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ABC MADRID 15-07-1955 página 11
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ABC MADRID 15-07-1955 página 11

  • EdiciónABC, MADRID
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ABC. V I E R N E S 15 DE JULIO DE 1955. EDICIÓN DE LA MAÑANA, PAG. se en medio metra, nos condena a conseguir nuestros alimentos de la roca del subsuelo. Si de la cifra estimada como media saltamos en nuestra curiosidad a conocer los datos extremos, nos enteramos de que en las provincias de Granada y- Almería se pierden, en algunas zonas, alrededor de las 200 toneladas anuales de tierra por hectáreas, que representan en comparación expresiva la carga de 70 camiones. Fácilmente se comprende lo que ocurre en estos terrenos cuando pensamos en el gran depósito de agua que constituyen las tierras en buen estado de conservación y cultivo. Su capacidad de almacenamiento es enorme, existiendo algunas zonas con espacios vacíos que alcanzan hasta el 50 por 100 de su volumen; cifra ya normal es un 30 por 100. De forma que en un metro cúbico se puede almacenar una capa de agua de 33 centímetros de altura. Cuando el terreno no se halla en estas óptimas condiciones receptoras, fácil resulta imaginarse lo que sucede; el agua, casi siempre deseada, pero no con la misma generosidad aprovechada, escurrirá en gran parte, yendo a formar charcos o lagunas allí donde menos se necesiten o a engrosar torrentes de desastrosas consecuencias. En su deslizamiento, arrastrará partículas de capa laborable, de materia, orgánica, de elementos de nutrición; todo lo que es necesario a nuestras viejas tierras para satisfacer el ansia de defensa, de tutela, de vigor renovador. LA PERDIDA DE AGUA Y LAS INUNDACIONES eesivo de materia orgánica, el pastoTeo abusivo... Existen en la provincia de Gra- nada, en el término de Pinar, terrenos que en el t i. nscurso de sólo cincuenta años han perdido por erosión alrededor de 70 centímetros de superficie. En grado menor, pero con una generalidad que preocupa, padece nuestro país una fuerte erosión en los terrenos cultivables. Esos tonos blanqueados producidos por el yeso que aflora a la superficie es la palidez de la naturaleza desahuciada que nos habla de sus desventuras... VALORACIÓN DEL MAL No es- -ni mucho menos- -fácil el cálculo de valoración de los efectos nocivos de la erosión. Materia es ésta que está muy peco investigada; en parte, como dijimos, porque la mayoría de los países avanzados en la técnica agrícola, forestal y geológica no la padecen; y, también, porque se trata de efectos poco visibles- -salvo excepciones- -que requieren cierto tiempo para mostrar consecuencias y un período muy largo para poder, a fuerza de ver repetidos los fenómenos y los resultados, sentar afirmaciones con categoría de leyes. En Norteamérica, según datos del Servicio de Conservación de Suelos, la erosión merma su productividad en unos 400 millones de dólares anuales y produce daños totales, sin incluir las pérdidas indirectas, de 10.000 millones de dólares. Desde la aparición del hombre blanco se han formado 200 millones de barrancos nuevos. -Gran parte como consecuencia del fenomenal despojo al bosque de 16 millones de hectáreas para- entregarlas al cultivo agrícola. En Italia, y con referencia a la cuenca del río Amo, las pérdidas de fertilizantes por arrastres equivalen a la total aportación del ganado vacuno existente en la zona y supone el contenido de 13 millones de toneladas del mejor abono orgánico. Junto a estos cálculos, producto de la ciencia investigadora, existen aquellos efectos que se hacen evidentes con el transcurso de los siglos. Las antiguas y florecientes civilizaciones de Cartago, Fenicia, Persia, India, Grecia, Mesopotania, asentadas sobre terrenos de gran fertilidad, son hoy día, a la vuelta de unos miles de años, tierras estériles que- nos asombran e inclinan a dudar de lo que sobre ellas nos cuentan las historias. A nuestra nación se le pueden aplicar, con la conveniente reducción proporciqÍ; 1 de escala, los datos de Norteamérica. La intensidad que reviste el fenómer o erosivo en ambos países y la similitud en estructura y clima de algunas de las regiones más afectadas autorizan esta creencia. En la escala gradual erosiva: pequeña, media y fuerte, España está sin duda en el último grado, con todas las desagradables consecuencias y pérdidas que tal calificación lleva consigo. Sin ánimo de agotar una enumeración, sino simplemente con el de llamar la atención sobre los efectos perjudiciales de la erosión, quiero indicar sin más comentario: la reducción del espesor de la capa laborable; la disminución de la cantidad de reservas, benefactores al cultivo, la de los elementos necesarios para la nutrición de las plantas, el entorpecimiento en la ejecución de las labores agrícolas, dificultades para la conservación del agua, arrastre de las materias fertilizantes, inundaciones, aterramientos y otras más de la más. variada índole económica, pero, todos bajo el mismo signo catastrófico: La moderna técnica de conservación ecn. údera r ¡ue un terreno está bien defendido contra la erosión cuando sólo pierde por hectárea y año 12 toneladas métricas de tier. a, o sea, una capa de suelo de ochr, décimas de milímetro de espesor. Cantidad, no hay que decirlo, inapreciable, para el simple observador. F ies bien, se ha calculado que en nuestro país se pierde, como término medio anual, cinco milímetros de profundidad, lo que al cabo de un siglo, al convertir- I La pérdida de agua en nuestro país es impresionante. Es grande, asimismo, el número de inundaciones que tienen su origen en causas perfectamente corregibles. De penoso recuerdo son las inundaciones de Málaga, machaconamente repetidas, hasta que la Séptima División Hidrológica Forestal realizó importantes trabajos; las del Júcar, destacando entre ellas, por sus dolorosos resultados, la de 1864, que anegó y causó destrozos en cerca de un centenar de pueblos; la del Jiloca, en la provincia de Teruel; las de Murcia en número de diez en seis años, hasta que en virtud de una ley especial ¡también reciente! de 16 de julio de VENTA de Grandes en los mejores artículos de la temporada para señoras, caballeros, niños, el hogar... ¡No deje pasar esta ocasión única! HOY: San Enrique MAÑANA: Ntra. 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