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ABC MADRID 01-07-1955 página 25
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ABC MADRID 01-07-1955 página 25

  • EdiciónABC, MADRID
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ABC. V I E R N E S 1 DE J U L I O DE 1955. EDICIÓN DE LA MAÑANA, PAG. 25 LA ACTITUD DEL REY EL 14 DE SE AMPLIA EL PLAZO DE LA ABRIL HIZO HONOR A SU JERAR- SUSCRIPCIÓN PARA El HOMENAJE A CALVO- SOTELO QUÍA Y A SU ESTIRPE -La Junta nacional de homenaje a Calvo En aquellos momentos no podía emprenderse a tontas y a locas el camino de la violencia EL SR. VENTOSA REPLICA A LAS MEMORIAS DEL SR. LA CIERVA Barcelona 30. -En el semanario Revista, de esta semana, se publican unas declaraciones de D. Juan Ventosa, ex ministro de la. Monarquía, en las que éste replica a las Memorias de D. Juan de la Cierva y da a conocer algunos puntos que hasta ahora habían permanecido ignorados. El 14 de abril- -dice el Sr. Ventosa- -no existía el apoyo, que llegó hasta el heroísmo, de los mártires de la Guerra de. Liberación. La situación del Gobierno Aznar, al que yo pertenecía como ministro de Hacienda, y la del mismo régimen, eran precarias y confusas, al celebrarse las elecciones municipales del 12 de abril de 1931. En realidad, ni por nosotros ni por los republicanos se sabía exactamente el curso profundo de los acontecimientos. ¿El Sr. La Cierva- -pregunta al autor del artículo- presente en, aquella ocasión, tuvo con usted un diálogo y se hallaba sumamente impresionado y pesimista? -Conozco el texto- -replica el Sr. Ventosa- -y me interesa precisar algunos detalles, porque en esas cosas un pequeño matiz de más o de menos lo cambia radicalmente todo. La conversación fue en estos términos: El Sr. La Cierva: Usted, Ventosa, que ¿s tan animoso, ¿No cree que hay que defender a toda costa la Monarquía? El Sr. Ventosa: Sí, pero hay que saber a dónde vamos En la página 365 de su libro de Memorias -sigue diciendo el Sr. Ventosa- el Sr. La Cierva me atribuye, en efecto, la misma respuesta. Es exacto. Pero agrega algunos calificativos que no puedo dejar pasar sin comentarios. Dice que yo estaba abatido, caído, casi abrumado, y le contesté desmayadamente. No hay tal; mi respuesta natural y obligada constituía una simple manifestación de buen sentido. Es decir, que antes de entrar en uti camino de represión o de adoptar un plan de defensa, era indispensable fijar el- propósito que se perseguía, los medios con que se contaba y, sobré todo, si aquel Gobierno era adecuado para llevarlo a cabo. Quería con eilo significar, además, que en aquellos momentos no podía emprenderse a tontas y a locas el camino de la violencia, que hubiera podido llevar a una verdadera catástrofe. Creo haber demostrado en todos los actos de mi vida y singularmente en aquella etapa crucial y cruel de la política española, que no es la pusi 7 ¡animidad mi característica. Una dé las finalidades coii que se constituyó aquel Gobierno fue la defensa de la estabilidad y el prestigio de nuestro signo monetario, y para realizar esta parte del programa concerté ¿i Empréstito Morgan, con el que se pulieron a disposición del Gobierno español sesenta millones de dólares al tres y medio por ciento de interés, sin garantía de ninguna clase. El Sr. Ventosa nace una pausa y el periodista le pregunta: ¿Es posible que el Sr. La Cierva no se diese cuenta de las enemistades y defecciones que asediaban a la Monarquía en 1931? pone en su libro en cuestión afirme que el almirante Aznar como primera decisión, debía insistir en presentar su dimisión al Rey. La Cierva, por razones subjetivas, describe lo ocurrido en aquellos días en términos siempre exactos. Pero hace repetida referencia al estado de espíritu que se había creado y existía en España entonces. Al hablar del Rey, refleja el estado de ánimo de Su Majestad. Al referirse al Ejército, manifiesta que en diálogo con el general Berenguer éste le comunicó: Sanjurjo me dice que no se puede contar con gran parte del Ejército. Y, al final, narra el episodio que sigue: No quiero terminar sin consignar una pequeña anécdota que demuestra el espíritu de aquellos tiempos en las clases intelectual y media. Un médico me estaba haciendo una pequeña incisión para analizar mi sangre y me dijo: ¿Monarquía o República? Que nos dejen en paz y lo resuelvan para que podamos trabajar. Al