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ABC MADRID 11-05-1955 página 23
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ABC MADRID 11-05-1955 página 23

  • EdiciónABC, MADRID
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M M I EN LAS PLANTAS CULTIVADAS JUAN COMENGE nedlo de te i rafees del trt mío miiime tro (a i izquierda) de 828 a 600 milímetros (en el antro) y de 400 a 478 milímetro a la derecha) Término medio de estudio realizado en veinte campo (Dibujos y estudios por Waevor y OiamenU. ASARON las lluvias y ios frios, el sol ha brillado de nuevo y el labrador, siempre acongojado por sus tierras, apresuróse a salir al campo a comprobar y constatar los beneficios y daños que le han cabido en suerte. Es verdad que las benéficas lluvias han mejorado enormemente las tierras, pero también es verdad que el frío ha perjudicado mucho y la excesiva prolongación de los temporales han retrasado y aun imposibilitado las labores de escarda. No obstante, el balance es prometedor. Tampoco faltamos a esta visita de inspección, mi amigo don Antonio Carrlón y yo. Y allá nos fuimos una tarde soleada, de esas en que el señor cura del pueblo pasea con su breviario ¡por la carretera. Don Antonio es un amigo mío del pueblo; hombre acomodado, que ha hecho su pequeña fortuna con su trabajo, muy entendido en cosas de campo, buen cazador y algo filósofo, une observa los fenómenos agrícolas desde puntos no frecuentas, listo para el trato, y, en fin, un hombrs que en estos tiempos, que tan indulgentes somos, que llamamos café a cualquier líquido oscuro servido en una taza, bien pudiéramos decir que es la edición actual del Caballero del Verde Gabán Casi hacía calor, los trigales brillaban intensamente al sol, con ese brillo de mata tierna, y los almendros estaban en flor. La vida volviendo a nacer, fenómeno que sólo nos es dado apreciar en el mundo vegetal. P Asi anduvimos largo rato, comentando esto, elogiando aquello, hasta que, algo can sados y hasta sudorosos (el primer sudor del año) nos sentamos en una canal de cemento desde la cual se domina el soto y al fondo el río. ¿Se comería usted ahora una naranja, don. Antonio? -le pregunté. ¡Qué bromista es usted, don Juan! Claro que me la comería, y dos si las hubiese; pero aquí no hay naranjos- -dijo don Antonio. -No hay naranjos, efectivamente- -contesté- pero los transportes modernos van a hacer posi ole que yo le pueda ofrecer naranjas que no estarán cortadas del árbol más de cinco días... -i Justo! -exclamé, dirigiéndome al mecánico- trae aquel paquete que te recomendé cuidaras con esmero al salir de casa. -De estas naranjas- -dije a don Antonio después de abrir el paquete- -sí le aseguro yo que no se come usted más de dos. -iJesús, qué barbaridad! -admiróse don Antonio al ver el tamaño de las naranjas que le enseñaba- ¿Pero, de dónde ha sacado usted esta maravilla? -Son de Valencia- -contesté- del huer- to de un amigo, donde las salvé de ser exportadas. -Hizo usted bien, don Juan, que más vale que este precioso fruto se lo coma un paisano que un extranjero- -exclamó don Antonio empezándola a pelar con rara habilidad. -Diga usted, don Juan, y allí en la vega, que he observado que está de barbecho. ¿Qué va usted a semforax? -Maíz doble híbrido- -le contesté. -Yo no sembraría tanto maíz de ese que usted dice- -dijo don Antonio, después de unos instantes de reflexión. -Usted dirá por qué. don Antonio. En la otra vega van las patatas y además no veo razón ninguna para no sembrar maíz. -Mire usted, don Juan, yo lo he sembrado varias veces y estaba bueno, pero nunca he cogido las cantidades que dice la propaganda. -Es extraño- -dije- porque Usted es buen labrador y sus tierras son de lo mejor. ¿No sería que lo abonó poco? ¡Quite usted allá, don Juan! Claro está que lo a íoné, con la misma cantidad que al trigo. Y fue entonces cuando me di cuenta de un error en que viven muchos agricultores. Conocen la planta a medias, conocen bien las partes aéreas de la planta; pero no conocen bien la raíz. Y es lástima. (Continúa.

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