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ABC MADRID 15-07-1955 página 3
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ABC MADRID 15-07-1955 página 3

  • EdiciónABC, MADRID
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D 1 i 1) L U (D E 1 NT R Ai F O R M AC I Oh G E N ER A L o us- BJi II D A R I O 1 L U S T R A D O DE I N F O R MA C 1 O M G E N ERA LM t i e r r a prometida: Hemos visto allí un linaje de hombres... giganteos, en cuya comparación nosotros parecíamos saltamontes de rastrojo. ¡Qué gran linaje de varones animaba en su generosa matriz la madre de España, Cibeles engendradora de pueblos nuevos, cuando en pos de los Descubridores alumbraba a los misioneros! ¡Oh el- famoso pavor oceánico domeñado por tres naves portuguesas? con nombre de arcángeles! ¡Oh l a s tinieblas del mar de Atlante, iluminadas por tres carabelas castellanas, blancas como tres sonrisas! En las tareas de evangelizacion siguie- ron caminos diversos estos dos apostólicos pueblos novísimos. Hacia el ocaso, Castilla; Portugal, hacia la aurora, para encontrarse al pie de la misma cruz. Este hecho fue cantado por la boca rotunda de Pemán: Mirad con qué liso y llano saber exacto y seguro hacia el Occidente oscuro y hacia el Oriente lejano, donde nace la alborada, van estos dos rumbos cientos; son los dos brazos abiertos de España crucificada. FUNDADO EN 1805 POR DON TORCUATO LUCA DE TENA O es de presumir que, -cuando, al atardecer del día 24 de noviembre de 1713, en la iglesia parroquial Benito: con la cruz y con el arado. Y de la villa de Petra, de la isla de Mallor- como, según la sentencia paulina, ni el ca, el presbítero Bartolomé Lledó hubo que planta es algo ni el que riega, sino tocado los labios con la primera sal cris- Dios, que da el incremento, la multiplitiana y bañado con el agua lustral la ca- cación siguió a la siembra: Ubi uber, beza del neófito Miguel José Serra y Fe- ibi tuber. Donde hay grosura, allí hay rrer, a ninguno del humilde corro que fertilidad. La simiente minúscula se hizo asistía a la sencilla ceremonia se le ocu- árbol grande y las aves del cielo pusierriera hacerse la pregunta que fue hecha ron en él sus nidos. Las fundaciones que en la natividad del Precursor: ¿Qué él plantó fueron emporio del Orbe nuepsnsáis que será este niño? ¿Qué habían vo; fueron nuevas Españas y gloria de de pensar aquellos hijos, fieles del terru- la civilización cristiana. ño, sino que aquel infante sería extrac Yo pienso, dice San Pablo, que Dios tor de la piedra arenisca del mísero sub- quiso mostrarme como el último de los suelo que hollaban con sus pies? ¿Qué apóstoles. Con una leve flexión en el habían de pensar sino que sería cantero, recto sentido de esta sentencia paulina, perpetuamente encorvado, goteando su- sin demasiada presunción, podemos recador y ensanchando hoyos, como Anto- barla para nosotros los españoles, llamanio Serra, su padre? Quien cae grande, dos y armados por Dios para un apostoyace grande, ha dicho Séneca. La muer- lado tardío, viñadores diligentes contratados a la hora nona por el Padre de te establece diferencias; el nacimiento de los mortales es siempre el mismo: des- familias. De todas las expansiones de garro, sangre, llanto precoz e impenetra- nuestra personalidad nacional, la más ble enigma. En la sedeña frente de Mi- generosa, la más heroica de todas fue la expansión de nuestro apostolado. El Daguel José no había escrito la Sibila el dor de todo bien, que divide sus dones inflexible horóscopo: según quiere, y a unos les da el don de E paüpere terra- eissus in imperium lenguas, a otros el don de profecía, a magnum. otros la gracia de las curaciones, a nosPartido de una tierra pobre se alzará otros, los españoles, nos dio el más precon un imperio inmenso; imperio no fa- ciado de sus carismas. Dios, había