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ABC MADRID 02-11-1955 página 31
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ABC MADRID 02-11-1955 página 31

  • EdiciónABC, MADRID
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A K C. MIÉRCOLES 2 UE NOVIEMBRE BE 1955. EDICIÓN DE LA MAÑANA. PAG. 3 i B C en África del Sur Desierto del Karoo. (De nuestro corresponsal. La vida actual en el Karoo, entre los montes del Cabo y el río Oránge, no tiene nada que ver coa las fantasías y las sugerencias más o menos mágicas, por mucho que uno trate de bucear en ellas. Ante todo, cabe preguntar: ¿pero es que hay vida en el desierto? Y para contestar a esta pregunta es preciso poner los puntos sobre las íes. Porque el Karoo es un desierto relativo. Apartándolo de su propia poesía y de su prehistoria submarina, o sea, dejándolo en sus carnes, como diría un. flamenco, es una tierra árida, erizada de matorral y resecada por el sol. Si algún día llegara el agua a estos pagos, se convertiría en un paradisíaco jardín, porque la tierra es de primera clase. Pero hasta entonces... Hasta entonces podrán recorrerse, como hoy, ochenta o cien kilómetros sin tropezar con una casa. De cuando en cuando, un garaje al borde de la siempre recta carretera, junto a alguna instalación del ferrocarril con las consabidas casuchas de nativos y tal cual que no es de nativos. Y, sin embargo, a un lado y a otro de la carretera se extienden continuamente las alambradas que determinan las propiedades. Y muy de tiempo en tiempo, una mancha verde, un grupo de árboles, algunos molinos, un depósito de agua y una casa nos indican que en dicho oasis vive el propietario de la enorme. extensión acotada. Un árbol es tan extraño en estos parajes que se le puede considerar como- un monumento de la naturaleza. Y el poco de agua que se consigue, extrayendo tan preciado líquido de las escasas corrientes subterráneas, sobre las que se posan los molinos como mariposas metálicas libando entre los pardos pétalos de la tierra, un milagro. Ahora, bien: ¿por qué estas extensiones enormes, estos desiertos acotados, estas manchas verdes como oasis o islas en tierra firme y estos pequeños grupos de carneros, alejados, de todo y de todos, con los que nos tropezamos muy de cuando en cuando? Pues porque si el paisaje difiere der cuanto cabe prever, también la vida anda por los cauces de lo no calculado. Estas son tierras de expansión boer, de emigración boer, de guerra boer, de vida boer. Aquellos holandeses calvinistas y aquellos franceses hugonotes, compadres de barba, rifle y Biblia, llegaron aquí como ciudadanos libres. Ellos no gustaban de poner puertas al campo y amaban las anchas soledades, la vida aislada de los viejos patriarcas, con rebaños, esclavos y propiedad suficiente para no tener que ver el humo del hogar de su vecino. Cuando las invasiones inglesas, que limitaban el sentido. de la propiedad, se diseminaron por estos campos áridos, camino del Transvaal y el Orange. Y. cuando el presidente Kruger alineó, 80.000 hombres contra los ingleses, por estos campos anduvieron hacia atrás y hacia adelante, -hasta conocer la derrota. Y, como es natural, mucho queda de aquel entonces. Aquel entonces era un tiempo bravo. Los boers tenían la costumbre de que, para medir el terreno del que podía disponer un hombre, la mejor manera consistía en concederle lo que fuera capaz. de recorrer a caballo desde el amanecer hasta la puesta del sol. Impresiona pensar en las galopadas que llevaron a cabo aquellos ca- PARA IMPEDIR LOS- ATAQUE! Nueva Orleáns i. En un artículo presentado en las sesiones científicas de la Aso 1 ciación Cardíaca Norteamericana, por los doctores Robert Siekert y Clark Millikan, se dice que es posible que las d t o g a s anticoagulantes resulten útiles, para impedir cierto tipo de ataques, pero sólo en individuos que presenten ciertas señales que sugieran que se está formando un coágulo ¿trombo que puede llegar a obstruir una arteria cerebral importante Las drogas anticoagulantes han sido usadas con frecuencia en el tratamiento de los ataques cardíacos, después de que un trombo o coágulo hubiera obstruido una arteria de las que alimentan, el músculo cardiaco o miocardio (arterias coronarias) El grupo de la clínica Mayo recalca que los anticoagulantes no sirven engodos los estados que predisponen a los ataques, pero los dos médicos los han usado en 53 pacientes cuidadosamente seleccionados y consideran alentadores los resultados. -Efe Washington 1. La Administración de Ex Combatientes ha anunciado que una nueva y sencilla bomba de oxígeno destinada a la, cirugía del corazón está a punto de poder ser utilizada en los seres humanos. í Es invención del doctor Frank Gol ian y es lo suficientemente pequeña para poder ser transportada en un automóvil y manejada por una sola persona. Su coste de fabricación es de unos 