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ABC MADRID 29-05-1955 página 31
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ABC MADRID 29-05-1955 página 31

  • EdiciónABC, MADRID
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E noche, y ya en las altas horas, puede versé muchas veces en la mole oscura del palacio del Vaticano un resplandor suave, un pequeño cuadro de luz. Es la ventana de la estancia íntima de Su Santidad. Es que Su Santidad vela, está trabajando todavía, a solas, luego de su jornada, nada leve, de despachos y audiencias. Ésta ventana iluminada- -estrella- en la negrura- -es testigo de los insomnios y las vigilias- -y las graves preocupaciones- -del Pontífice. La luz que alumbra la mesa de trabajo se apaga muy tarde a veces, prolongando su proyección cuanto lo consienten las fuerzas físicas del Santo Padre, ya que sus otras fuerzas, las espirituales, 1 jao conocen la tregua ni el descanso. El vulgo cree ver siempre al Papa en medio del fausto, Ja magnificencia, el esplendor de las grandes ceremonias vaticanas y palatinas. No concibe para él, como para los Reyes, otro marco, otro fondo, que la brillantez. No saben muchos que Su Santidad, ajeno en lo privado a cuanto significa riqueza y boato, vive sencillamente, contentándose con una mesa frugal y un lecho humilde. Así la litera de Carlos V- -conservada en la Real Armería y a la que nuestro Manuel Machado consagró un soneto- -es un tosco asiento de cuero, bastas parihuelas de madera y toldo de lienzo burdo; es la pobreza privada del gran Emperador, que, a querer, de tantas lujosas literas pudo servirse. La ventana del Papa es como el faro y la atalaya desde donde Su Santidad contempla, en sus recogidas meditaciones, tras la tarea del día, el mundo de la Cristiandad; como contempla a Roma, desde las terrazas del Vaticano, en sus breves paseos por los Jardines. Son éstas sus horas de descanso, un alto en el camino de sus deberes y trabajos, no tan risueños como Juzgan algunos. A buen seguro que es en estas horas cuando Su Santidad se halla más a placer. Como la sensación de paz y quietud que ños invade a los miseros pecadores al recorrer el claustro solitario y silencioso de una Catedral o un monasterio. Recordamos, a este efecto, la visita que cierto periodista andariego, hombre de lucha y vicisitudes, hubo de hacer al Vaticano, logrando una audiencia privada d e l danto Padre. Al salir de la cámara papal, saboreando el sosiego y silencio del lugar en que se hallaba, hombre tan inquieto siempre y tan llenos sus oídos y su espíritu de los ruidos del mundo, detuvo sus pasos y p e n s ó enternecido: ¡Qué bien se está aquí I LA VENTANA DEL PAPA D España, hija predilecta de la Iglesia Católica, guarda para la figura augusta de Pío XII la más rendida veneración. Cuando Su Santidad cayó enfermo en él pasado año, España siguió con inquietud el curso de la dolencia y pidió en sus oraciones por la preciosa salud del venerable Vicario de Cristo. A este amor fervoroso de los españoles católicos corresponde el Santo Padre erí toda ocasión. Con motivo de la canonización del padre Pignatelli, de la Compañía de Jesús, luego de la ceremonia hubo de recibir Su Santidad a la Delegación de Zaragoza, dispensándola su paternal acogida con esta cariñosa exclamación: ¡Ah, España; siempre España! Más de cien mil almas- -dijeron los informadores- -se habían congregado en la plaza de San Pedro; peregrinos de todos los países del mundo católico. La ceremonia de la canonización- -como días antes la del Pontífice Pío X- -haMa revestido la mayor magnificencia. La muchedumbre asiste al espectáculo radiante que se le ofrece: las luces del templo en sus arañas monumentales; la música sacra; los damascos y tapices que ornan los pilares de la Basílica; los ropajes cardenalicios, los uniformes, bordados y condecoraciones de los personajes oficiales; un conjunto de sedas, terciopelos, armiños, oro y pedrería, Visión inolvidable. Y, en medio de esta pompa litúrgica y esta magnificencia, 1 A figura del Santo Padre, revestida, con los más ricos ornamentos de Jefe de la Iglesia. Pero ahora hemos querido Ajar los ojos, humildemente, en esa ventana iluminada en la noche. J. ORTIZ DE PINEDO (Poto Keystone.

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