dicho llecedero de corazones y de almas. nuestro poeta hispanorromano Aurelio Santiago Rusiñol, varón de muchas al- Prudencio, mira a los hispanos con bemas al principio del siglo que corremos, nignos o jes. Dios, que suscita profetas, cuando en peregrinación de arte visitó a nosotros hizo apóstoles; nos dio la hoz Mallorca, alegrándola con su ático hu- y nos señaló la mies; nos dio la voz y morismo, halagándola con sus blandos los fines del Orbe de la tierra. Y puesto pinceles, enamorándola con su prestante caso que Dios nos concedió que tocásebelleza viril y su frondosa barba flori- mos las riberas del mundo nuevo, nos da, en un sabroso libro agridulce, la apo- dio asimismo el grito recio, el clamor dó con el afortunado título de Isla de apostólico que estremeciera y rompiera la calma Así lo era en aquellos días, la virginidad, la afasia de aquellos ecos. como lo fue en casi todo el discurso de Se llevaron nuestros sueños y nuestros su historia; pero no deis demasiado cré- deseos, asomados como estábamos a los dito al mar sereno y a la bonanza alció- caminos del mar, las velas de las caranea. Cuando alguno de sus hijos la pier- belas, las barcas de los pescadores de de, la conmoción le precede y el terre- hombres. moto le sigue. Un caso: Raimundo Lu- Quien guste de peregrinar por deterlio, que conmueve la baja Edad Media, minados- períodos de nuestra Historia, Otro caso: Anselmo Turmeda, el anti- experimentará hartas veces aquella maLulio, el franciscano apóstata, que agi- ravilla que hizo decir a los exploradores de Israel, al regreso de su viaje de la ta la inconmcvible inercia, la inmensa sábana de arena, que es el mundo del Islam. Un tercer caso: Fray Junípero Serra, que sale de uno de los pueblos más ensimismados de la Balear Mayor, de una de las villas más profundamente anegadas y náufragas en su beatísima quietud. Oye, dócil, el. llamamiento que se hizo a Abraham, padre de pueblos infinitos: ¡Egredere! ¡Sal! Sal de tu tierra, y de tu parentesco, y de la casa de tu padre, y ven a la tierra que yo te mostraré. José Mama, fray Junípero, se confía al mar y a las velas y va a sembrar un grano de mijo en la tierra ubérrima, que es la península de California. El aró aquella tierra virgen de América, así como labraron las tierras fatigadas de Europa los colonizadores de San CON LA La misión de España ha sido estarlo siempre: dar al mundo, para decirlo con la eficaz expresión dantesca, mezcladas palabras y sangre; unidos, apostolado y martirio. A aquella venturosa generación le fue revelado el misterio escondido a las otras generaciones; es, a saber, el misterio de la evangelizacion que I el Apóstol de las gentes insinuó en su epístola a los fieles de Eféso y que en aquella dichosa edad fue revelado a los profetas tardíos y a los apóstoles novísimos. Abstrusa en las profundidades de las tierras y de los siglos, bullía una humanidad densa, como la arena del mar, que carece de número. El linaje humano p recio de súbito multiplicado fabulosamente. El padre Josef de Acosta, autor de- los preciosos libros De natura novi O r. bis y De procuranda Indorum salute creyó ver en aquella plenitud de los tiempos el cumplimiento puntual de la profecía del salmo magnífico. Según la adorable profundidad de tus juicios, multiplicaste, Señor, los hijos de los hombres. Y toda, esa nueva humanidad multiplicada, remota, pululante, hormigueante, era llamada a la misma herencia que la vieja humanidad y a ser miembro de- un solo cuerpo y partícipe de una misma promesa de Cristo Jesús por la predicación del Evangelio. Pero la fe entra por el oído y precisa misioneros. Para esta ambiciosa vocación, importaba mucho que fray Junípero tuviese las alas más grandes que elnido... Lorenzo RIBER de? o Ucal Academia Españok

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