfina que en sola España se tiene por des- y el lechón trabado de lá oreja, gruñendo honra el oficio mecánico, por cuya causa implacable a los oídos del moribunda v hay abundancia de holgazanes y malas que se quiere dormir, que se duerme muriendo. A las dos cosas se Mama por mujeres y por ello no sé, represa el muerte, eutanasia. Esto es dinero en nuestra tierra. El tercero nace igual buena Esto y todas las cosas que de las alcurnias de los linajes y a los el hombre. el lechón y la morfina, que Dios ayuntó en una Iglesia- -dice caberi entre Al- leer al Maestro Venegas, toda enérgicamente él M a es t r o toledano- quiere desapriscar el retinte de las haza- nuestra sensibilidad de hombres del siñas de los antepasados El cuarto vi- 1 glo XX se irrita como si nos pusiera ció- -concluye- -es que la gente española en las narices ruda y mostaza molida, ni sabe ni quiere saber y por eso no y nos echara por la boca euforbio trocís- busca consejos, y al que los da en lugar cadó. Y sin embargo... También enten- s de agradecimiento le dicen que mire sus demos i al Maestro Alejo de Venegas, duelos y no se cure de los ajenos, cómo porqué el hombre es histórico. Comprensi fuesen ajenos al pié los, males de la demos el espanto a morirse dormido que cabeza Insolidaridad, inconexión, Es- siente el buen Maestro toledano. El, paña- ya invertebrada. De este vicio miedo a que se nos escape la muerte, sin, -concluye melancólicamente él Maes- s a b e r l o V tro- -nació un refrán castellano, que en La palabra humano tiene una esen- ninguna lengua del mundo se halla, sino cial ambigüedad. El Maestro Venegas en Ja española, en dónde solamente se nos- paréce hoy inhumano es decir, no usa, que dice: Dadme dineros. y no humanitario, falto de piedad, dispuesto consejo. a hostigar al moribundo que se sumerge Pues bien, este Maestro Alejo de Ve- en la dulzura oscura del sueño. Sentirnos negas, al examinar las tentaciones que que el hombre tiene derecho a Acostarse pueden acometer a los hombres en la a morir, a dormirse en la muerte. Dorhora de la muerte, los peligros que los mirse en el Señor suele decirse piadóV; acechan eri el tránsito, se inquieta por sámente. Pero por otra parte, ¿es huí uno que particularmente es amenazador mano, es plena y específicamente humapara los que tienen ternperámeñto flemá- no? El hombre oscila entre acostarse tico. Y esto, que a Venegas le parece el cansado á morir o querer ser dueño de más grande peligro; es que los invada él su muerte Dejarse adormecer en eíiá sueño, un sueño profundo e invencible, y o verla venir, citarla; como a un toro, a él siga la muerte; que se mueran dur- esperarla y ver cómo nos coge; y, al miendo o acaso más exactamente, dormi- mismo tiempo- -la gran paradoja de nuesdos! Recuerdo los titulares del periódico tra esperanza- -verla pasar, contemplarla de Los Angeles en que me enteré de la cumplida, mostrando la grupa, cqmo el muerte de Eiristein: Mr. Science dies toro burlado por la gracia inmarr iblé in His Sleep decía, con inequívoca ter- del, espíritu. nura, el diario californiano: El Sr. CienSí, pero el lechón trabado de la oreja... cia muere durante su sueño. Y el hom- ¿es humano? Unamuno, que se interesó bre de hoy piensa que eso es üná muerte por el Maestro Venegas, que dos veces, buena, una dulce muerte. Y más o menos en distintas épocas de su vida, recordó la desea; la ayuda, tal vez. la provoca con este sueño con ruda y euforbio y un gotas, pastillas, agujas hipodérmicas que lechón qv gruñe al oído, expresó su deslizan, de un modo ó de otro, él sueño anhelo humano, varonil, entero, de ser en el moribundo. V, dueño de su muerte. y dueño también de ¿Y el Maestro Alejo de Venegas? Ah, una paz luminosa. Cuando escribió: él siente una terrible alarma ante ese Logré morir con los ojos abierto! sueño invencible que los médicos llatrian Logré morir bien abiertos los ojos. Jubet; y, si el paciente no lo puede superar, y vencer, para esa están los amigos cristianos que deben rodear al nió Julián MARÍAS

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