250 dólares. La Administración de Ex Combatientes dice que la bomba- oxigenadora ha sido utilizada con éxito en más de 500 operaciones del corazón en animales. Su empleo en los seres humanos se considera ahora inminente dice la Administración, -Efe. Desde hace unas semanas yace en escombros, en la calle del Príncipe Regente, de Munich, el que fue lindo y coquetón palacete de la baronesa de Rosénthal y condesa de Landsfeld. La desaparecida residencia de 1 a. baronesa y qondesa, trae a la memoria de los enterados la historia, que no leyenda ni cuento, de aquella Lola Montes, tipo perrecto de aventurera, que pasó como un huracán por las Cortes europeas de su tiempo, despertando pasiones y provocando conflictos que la hicieron famosa. Lola Montes era un seudónimo, o tal vea el apellido pertenecía a su madre, prima, según algunos autores, del célebre torero Francisco Montes Paquiro María Dolores Gilbert, que tal era el nombre de la muchacha, había nacido en Sevilla en 1820. Fue su padre un capitán escocés que se llevó a Londres a su hija, cuando ésta acababa de cumplir catorce años. La. primera hazaña de Lola, nuncio de lo mucho que prometía, fue hacerse raptar por un amigo de su progenitor, el capitán Kaye, con quien marchó a la India. Tenía entonces diecisiete años. Tres más tarde aparece en París divorciada de Kaye y figurando corno bailarina española ya con el seudónimo que ostentó hasta que le fueron otorgados títulos nobiliarios. Hay un retrato suyo de esta época, debido al pincel de un artista desconocido que, aunque. mediocre como pintura, reproduce con indudable realismo la vera efigie de Lola. Se halla vestida de amazona y está en pie con una fusta en la mano. Es, se; gún el: retrato, una mujer de regular estatura, trigueña, de pelo- color de bronce y ojos un poco oblicuos, alegres y muy claros. Las facciones son correctas y la boca más bien grande, de perfecto dibujo, insinúa un rictus entre altivo y burlón. Debió ser una belleza original y de gran sex appeaFV Se sabe que Lola recorrió en el espacio de tres años, Dresde, Berlín. Var sovia y Petersbtjrgo, y q. ue regresó a París en 1844. En esta ciudad se hizo notar en seguida por su elegancia y desfachatez. Lo mismo paseaba por los Campos Elíseos en una carretela forrada de blanco sobre la que destacaba su cuerpo, apenas envuelto en transparente túnica negra, que aparecía en un paleó de la Opera con las viscosas galas de una princesa oriental. Amiga del barón de Rothschild, lo. era con mucho mayor entusiasmo del di- rector del diario La Presse Jules Du. iarriez, quien a causa de las fantasías de la bella tuvo que batirse con el diputado Beauvellon, hombre de gran influencia en la política y los negocios. El duelo fue a pistola y en él murió Dujarriez. Lola Montes, tras el dramático suceso, hubo de abandonar París refugiándose en Munich, capital de Bayiera, d o n d e su viejo admirador Luis I la brindó una protección nunca desmentida, pues poco antes de su abdicación, en 1848, la hizo el rey entre otros regalos, el del palacio que ahora han derruido y elde los títulos de ba- ronesa de Rosenthel y c o n d e s a de Landsfeld. La tempestad deshecha que era aquella mujer, ya célebre en toda Europa, fue a desencadenarse dos años, más tarde sobre las Islas Británicas. Londres la recibió con ceño duro, lo que no impidió que Lola se casase, por sorpresa, con el caballero Jorge Wedding, millonario y de la mejor sociedad londinense. ¡Aquello era demasiado! A los honorables jueces de la Corte de Justicia se les erizaron las pehicas. Coléricos, acusaron a Lola- del delito de bigamia y decretaron su captura, lo cual no pudo realizarse porque la hermosa p. erseguida, dejando a Wedding sumido en la desesperación y preso por orden de la Reina, desapareció de Inglaterra... Por esta época se pierde por completó la pista de Lola Montes. El eclipse dura hasta 1856, en que Lola aparece muy lejos, en San Francisco de California, casada con el escritor G- sorge Hull. Al morir éste en el terremoto de 1858 quedó su viuda en posesión de una fortuna considerable. Es entonces cuando comienza para la condesa de Landsfeld, título que usaba habitualrnente, una etapa poco duradera de escritora y conferenciante. Sus conferencias, en las que relataba las andanzas de su vida extraordinaria, atraían grandes auditorios en todas las ciudades de los Estados Unidos. El fin de Lola Montes fue rápido, e inesperado. Un. día de febrero de 1862 la encontraron sus criados tendida en el suelo de su gabinete, en su casa de Nueva York, Había muerto víctima de un ataque cardíaco. Ahora, en el melancólico solar donde estuvo el palacio de tan feella, inteligente y pintoresca mujer, se alzará un gran edificio con un centenar de departamentos para oficinas. Lo utilitario derrota, una vez más, a lo romántico y evocador.

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