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ABC MADRID 31-07-1955 página 28
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ABC MADRID 31-07-1955 página 28

  • EdiciónABC, MADRID
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SCHILLER, EL ALCOHOL Y LAS MANZANAS PODRIDAS 1 pmlk- i a iulimur I vino, serla dichoso! GOETHE, u los! relata años. ESDE su juventud fue Goethe un gran bebedor de vino. A los dieciocho años escribía a un amigo: Excelente noche, estoy borracho como una bestia. Al final de su vida- -vivió ochenta y tres años- -buscaba un pretexto cualquiera para tomar unas capas e ingería diariamente en las comidas una o ¿os botellas. Afirmaba, con razón, que el alcohol no favorecía la inspiración, ni estimulaba la creación artística. Señalaba a Eckermann, como ejemplo, el caso de Schiller, en el cual, el efecto nocivo del alcohol se manifestaba en algunos pasajes de sus obras, compuestos, precisamente, en los días en los que creía poder aumentar su capacidad de trabajo mediante la betolda. Las cosas escritas bajo la influencia del vino tienen un carácter anormal, forzado, y deben ser evitadas decía Goethe. Schiller, en sus años juveniles, era un hombre elegante, muy cuidadoso de su persona; elegía para sus trajes las telas mejores y más costosas; tenía coche y caballos, una gran casa y viajaba accmpañado de doncellas y criados. Era alte, delgado, de frente pálida, labios sensuales, descoloridos, y nariz aguileña. Su salud no era buena, padecía del pecho; salía muy poco y dormía mal. Murió joven, a los cuarenta y seis añes. Obligado a sostener, exclusivamente de su propio trabajo, a una numerosa familia, se veía forzado a producir dos obras al año. Se había negado a recibir un sueldo anual de mil táleros que le hatoia asignado el gran duque. Dispongo de mi talento y tengo que valerme ¿e mí mismo exclamaba cen orgullo. Quería a todo trance que su talento le obedeciese y tenerle a su disposición cuando le viniese en gana. Su obligación literaria diaria, su pensum que no admitía espera, y su nada buena salud le (forzaban a beber. Sohiller- -decía Goethe a Eckermann- o era gran be ¡bedor, sino sobrio por naturaleza, pero en lo mementos de lasitud intentaba aumentar sus fuerzas con licor y otras ¡bebidas similares. Este hábito alteraba su salud y era también (perjudicial para sus obras. Las justas tildes que críticos sagaces pusieron a algunos fragmentos de ciertas obras de Schiller- asajes que Goethe prefiere llamar patológíccs fueron escritos en los días nefastos, en los que Schiller pretendía inútilmente vencer su astenia, su de- D Schiller. biiidad. mediante el alcohol, el cual dañaba la calidad literaria de su producción poética. Posteriormente a Goethe ha sido investigado el efecto del alcohol, mediante una fina metodología experimental. Estos estudios han demostrado, de modo inequívoco, que la acción del alcchol altera, disminuyéndole, el rendimiento intelectual y perjudicando su calidad. Él hombre acude al alcohol en momentos ssmejantes a los que Sehiller recurría a. él, a causa de la sensación meramente subjetiva de euforia que produce, la cual es falaz, perqué en modo alguno favorece ni estimula la creación 1 artística, cerno justamente decía Goethe, refiriéndose a Schiller. Criterio exacto que podría aplicarse a la mayoría de los ingenios que han (buscado y buscan en vano en el alcohol un estímulo para su productividad intelectual. además del alcohol, recurría a un extraño e insólito estimulante, que cuando Goethe lo descubrió, por casualidad, quedó consternado. Un día- -decía Goethe a Eckermann, refiriéndose a Sohiller- -le visité, y como su mujer me dijo que no estaba en casa, pero que pronto volvería, me senté ante su mesa de trabajo para anotar una cosa. No llevaba mucho tiempo sentado cuando sentí un ex traño malestar progresivo, y me pareció que iba a ¡perder el conocimiento. En un principio no sabía cuál era la causa de aquel estado, hasta que, finalmente, noté que de un. cajón de la mesa trascendía un olor muy desagradable. Cuando le abrí, quedé asombrado al ver que estaba lleno de manzanas podridas. I- Cuando regresó su mujer, me dijo que el cajón tenia que estar siempre lleno de manzanas pecri- das, cuyo olor agradaba mucho a Schiller y sin el cual no pedía vivir ni trabajar. El fenómeno de la inspiración es de suma complejidad y de muy difícil explicación. El estímulo más corriente es el alcohol, el cual a causa de la excitación que produce, del mayor número de ideas y pensamientos, cuya acción provoca, parece, a primera vista, que, en efecto, favorecería la creación artística, aun cuando no es así, ni mucho menos. Pero el olor de las manzanas podridas, como estímulo intelectual, escapa a todo intento de explicación por nuestra parte. Quede tan sólo consignado tan curioso y peregrino hecho. Dr. José M. SACRISTÁN í. Goethe.

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