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ABC MADRID 11-11-1955 página 23
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Descripción

EVOCACIÓN DE LOS AFRANCESADOS Por MANUEL CENCILLO DE PINEDA El arto del hambre, 1811, en Madrid cuadro de Aparicio. Museo Municipal, Madrid. (Foto Vernacol. G ABO singular en la Historia es el concepto que muchos autores coetáneos y posteriores han formado de unos colaboracionistas tan descarados e impenitentes como fueron los afrancesados que se colocaron resueltamente al lado del usurpador José Bonaparte, como humildes y leales servidores, en contra de la unánime voluntad del país. En vez de execrarlos, los lisonjean y encuentran en su conducta atenuantes que casi los liberan de culpabilidad. Las documentadas obras que se ocupan por extenso de nuestra guerra de la Independencia, narrando con todo detalle los sucesos bélicos, apenas aluden, enjuician o recriminan la actuación de los descarriados españoles que con imperdonable ceguera abrazaron la odiosa causa bonapartlista. No se lee, generalmente, ninguna critica del llamado Gobierno josefino, que tanto entorpecía la acción de los patriotas, ni siquiera se comentan sus disposiciones, que iban directamente contra ellos. Cuando algunos de esos autores menciona a los dirigentes afrancesados, caen en el tópico de calificarlos como los españoles m s sabios y cultos de su tiempo, que obraron con entera lógica en aquellas trágicas circunstancias, l o s hechos, sin embargo, demostraron que fueron obtusos en su visión y que el pueblo español tenia razón al batallar encarnizadamente por su independencia, con plena fe en el triunfo final. Para llegar a ese Juicio favorable, los autores apelan a complicadas deducciones ideológicas y políticas, considerando su posición como una consecuencia indeclina- ble de la teoría del despotismo ilustrado, granados del gremio, patriotas a raíz del detenida en su desarrollo por la muerte alzamiento, luego secuaces del intruso, más de Carlos n i Miguel Artola, en su docu- tarde aduladores de Fernando VH. mentada obra Los afrancesados Madrid, Estas mudanzas de opinión las pretende 1053, dice que desde tiempos de Carlos X X justificar el afrancesado Llórente en su X Coexistía con los anteriores (los absolutis- Memorial a Fernando VII diciendo: Tuve tas) una minoría d élite abierta a to- adhesión al Gobierno oue ahora recibe el das las corrientes ideológicas del Conti- titulo de intruso; V. M. lo reconoció por nente, que en política se inspiraba en Hob- legítimo, yo me adherí a él porque no habes y su Contrato primitivo y en Loc- bía otro en el reino, Después se formó el ke y su teoría de la Revolución legal segundo por sublevación usurpando el junto con los enciclopedistas, sus contem- nombre de V. M. porque sólo asi podía poráneos Tal vez esta misma conside- engañar a los ignorantes pero su verración hizo escribir a Méndez Bejarano en dadero fin era el descubierto con el 1912 que la Historia nos presenta una tiempo. agrupación de honrados ciudadanos, ilusY Azanza y OTarril, los dos ministros tres muchos de ellos y Algunos glorias imperecederas del genio español, que tal joseílnos más ardientes y entusiastas parvez con error siempre con generosa in- tidarios del usurpador, inspiradores dé sus tención, trataron de redimir la patria actos de gobierno, en su desafortunada añadiendo que el afrancesamiento no Memoria, en la que con falsos argumentos significa defección a la causa patriótica pretenden justificar sus conductas, expoa instigación de medros individuales, sino nen cínicamente a Fernando Vil: Tan consecuencia natural de evolución dialéc- penetrados hemos estado siempre de estos sentimientos, que luego que supimos la tica Involuntaria e irremediable llegada de S. M. a territorio español, fuiPrefiero a estas explicaciones tan suti- mos los primeros en dirigir a sus reales les las más contundentes, sin eufemismos, manos la ratificación de nuestro antiguo de Gómez Imaz, en su libro Sevilla en amor y fidelidad a su real personal felici 1808 publicado en 1908. No fueron (los tándonos de tan venturoso suceso, y ofreafrancesados) los más ni los mejores de ciendo a S. M. nuestros servicios, con el las clases ilustradas, fueron los continua- mismo celo y pura intención que S. M. se dores de los que proclamaron el libre exa- había dignado en reconocer siempre en men y se apartaron de la sabia filosofía nosotros. Son los mismos que seis años cristiana para elaborar con sutiles sofis- antes, en noviembre de 1808, habían tramas los sistemas filosóficos, perturbando tado de captar al conde de Floridablanca, con sus filósofos, economistas y enciclope- a la sazón presidente de la Junta Central, distas la sana razón. Fueron unos redodiciéndole, entre otras cosas: Seguimos mados escéptlcos, dignos del odio popular; al rey (al intruso) por obligación, por el pruébalo la conducta tornadiza de los más amor personal que le profesamos y tam Continúan

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