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ABC MADRID 26-08-1955 página 5
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ABC MADRID 26-08-1955 página 5

  • EdiciónABC, MADRID
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SISIS SiM B C IUDAD del Cabo, (De nuestro co (responsal. La ibella mulata cajo de rodillas con los brasos en cruz y el gesto borroso: -Perdón, master, perdón, Aprovechando mi salida nocturna, se había tumbado junto a la suave- música de la radio bebiéndose en tan dulce situación un pai de botellas de vino espaffol. qué yo miraba como un tesoro. -Va, master, lo siento inflnitarnenCe. Pero no toda la culpa es unía. Poraue un espíritu mágico de los negros me obligó a beber. 7o lo sentí aquí, detrás de ios ojos. Yo me quedé entre sorprendido e indignado per lo que consideraba una inesperada tomadura de pelo. Porque la mestiza en cuestión ¡habla y escribe en dos idiomas, es cocinera de rango y toda su conducta se adapta a las normas civilizadas y europeas. Pero no expresé ninguno de estos tío sentimientos, porque es inútil hacerlo Centra mentalidades que se forjan en miles de años por caminos tan distintos de los de uno; ¡Comentando al día siguiente el episodio con; un amigo sudafricano, me dijo: -En el fondo, todos creen n esas cosas. Las brujerías, los encantamientos y los doctores mágicos están a la orden del día. Los negros adauieren fácilmente una apariencia civilizada, pero, como le digo, en el fondo responden a un sentido bárbaro, supersticioso y cruel. ¿U ted recuerda a Williams, mi criado? Pues lo eché cuando supe que era un wbich doctor Y parecía un gentleman ¿eh? Todo eso es más Importante de lo que parece. Mi amigo tiene razón. Porque nunca como ahora se han dado tantos casos de crímenes rituales, y hechicerías negras. Los periódicos vienen llenos de estos casos, que justifican la mayor ¡dureza, ¿Y qué es la magia negra? No caiften en los límites de una crónica más que áJU guno perfiles de sus expresiones y. álgu- nos matices de sus consecuencias. Sólo diré que lo que el turista: medio conoce acerca de las danzas y los ritos obscenos que los negros han perpetuado en Cuba o Brasil sólo son un vago reflejo humanizado del hecho en sus dimensiones africanas, Ei Vudii o los ñañigos rio se átre- verían a usar de la sangre humana sin una conciencia previa de ley infringida y del castigo consiguiente. Por eso, 1 su culto a las deidades totérotcas está contaminado de civilización e inician sus trances y supersticiones a base de simulacros o recuerdos legendarios. Pero en África, en el África negra es distinto. África es el punto de origen, el paraíso, perdido de todas estas cosas; y en las desoladas tierras del Tránsvaal y dé Basutoland o en el valle de las Mil Montañas, el negro esitá j unto a. su tradición y relativamente a cubierto de la, férula europea! Sntre otras razones, porque es muy difícil que hasta allí lleguen de una manera continua y regular su Policía, su fuerza o su influencia. En cuanto la civilización comienza a estar lejana, cada tribu tiene su doctor mágico, cuya presencia es un factor de primer orden en la comunidad. Para hablar de sus funciones y atribuciones, es preciso que nuestra mentalidad de europeos haga un esfuerzo ¡para que nos remonte al tiempo en que lo espiritual y lo físico, lo religidso y lo clínico, andaban, juntos, y comprender después que ello no constituye ua recuerdo histórico, sino una supervivencia. En efecto; estos doctores determinan cuándo las señales son propicias para cambiar de terreno, lo cual exige el sacrificio de una víctima humana, y quién debe asumir el papel de tal victima. 