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ABC MADRID 21-08-1955 página 22
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ABC MADRID 21-08-1955 página 22

  • EdiciónABC, MADRID
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HORA que se ha cumplido el CCCXXXDC aniversario de la muerte de Cervantes; ahora, que con ocasión de la pasada Feria del Libro un eruditísimo colaborador de Prensa Española ha tenido la feliz idea de mencionar en A B C las numerosísimas ediciones del Quijote publicadas en los más diversos países, quiero recordar que en 1916, al cumplirse el tercer centenario de la muerte de Cervantes, me honró el Ateneo sevillano invitándome a pronunciar el discurso conmemorativo de aquella fecha gloriosa en la historia de la Humanidad, gloriosísima para España, que por tantos títulos ocupa el lugar más excelso en la Historia Universal; sí, el lugar más excelso- -exceptuada la. Tierra Santa no sólo porque a la gran Madre nuestra le fue dado cumplir la mayor empresa humana en el descubrimiento de América, sino porque la cumbre suprema de la espiritualidad, la que acerca más al hombre a Dios, es la creación estética, y a esa cumbre subieron más alto que los hijos de ningún país los de la augusta España; los que sobre descubrir más tierras y mares ignotos evangelizaron y educaron a mayor número de pueblos y crearon eternos mitos de Arte, que se suceden en perpetuos avatares. Nadie ignora que en el prólogo a su gran libro declaró su inmortal autor que Don Quijote se engendró en una cárcel, donde toda incomodidad tiene su asiento y donde todo triste ruido hace su habitación y puesto que esta cárcel no pudo ser, como inf undadisimamente se supuso, la de Argamasóla de Alba, donde ni hay memoria de que Cervantes estuviese nunca, y ni siquiera había cárcel en aquel tiempo; y puesto que Cervantes estuvo dos veces preso en la cárcel Real de Sevilla, la una en 1597 y la otra en 1602, claro es, y cada vez aparece más evidente, que a la cárcel de Sevilla se refiere la declaración del prólogo, que viene a ser como la fe de nacimiento de Don Quijote y hasta el encarecimiento de la incomodidad y del ruido parece caracterización de aquella prisión famosa, que Santa Teresa comparó con el Infierno (1) A boca de la calle de la Sierpe descollando sobre el enano caserío y coronada por las estatuas de las Virtudes Cardinales, entre las que culminaba la de la Justicia con M, espada desnuda en la diestra y la equilibrada balanza en la siniestra, alzábase la Cárcel Real, edificio noble e imponente al exterior, que en su plam y economía, con sus dependencias de filiación y administración judiciales, penitenciarias, sanitarias, religiosas y de trabajo, contenía el esbozo de un buen sistema penitenciario, que el mal gobierno y la pé- A Retrato de Cervantes, poco conocido. una cárcel, y lo afirmado por la Historia y por la Crítica es que aquella cárcel fue la de Sevilla. ¡Pero, aunque el Quijote y no sólo el Quijote toda la magna obra de Cervantes, su novela realista, gl mayor monumento literario del Renacimiento, fue producto del consorcio del alma y de la vida de Cervantes con el alma, la vida, el ambiente, la luz y el habla de nuestra tierra andaluza, en los días más prósperos y opulentos de su historia. Imponta decir que aunque Don Quijote no hubiera sido engendrado y escrita su primera parte en la cárcel de Sevilla, lo indiscutible, lo demostrado por Pérez Pastor, Asensio y Toledo y sobre todos por Rodríguez Marín, es su oriundez andaluza, cordobesa, y sus largas estancias en esta región, patria de la Poesía y engendradora de poetas desde la Edad de Plata del Imperio Romano. De lugar en lugar, de vereda en atajo, de camino era mesón, ejerciendo el impopular oficio de la saca del trigo y del aceite para el aprovisionamiento de la Rea! Armada; habiéndoselas con trajinantes, arrieros corchetes y alguaciles; padeciendo insultos y encarcelamientos, asi se íormó en la adversidad y se enriqueció de valiosas experiencias el primer escritor del mundo. Sin ese borde de abismo, en esa rompiente de su fantasía creadora, contra el recio cantil de la inconmovible realidad, vivió Cervantes los quince años que precedieron a la publicación del Quijote En aquel chocar de la malicia y sordidez villana con el ensoñador espíritu del padre de la Novela, estaba ya en germen el Quijote Todo indica que cuando planeaba Cervantes la gran figura de Don Quijote tanto por imposición de la parodia andaatesca, que ordenaba para cada Lope de Rueda. Juan de 1 Cueva. sima, administración, que no era sino complicidad de carceleros y encarcelados, convertían en escuelas prácticas de cohechos, vicios y depravaciones. Como que allí todo se compraba y se vendía, desde la conciencia del alcaide, que alquilaba a los reclusos adinerados sus propias habitaciones; y las de los porteros, que cotizaban aún la respiración de los penados y las entradas y salidas de sus daifas y compinches, y hasta la bazofia y el vinazo de los bodegones, junto a las tablas del juega; y el silencio que encubría las puñaladas en que acababan las reyertas por el juego. En aquel spoliariun moral, en aquellas revueltas zahúrdas de Plutón, donde adquirió Mateo Alemán su gran dominio de la vida rufianesca, acaso mientras Alemán escribía allí su San Antonio de Padua Cervantes, en una de sus prisiones en 1580, o en 1602. creaba dentro de los mismos muros su Quijote Lo indudable, lo declarado por su propio autor, fue que el Quijote nació en

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