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ABC MADRID 08-10-1955 página 19
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ABC MADRID 08-10-1955 página 19

  • EdiciónABC, MADRID
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UR ILLO (MAS ACLARACIONES) INGUNA de las tesis con las que cia de Alfonso sobre a. indignación de los defendíamos en nuestro artículo so- franciscanos- -y del Cabildo- -el contembre Murillo la modernidad de este plar los trazos desunidos y los borrones pintor, la precocidad de su técnica y su de la Inmaculada de los franciscanos de desconcertante evolución, han sido recti- Sevilla, vista de cerca, y su contentamienficadas en las supuestas aclaraciones del to y feliz efecto óptico, visto bajo la cúseñor Montoto. En nuestra campaña por pula de la iglesia, negando su veracidad reivindicar para Murillo no la gloria que por la cultura artística de frailes y caha nimbado siempre su nombre, sino la pitulares. Pacheco- -cuya formación y culestimación actual de su pintura y aun su tura artística eran bien refinadas- -se esfrecuencia calidad de adelantado en el arte eu- candaliza con los crueles en su libro de la Pintura de borrones y de ropeo del siglo 2 GVXI, nos parece extraña la manera suelta y desenfadada, con traesa irritada autopsia realizada por un zos exentos de algunos pintores, entre ellos erudito sevillano de un artículo- -escrito, el Greco. Todavía Torre Farfán, hablando por otra parte, en mi retiro veraniego de del cretense, dice, años después, que su Asturias y sin libros de consulta- -en el pintura de cerca es nada. En la cronoloque sólo quería comentar esas calidades gía de los medios puntos, su colocación impresionistas que hacen de su pintura en la iglesia de Santa María la Blanca, la más afin de todo el barroco a la téc- ya en 1665 no es un descubrimiento reanica de nuestros días. Y veamos ahora a lizado por el señor Montoto, según parequé quedan reducidas las supuestas rec- ce deducirse de la lectura de su artículo, tificaciones del señor Montoto, tan enfá- sino que fue publicada por don Fernanticamente expuestas y que no rozan nin- do de la Torre Partan en su Relación de guno de los puntos fundamentales de mi la fiesta que se celebró en la iglesia parroQUlal de Santa María la Blanca como crónica. Nuestra afirmación de que el juicio so- el mismo señor Montoto recoge en su libro. Pero ese cambio de fechas en nada bre la desvalorización actual de Murillo rectifica nuestra interpretación de la nueso repite desde el siglo pasado, la con- va manera de Murillo que aparece ya firman las tres Historias de la Pintura consolidada en 1655. En nuestro articulo Española de más entidad y posteriores al insistíamos en la trascendencia de la plnlibro del señor Montoto: la de Mayer, la de Lafuente y la de Lesaigne, en las que se vuelve a consignar ese desvío. Ello es justísimo, y a colocar a Murillo en el trono de la estimación estética de nuestros contemporáneos tienden nuestros artículos. En cuanto a que desde pean Bermúdez no ha variado en lo esencial el panorama de su vida y de su arte tenemos que mantenerlo, a pesar de los eruditos estudios del señor Montoto, que no aport a n cambios fundamentales para la estimación global de la obra del gran artista. Pero ello es una opinión personal que no excluye la convicción del señor Montoto en la trascendencia de su l i b r o En nuestro articulo no negábamos la existencia de las tres maneras de Murillo propuestas, con denominación feliz, por Ceán Bermúdez, como estilo frió, estilo cálido y estilo vaporoso, sino que señalábamos la dificultad de alinearlas cronológicamente, pues coinciden a veces no dentro de una misma época, sino dentro de un mismo cuadro Apreciación que puede rastrearse ya en estudios sobre Murillo de hace cerca de un siglo. Sin que suponga una oposición, a nuestro juicio lo que afirma Montoto de su disentimiento de Ceán, al negar que en el primero de los llamados estilos de Murillo éste estuviera influido por Velázquez, Van Dyck y el Españólete No comprendemos lo que ha querido rectificar con esta opinión tan obvia. Continúa el señor Montoto en su artículo- -y aqui repite una gran ligereza de su Inrnueülacu de Murlilo, llamad dé Boult, otiya factura estable h n libro- -comentando la referen- e n, otfn todo fundamentó, eO 467 Í oUintba le V Muro. del cu Ira con oW riel- ei nt (fleá. (Pói N celada abierta e impresionista de Murillo, con cuya técnica había pintado los San Leandro y San Isidoro, de la Catedral, y la fragante Natividad de la Virgen, del Museo del Xouvre, cuyo impresionismo tan desenvuelto ha hecho dudar a algún crítico de su cronología. Y esa fecha tan capital en la evolución estilística de Murillo, no ha podido ser rectificada. Con esa técnica sigue pintando después y aun extremando su abocetamiento en cuadros como los medios puntos famosos. Pero esta pincelada es compatible con otra más cerrada y plástica que, a veces, se da en épocas posteriores. Y así ocurre en los lienzos pintados para los Capuchinos de Sevilla. Cierto que no se pintaron en 1676, como era afirmación corriente hasta 1908, Pero tampoco pueden adscribirse al comienzo de esta obra, en los últimos meses de 1665 como dice el señor Montoto. Según el opúsculo de fray A. de Valencia, Murillo estuvo alojado en el convento de los Capuchinos en ese año, y en el de 1666, pintando el retablo del altar mayor. Al cesar de guardián el padre Francisco de Jerez, se interrumpió la labor de Mu rillo, que se reanudó bajo otro guardián, el padre Antonio de Hondarroa, hechura del padre Jerez- -que había sido nombrado definidor de la Orden- y con la intervención del hermano lego fray Andrés de Sevilla, amigo del pintor, y de acaudalada familia hispalense. Pues bien, Murillo volvió al convento a pintar, y allí estaba en 1669. En las obras pintadas entonces hay, como hacíamos constar en nuestro articulo, una retracción respecto a los impresionismos anteriores- -sobre todo al de la década 1655- 1665- con unas formas más secas y un color más sombreado y unido. Esa contradicción estilística es la misma que encontramos entre las obras ya aludidas de 1655 y el San Antonio de la Catedral de Sevilla, colocado, donde está, un año después. Y respecto a la fecha de la Inmaculada de Soult, aunque no se pintara para los Venerables sacerdotes, t e n e m o s que mantener la de 1678. Es ésta la que dan cuantos se han ocupado de este cuadro con solvencia científica. Así M a y e r Lafond, Knackfuss, Abbad, las guias y catálogo del Louvre y el catálogo, siempre tan concienzudo, del Museo del Prado, en su última edición. No ha pasado la crítica del señor Montoto del ámbito de las fechas. Ello es explicable, porque en su libro no hay ninguna preocupación por la estética ni por la evolución pictórica de Murillo. Acierta en este aspecto cuando sigue a Ceán. Cuando se desvia, dice errores tan garrafales como el de que Pedro de Campaña influyó en toda la producción de Murillo Y para final, queremos mitigar el asombro del lector ante esa critica tan insistida, haciendo constar que el libro tantas veces citado, debido a un escritor sevillano, cuyo nombre no cito por no herir su modestia es de un autor que lleva el mismo nombre que el ünnante del ar ticulo. José CAMÓN AZNAR

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