1 señala a quienes llevan en su alma al espíritu del bien o- dei mal y decide su muerte: y aun la clase de muerte. Muertes que tienen lugar en medio de danzas orgiásticas, con son de tambores y Aullidos inhumanos. Bien sé que todo esto parece el eco cíe algunas novelas. Desgraciadamente, las novelas ds aventuras aciertan en cuanto a la realidad de estos casos. Es cierto todo el herrer de las mujeres despellejadas vivas en estado hipnótico junto a la hoguera: es cierto que en estas fiestas los hechiceros dicen que huelen a los portadores del Bien y del Mal, a los Brujos y a los Héroes; es cierto que en las danzas rituales, que duran días y noches, todo se lleva en secreto absoluto, pues la cooperación con la Policía blanca trae como consecuencia la muerte del delator jan hierbas desconocidas en nuestra farmacopea. Ellos tienen él maime una droga capaz de abatir la voluntad igual que el (hipnotismo. Y el udakwa que actúa como anestésico. ¡Pero, aparte de esto, en sus pócimas y medicinas utilizan también partes humanas. Son usado con- tinuamente ara los ittrebajes que inmunizan 1 contra los enemigos o proporcionan la riqueza, el, poder y el amor de las mujeres. De ellos dependen las orgias en que celebra la íñuerte de las brujas. ¿Qué es el poder de ios reyezuelos o caciques frente a estos hechiceros cuya presencia se observa en el antecedente de muchas civilizaciones? ¿Hasta qué punto pueden los blancos corregir estas mentalidades tan alejadas? Ya digo que, a iveces, prenden a los culpables y sus crímenes aparecen con todo detalle en los periódicos. La costumbre de no enterrar los restos por entender que trae mala suerte, los delata mueha veces. Y, en otros casos, la aplicación de algunos miembros puede ser pista clarísima. ¿Podrá la cultura blanca con todas estas cosas? Evidentemente, sí. Pero con tlemoo por delante. Porque para destruir una fe, por estúpida que sea, hace falta un magisterio ejemplar. Y los europeos lo ejercemos muy deficientemente. ¡Por otra parte, hay algunos blancos que, desahuciados por la medicina, acuden a los which doctor en la creencia de que otros 1. i Y sini. etotoar oi; por imposiblen que ¡pa t rezca. toda esta barbarie constituye unai actitud progresivá en eiertój modo. El doc tpr mágico, coma ya hemos indicadoJ es ei enemigo dé tos brujas. 1 T las brujas, a; J las que en los grabados se representa ca üafeamío ¿sobre uji fóaibcoíí existen cónj actividades demoníacas y ¡terribles. ein- ¡cluso con una indudable relación con las! clásicas brujas i medievales. 1 Los buhos. los reptile si y; los. nlachos eáípritas; son sus! símbolos preferidos y sus armas usuales. El Mal es su pasión. Y el doctor mágico! las huele, y las Bfiata. Porque su mentalidad, que se mueve en tinieblas bárbaras y prehistóricas; tiende a áigo que yagameríte pudiéramos comparar con el Bien. Su criminalidad es evidente, pero inconsciente, y sólo la influencia blanca podrá salvarle de un retraso moral de miles de anos, r ¡i Porque estos i ductores, qiié promueven en sus pacientes una fe definitiva, mane- tarobíén se cifraron í o r jprocedimlenots j j; dd Tal vez por ello aumenta de día en dia el isang- oma o medicina mágica de los negros. Y tal vez también poi- que frente a los grandes njovímientos sociales o guerreros, las prácticas mágicas aumentan. Ya conté en cierta ocasión cómo el co. tnienzo del; Mau; DMau. en Kíenya, dé- ins- píraclón claramente comunista, comenzó con la puesta en ipráctica de ciertos, ritos igualmente jjruéles y bíwbaí s 4 Por todol elloi por esta plenamente oohvehcidó de ue era líiatil explicar a mi criada mulata que el espMtu negro que había; sentido t r a s d e ite píos era senci Ualneilité al 4oii ólisntj 3, cosa; ya determínal a hasta en las estadísticas del mundo elviltóádo, raté limité a decirle: r- j? ien, iWten. Mira. ver si ha queda- jdo úiia copa; para antes áe enár j

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