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ABC MADRID 29-05-1955 página 29
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ABC MADRID 29-05-1955 página 29

  • EdiciónABC, MADRID
  • Página29
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IEMPRE, sin ambiciones imperialista ni de manicomio, he envidiado a Napoleón en una de las virtudes xnáí encülas y difíciles del Emperador: dominar el sueño, Podía aprovechar cualquier momento- que surgiese pata descatwítfir un sueñeclto. Pedia pasar en claro tocUis. las noches que le fuera necesario dedicar a sus asuntos. En modesta escala, el poder aprovechar la espera de ciertos acontecimientos, o del autobús, los ratos perdidos en estaciones y aeropuertc- s. ciertas invitaciones y, sobre todo, ¡oh! las conferencias, las temidas e ineludibles conferencias, constituye la ambición más napoleónica de muchos mortales. Asi, el tiempo que se pierde en esos festejos quedaría aprovechado en dormir, Y ya noche vendría, a ser libre, Y realmente de te dos; no de ese dominador de ella: el sueño. Lo dormilones somos unes desgraciados. Sujetos no sólo a la necesidad del sueño, sino a su Urania, en las horas últimas de la noche y primeras de la mañana. ¡Oh! las mañanitas de- abril- -qué dulces son de dormir. Ncs está vedado el mayor encanto de la vida, que debe ser trasnochar y madrugar a- un tiempo, Y de esta limitación no nos puede compei sar ni esa dulce deshacerse del caramelo especial, ei caramelo del sueño, que desde el paladar se extiende al cerebro. Como la vida no es sueño, envidiamos alos insomnes; esos activísimos que hasta tienen su sel particular, que es la luna, como les descubrió Shakespeare. Nos consolamos pobremente, desde luego, diciendo que el dormir poco es de viejos. Y esto es cierto. Que niños y Jovcncitcs duermen mucho. Que don Miguel de Unamuno dormía mucho. Pero, en cambio, como contestó acremente: Cuando estoy despierto, estoy más despierto que los otros. Los insomnes, con sus nervios de punta, sus ojos brillantemente extraviados, su carácter irritable y sus facciones demacradas, también nos consuelan. Cierto que líos viven más intensamente, pero coii una cara tan fea, y cansada, que no vale la pena. Nuestra ambición es dormir poco, para vivir más. Las parejas suelen prestar ejemplo- a los insomnes. Las parejas medievales en costumbres, en cuanto al lecho común. Kay una versión optimista: la de que ellos se levantan pronto, porque su S dbrmilorii sueño común les aprovecha más. Es más intenso. Otra versión, pesimista, inventada por un célibe amargo y recalcitrante, es la ds que ellos madrugan para separarse pronto de la querida mitad, que les impide hasta concillar el sueño. Luego, sestean en la oficina. i -May dos opiniones médicas sobre este problema que nes- consume casi media vida. Una, que e? necesario dormir mucho, porque repara energías; otra, que es mejor dormir poco, porque el dormir en exceso siembra nuestro organismo de toxinas y oxida nuestras energías. Sin embargo, 1 realidad es que cada uno duerme lo que puede. Y en el amigo Hipnos, ese dulce hfi. -maco de Tanatos, no sólo se encuentra descanso, sino hasta consejo. Los dormilones, a la IK che lo remos todo pesimista y negro. Pero después de que profundo, y ne- gro también, ha caído sobre nosotros el sueño, al despertar todo está resuelto y, clarividente. Todos los problemas, los del álgebra de Bachillerato, los profesionales, sentimentales, económicos, después de dormidos son menos difíciles. y más claros. Con te do, el sueñe compensa poco. El día, si se quiere hacer algo más que perseguir dinero, si se quiere vivirlo plenamente, es cortísimo. Y la noche nos recor- ta todo. Con su suave tirano. Por eso, en rebelión, muches humanos recurren a esas dregas, terminadas todas en ina, que les sostienen, lúcidos, vivientes e inspiradísimos, en las horas que los dormilones tributamos al sueño. Lo malo es la revancha que el tirano nocturno se toma más. tarde cen ellos. Le ahuyentaron los rebeldes. Y él no vuelve, aunque le llamen. Otra vez a las drogas. Esta vez, para dormir. Se cambia esclavitud por esclavitud. Y esta última deshace el estómago. Además, y esto lo saben todas las bellas inmarcesibles, el dormir mantiene en lozanía. En aspecto juvenil. Y otra vez el círculo vicioso si quiere estar joven par p vivir. Y resulta que parte de esta vida, para estar joven, se consume durmiendo. Otra vez el sueño vuelve a burlarse. La última palabra la debían decir lo sabios. Está bien que hayan Inventado la física atómica para mejorar o aniquilar la vida. Esto de aniquilarla; desde un punto de vista religioso, puede que sea mejora sublime y metafísica. Pasemos a mejor vida. Que haya penicilinas, etc. para prolongarla. Pero, ¿por. qué no preocuparse en vivir más intensamente? ¿Por qué no domesticar a nuestro antojo el sueño? Aunque esto de la mitología griega es coto de don Ramón Pérez de Ayala; recordemos la fábula clásica. Hipnos, el sueño, es hermano de Tanatos, la muerte. Parece que, si aceptamos los generosos préstamos del primero, el segundo tarda más ¿n llegar a nosotros. Aunque en vida, el susño sea la dulce imagen de la muerte. Pero dulce. No tenemos salvación para huir de él. Porque lo malo de Tahatcs no es. elhi en sí, sino su horrible antesala, la fea vejez. Mucho más fea, prematura y gastada, cuanto más insomnes. Ahora habría que ponerse más serio e histórico. Recordar a Alvarez de Castro, que fue atormentado con privación ie s ño por los franceses. Y a los padres de es tos mismos franceses, los tremendos convencionales que hicieron gi- ab r su lápida funeraria con esta inscripción: Mcrir. Dormir Ellos no querían soñar, como quería nuestro místico. ¿Confesión de U 10 racionalismo, la inscripción? No, quizá al. go más humilde. Vida terrible, asediada de recelos, desvelos, insomnios. Le pedían a la Muerte lo que da su hermandad con el Sueño: Reposo. -En fin, morir de una vez, o mcrir a plazos. El progreso es relativo, puesto que la Humanidad no goza dé tes privilegios d los semidiosas. Por mucho que nos liberemos, siempre hambre y sueño nos dominarán. Hay unos seres, sí no semidivinos, casi santos y siempre santones, que han eludido algo la tiranta de! sueño. Los aprovechan para elaborar profecías. Pero los profeta; suelen ser barbudos y viejos. Y mucho más feos que los Insomnes. No nos ofrecen una salida lozana a los descansados y cansinas dormilones. Eugenia SERRANO (Dibujo de Esplandiú.

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