ABC MADRID 11-09-1955 página 27

i í usa tenacillas caseras, resisten el manoteó de los bañjstas. Grecia amó también la fragilidad de los cuerpos Junto al mar latino, la gracia fresca de la ninfa repetida en las aguas, hechas calcomanías. Una dama humorista sé presenta en la playa vestida con traje de baño del novecientos. Contrasta su figura simpática, arcaica, cora los. bikinis breves de uñas muchachas en flor, a cuya sombra se tiende la juventud rendida. Ante la estampa deliciosa, Conchita Plquér abre sus ojos inmensos y. por un momento, el sol se muere dé envidia. Queda la siesta, hasta el atardecer, cuando el baño último sienta a caricia. La noche, en el Club Marítimo se hace lenta, solemne. Suena ¿ain blues melancólico, que las parejas riman. Se oye un chocar de vasos que transparentan el whisky y la voz d un flamenco que rer 1 ama la manzanilla. Me pongo a hablar dú torerías con don Marcelino Cano hasT. I que llega el millonario Morgan, lnvilandcma a rapé. Como dos cortesanos del l í o XVIH, tomamos el polvo delicioso t ií una cajlta de plata. En Fortnentor todo p lede suceder, como en Granada. Al apagarse las luces últimas, la noche w hace más profunda. Palpamos las enítételas del silencio rumoroso y los guiños d) un faro enseñan la ¡desnudez de la hora. Vuelve a escucharse el cantal mañanero, t i pinar de Poi- mentor despierta al escucharlo. La cigarra que me recibió cortés r- ítona su himno triunfal a la vida. PorM e así es toda nuestra existencia: un U c mto de esperanza que perfuma intenmente su- brevedad dolorosa. Aingel ZtJJíIGA t é CIGARRA DEfQRMENTOR L pinar de Pormentor me recibe con su coro antiguo de cigarras. La bahía inmensa descansa, a la medianoche, con aquella canción de cuna. Se mira la luna, coqueta, poniéndose blanca con la nube vecina que lé sirve de borla. Si Pierrot la, viera ahora, enloquecería. El mar salta a la. comba en cuanto llega a la playa, y una sirena perdida aprovecha la hora, chapuzándose en el agua, con nocturnidad y alevosía. La misma cigarra que me dijo adiós la última vez me da ahora la bienvenida. lia belleza del lugar permanece intacta. Canta mi cigarra en su ptoo la canción del veranó. Me da tanta alegría reconocerla, que siento compasión hacia las hormigas. Ellas se conforman con la brizna avara; el pinar entero es de la cigarra, como también lo es el aire, la luz, el sol que ilumina la isla. La vida es así: un instante fugitivo, la imagen qué tiembla de gozo, un segundo, en el fortdo de la e tina. La mañana es ardiente luminosa. Llegan autocares de turistas, armatostes babélicos, confusión espantosa de lenguas y colores. Se produce una invasión pequeña, tomando las playas en lucha febrij, cuerpo a cuerpo. Sólo el mar calma 1 frenes! de las gentes. l as olas mansas, la ondulación. breve de un mar que todavía E Si faro de Focmentor y una pintoresca vista de la costa, tomada d- sde el mismo. (Foto marqués de Santa María del Villar.