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ABC MADRID 09-11-1955 página 16
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ABC MADRID 09-11-1955 página 16

  • EdiciónABC, MADRID
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EPISTOLARIO INÉDITO ENTRE EL PINTOR VASCO Y SANTIAGO RÜSIÑOL- -fflSTORIA PINTORERA DEL CUADRO CAU- FERRAT O sólo esfuerzo de una vida, la de Santiago Rusiñol, pintor, escritor coleccionista y hombre de varia y fuerte personalidad; lio sólo tampoco Museo, hoy de cosas vivas con su dueño muerto, es el famoso Museo del Cau- Ferrat en Sitges, legado por el maestro a la villa, hoy cosmopolita. Sitges, a España es, por lo menos, lo que Barbizón, retiro y escuela de los preimpresionistas, es a Francia. El Cau- Ferrat asocia con el nombre de Rusiñol el del pintor Ramón Casas, y el de M. Utrillo, mi padre, con otro que por estas fechas se cumple el X aniversario de su muerte... Me refiero al que siempre más cerca estuvo del grupo de Cau- Ferrat Es decir, del genial don Ignacio Zuloaga 1) Hoy, entre las muchas obras de arte que la que fue casa y estudio de don Santiago encierra, los visitantes de todos los climas que llegan al Cau- Ferrat contemplan un cuadro de Zuloaga, El reparto del vino ütc- el rran vosco donó a través de no poca N historia, anécdota y peripecia al autor admirable de La alegría que pasa Repasando cartas de mi archivo- -vino se ha propuesto escribir sus Memorias- y también el manuscrito inédito de mi padre sobre La vida anecdótica de el CauFerrat encuentro detalles que me parecen extremamente curiosos sobre las relaciones de Rusiñol y Zuloaga. La parte que en la obra del pintor vasco Zuloaga- -escribe mi padre- -tiene en el conjunto del Cau- Ferrat es grande, porque también fue grande la influencia ejercida en las obras y en la vida de Santiago Rusiñol. ¿Qué representaba el uno para el otro? para Zuloaga. Rusiñol debía de ser uri hombre extraordinario, dotado de enormes posibilidades, ayudado ademas por ciertos privilegios de orden económico que él no tenía entonces. Los pánicos que el vasco enterizo y bastante simplista sentía por su amigo Rusiñol, entregado con bastante frecuencia a los excesos de la vida, a los paraísos artificiales y a tan- tas otras cosas que escapaban de, la comprensión de Zuloaga. Hay cartas exclusivamente dedicadas a advertirle, con buena y sana voz de vasco fornido, de los peligros en que ve la vida del catalán cosmopolita de honda y peligrosa vida literaria. Una carta suya desde Sevilla (2) lo dice bien claro: Querido RUsifiol: Empezaré ante todo por decirte que no comprendo cómo tienes tan poca voluntad para dejarte dominar por la morfina (siendo como es un veneno tan activo) Eso lo hacen los hombres impotentes, nulos o hastiados de la vida, pero un hombre de tu edad (en la flor) con tu talento, habiendo producido lo que tú has producido, y, sobre todo, teniendo el porvenir por delante como tú tienes, es increíble. Domínate, querido Rusiñol: mira que luego es tarde, y que te lo dice un amigo que te quiere como un hermano. Para Rusiñol- -continúa escribiendo mi padre- Zuloaga era el hombrón gran pintor, sanóte y más joven, siempre fue el querido Bato como le llamaba Rusiñol, el pastor fuerte o bueno de los pastorcitos de la infancia. Sus orígenes eran distintos. Mientras uno, siendo millonario, le gustó de aparentar bohemias, que nunca lo fueron más que en las horas de irse a dormir, el otro venía de familia de artífices. En arte- -dice Zuloaga- -ya sabes cuáles son mis ideales y cuáles mis odios. Soy admirador de los antiguos y mis predilectos son: El Greco, Qoya y Velázquez, y creo que en arte no pueden hacerse cosas nuevas, como se hacen con los automóviles, los fonógrafos, etcétera. c rt te JCuloaqa a autor 4 et articula.

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