referirse al Gobierno nos habla de las opiniones de los ministros, -de su diversidad y contracción y de su abatimiento, del que no se libra más que el propio La Cierva. Se refiere luego el Sr, Ventosa a su conversación con el Rey, mantenida en tínión del entonces ministro de la Gobernación, marqués de Hoyos. El Rey les preguntó la opinión que tenían sobre los resultados y consecuencias de las elecciones municipales, a lo que contestó que las elecciones tenían a su juicio una gravedad v una importancia imposible de desconocer, cuyo resultado había sido una sorpresa para el Gobierno y los propios adversarios. Le expuso los dos caminos que se abrían, y Su Majestad le atajó diciendo: Yo 110 voy por este camino (el de mantener la Monarquía por su carácter dé institución secular que no podía estar afectada por unas elecciones municipales) porque después de Sotelo nos envía la siguiente nota: Se han dirigido a esta Junta Nacional varios requerimientos por los presidentes de las provinciales, en los que se pide que sea prorrogado el plazo de la suscripción. Teniendo en cuenta que ésta se encuentra en su mejor momento, se ha accedido a esta petición en la, seguridad de que el entusiasmo que se extiende por toda España acredita el unánime deseo de cooperar a la gran tarea qué esta Junta lleva a cabo para enaltecer la obra y la figura del glorioso Protomártir de la Cruzada Nacional. VILLA Visite el mejor y más tíello establecimiento de España. Admire sus grandes espectáculos y maravillosas orquestas internacionales. R E S E R V E SU M E S A Teléfonos 33 27 59- 33 93 26 La misma M A E T A por menos DI N E EO en A l GARSiV- G, 1 Morato, 3 8 Realmente- -continúa el Sr. Ventosa- -parece mentira que después de lo que ex- lo ocurrido en las elecciones deí domingo y de las otras circunstancias múltiples y, diversas que se han producido en los últimos tiempos, yo no tendría fuerza moral para emplear la fuerza material. Y si quisiera hacerlo habría muchos dispuestos al sacrificio de la vida por mi causa. Pero quiero evitar derramamientos de sangre. Yo tengo la sensación de. que he perdido inmerecidamente el amor de mi pueblo. Me achacan muchos la implantación de la Dictadura de Primo de Rivera. Pero bien saben todos que no hice más que seguir un estado general de opinión que existía entonces en España. Mas, en fin, esta es una realidad y a ella hay que atenerse. Entonces el Sr. Ventosa advirtió que el Gobierno no valía para aquello y que tío veía otro camino aunque le fuera duro decirlo q- ue intentar una solución a base de los constitucionalistas y, de no poder llevar a cabo su resolución, marcharse de España. El Sr. Ventosa se mantiene en la conducta que siguió en aquella ocasión. No existía, dice, en la masa general de España el estado de irritación y protesta que los crímenes y vejaciones perpetrados sobre todo en. los últimos tiempos de la República provocaron en todas partes. No había! a decisión que se produjo más tarde en el Ejército. No había el apoyo, que llegó hasta el heroísmo, de los mártires de la guerra española de Liberación, como antes dije. En estas condiciones creo que lo que hubiera ocurrido es que el desmán revolucionario de 1936 se habría producido en 1931, sin contar entonces con la reacción que permitió después conseguir la victoria... Vistas así las cosas, la actitud del Rey y su documento al país hicieron posible el triunfo del Movimiento National y el retorno a la Monarquía en las condiciones que impone el desarrollo ulterior. Termina con un elogio porque es de justicia hacerlo de la actitud personal del Rey en los momentos trágicos del cambio 3 e régimen, que llevó siempre el sello de una serenidad y de una dignidad que hacían honor a su jerarquía y a su estirpe Más tarde, prosigue, al despedirnos después de terminado el Consejo de Ministros, Su Majestad nos llamó a una de las ventanas de su Palacio, desde el cual se veía a la multitud apiñada ert torno al Palacio de Oriente y contenida a duras penas por los Húsares, y no dijo: En el momento de dejar este Palacio en el que he nacido y que no s sí volveré a ver, quiero despedirme de vosotros y agradeceros el concurso que me habéis prestado; yo, por mi parte, pude haberme equivocado. Pero mi propósito único ha sido siempre y es ahora el ser. vicio y él bien de España, -Cifra.

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