ABC MADRID 29-07-1955 página 9

Nan ffierrima. n, bella voz al servicio de un temperamento de ultramar para nuestra música- -ai juzgamos por su versión de El amor brujo repasa Cosi fan tutte con Hans Rosbaud, el magnífico maestro, base y figura principalísima del Festival. (Foto Henry Ely. teres sin despertar nuestra emoción. La personajes. Se oye la música y se ve la co Circus Polka de Strawinsky, puso rú- media, tan complicada en la trama. Bien, brica chispeante de humor, desenfado y muy bien, todos. Paneray, Fígaro de grabrillantez. Y la versión, espléndida, sus- cia y sentido ejemplares; Rehuss, un Concitó tales ovaciones, que hubo de repetirse de digno de la mejor selección; Cortis, por unánime demanda. Detalles pintores- Gusnod, Vessieres, Christiane Gayraud, cos: los profesores de la orquesta prescin- magníficos todos. Pero en cabeza las tres dieron del frac, como uniforme, para adop- figuras femeninas. Nada importa que Teresa tar la camisa blanca. Hoy las ciencias Stich Randa 11, como Condesa quizá deadelantan... Otro dato: desde las venta- notase leves fatigas en el ñato ni que la nas laterales del edificio, los instrumentis- voz de Rita Streich, en Susana fuese de tas no utilizados por Nono escuchaban a cantidad limitada. Las dos, artistas de la sus compañeros y hacían fotografías del Opera de Viena, intervinieron con una capúblico. ¡Será curiosa la colección de ac- lidad, una pureza de estilo, una exactitud titudes! ¡Cuánto daría por conservar las en los matices, una musicalidad Jnsupera- de dos elegantísimas- -ancianísimas- -seño. bles. Sobre todo la Streich, la mejor Susana que recuerdo. Conj ellas, Pilar Lcrengar, ras, que ondulaban, bondadosas, como si se para quien tiene el público, ratificado por tratase de un vals de Strauss! Pocas horas después, RoE aud, también la mejor crítica francesa, expresiones de- ¡qué asombrosa capacidad de trabajo la verdadera simpatía y entusiasta admira- Pión. La esparr 1: -7- figura de estos Mitonio FERNANDEZ- CID suya! -dirigió Las bodas de Fígn- rvn unos decorados muy fúnebres, siquiera de ambición personal, originales de Antoni Clave, y la dirección escénica de Maur i c e Sarrazin, admirable de ritmo, de intención y hasta de humor en los atrevimientos caricaturescos, el resu 1 t a d o lindó con medidas de perfección. Perfección, sí, por el marco mismo, el patio del Palacio Arzobispal, en que se instala un teatro tan completo como cualquiera cerrado, y en el que las piedras naturales, los complementos- -boca, laterales de la escena- las luces, la paz misma del ambiente, preparan el espíritu para gustar el milagi- o de la música mozartiana, la, sin duda, ideal para la villa de Aix para sus Festivales, en que, con toda lógica, es Mozart astro indiscutible. En el foso, la Orquesta del Conservatorio de París, leve, afiligranada, reproductora insuperable de las concepciones de R o s i a u d siempre dinámico de espíritu. Los coros, del Conservatorio también, jóvenes y seguros. Los intérpretes, cantantes, actores, adecuados a su rol sensiUna escena de Las bodas de Fígaro Cherübino implora el perdón del Conde de Almaviva bles al decir, al moverse, al Susana espera, nerviosa. Don Basilio vive al margen, egoísta y taimado. Pilar Lorengar, Heinz cantar, al escuchar a los otros Rehfuss, Rita Streich y Hugues Cuenod integran el grupo de excelentes comediantes. (Ft, Serge Lido. Festivales. Se coiM nta su color de timbre, su emisión fácil, sus amplias facultades, su gracia escénica, su encanto personal. Nace asi una estrella nueva. Y una vez más se demuestra la riqueza de nuestra cantera vocal. Lorengar, felicísima en la escapatoria por la ventana, cantó sus dos arias su pequeño duetto endemoniadamente difícil, -con una maestría capaz de compensar al crítico español de un recuerdo ingrato. Fue el anverso de la estampa de pocas horas atrás. Hablo de un concierto dirigido por Jean Martinon a la Orquesta de Baden- Baden. Deliciosa la versión del Viaje a Reims obertura rossiniana; exquista de comprensión y timbres la de Para una fiesta de Primavera de Roussel; menos exac ta, por accidentes concretos, la de La Valse de Ravel; atractivo el, estreno de Jean Rivíer, aclamado por el público; un Concierto para saxofón -prodigioso Marcel Mulé- -trompeta- -seguro Delmotte- -y orquesta; una obra divertida, virtuosista en sus tiempos extremos, de un dramatismo apenas convincente en el Lento ¿el mal recuerdo? Sí: de El amor brujo Jean Martinon, maestro de gran solvencia que ha dado en Madrid extraordinarias versiones modernas, no tiene por qué regalarnos un calderón final interminable, por qué alterar el arranque del fuego fatuo con lentitudes inadmisibles. Con respecto a Nan Merriman, seductora cantante de bellísima voz adecuada sin duda a la obra, nos sirvió una interpretación con temperamento... ¡y ole! Al margen de la pronunciación defectuosa- -lo que es normal- los abusos al cambiar líneas y diseños, al modificar expresiones musicales, han de encontrar, al menos en nosotros, una repulsa categórica. -Una revisión de su trabajo se impone. Ella, que parece admirar tanto a Falla, le debe esta reparación. Y yo, esta crudeza expositiva. Volvamos, para concluir, a lo bello: ASx mismo, la música de Mozart, el éxito de una voz de España... Y quede para otro día un comentario sobre las restantes sesiones. Muchas. Muy atrayentes.