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ABC MADRID 12-04-1955 página 3
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ABC MADRID 12-04-1955 página 3

  • EdiciónABC, MADRID
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D I AR IO I L usT k AD O! D E INJ O R M A C 1 ON F C ENE R A L S FUNDADO EN 1905 POR DON TORCUATO LUCA DE TENA I L US T R A D O DE INF O R fvi A C i ON G ENE RA L i de Jas Siete Colinas, en la áurea Roma, un hogar español ejemplarísimo, que, ¡ay dolor! había de perecer todo de una vez, envuelto en la conjuración de Pisón, abortada, el año 65. que lo sumió en la hecatombe. De ests total hundimiento sólo se salvó la noble figura de Pola Argentaría, la joven viuda de Lucano, severa columna única que enhiesta quedó de todo el peristilo arruinado. Por espacio de algunos siglcs estuvo en boga la hipótesis de dos Sénecas, filósofo el uno y trágico el otro. Fue el poeta Marcial quien creó la confusión con unos versos ambiguos: Duosque Sénecas unicumque Lucanum facunda loqultur Corduba. D I AR IO S P A Ñ A que en los días de Sertorio y en el primer proceso de su romanización, debió seguramente de blo, quien, al decir de ellos, persuadía a importar gramáticos y retóricos, estu- los hombres a dac culto a Dios con unos vo muy pronto en disposición de expor- ritos contrarios a la ley; y le arrastratados. Desde el año 62. antes de Jesu- ron ante el tribunal del procónsul. ¿Concristo, ya se hablaba en Roma de los tra qué ley? se preguntó el cauto procónpoetas de Corduba que formaban es- sul, ya antisemita por temperamento, cuela y se distinguían por su pronun- como más reciamente afirmó serlo su ciación ronca y espesa y por un acento hermano el filósofo. ¿Contra la ley juperegrino que ofendía los lisos oídos de día o contra la ley romana? Entendió Cicerón. Marco Porcio Latrón ocupaba que contra la ley judía. Y dijo secael primer rango entre los oradores, en mente a los alborotados: ¡Oh judíos! Si se tratase de una injusticia un critiempo de Augusto; y tonía un estilo tan men grave, razón sería que os oescuchapropio e inconfundible, un estilo tan es- se; pero tratándose de puntos de doctripañol que los otros declamadores lo na y de vuestra ley, allá vosotros lo remedaban, traduciendo a sus arengas ser juez el característico color latroniano Para veáis. Yo no quierodel tribunal. en tales causas. Y les echó El terctro español, arbitro éste del buen gus- cer hijo fue Marco Anneo Mela, que to, el probo e incorruptible Marco Fa- por su matrimonio con Acilia, cordobesa bio Quintiliano, fundó el emperador Ves- también, fue padre del gran poeta Lupasiano la primera cátedra de elocuencia cano. Pero la gloria máxima de la fapública, y la desempeñó tan a concien- milia, aquel sobre quien se inclinaba y cia y con tanta autoridad este profesor gravitaba la casa toda de los Sénecas, de Calahorra, que mereció el dictado de fue el segundogénito, Lucio Anneo, que Moderador de la vaga juventud No en el comienzo de un orden de siglos pecan ciertamente de benignos los epí- nuevos, sólo cuatro años de ventaja llevó tetos que Cicerón dedica a los poetas sobre la edad temporal de Jesucristo. cordobeses. Algunos lustros más tarde, Séneca padre, que a Roma había ido solo Horacio temía para su primer libro de y de Roma tornado solo, a los quince Epístolas un exilio en Lérida, orillas años de ausencia y apartamiento, segundel Segre, que a Lucano le pareció río daba el viaje con los preciosos aumentos no pequeño. Pero luego Horacio se con- de una minúscula e inmortal colonia de gració, con España, augurando que el cordobeses: Helvia, su mujer; sus hijos, perito ibero que del Ebro bebe y el galo Galión y Me a, en espera de que Lucio que bebe del Ródano, llegarían a leerle Anneo, el glorioso predestinado, que toda. su vida adoleció de ruin salud, fuey a aprenderle. Porcio Latrón abrió el camino de Cór- se más tarde a reunirse con sus padres c oba. A zaga de sus huellas, siguióle a y sus hermanos, llevado de la mano de Roma el jefe de la familia cordobesa de una tía, hermana de su madre, que abrilos Ármeos, Anneo Séneca, a quien la gó siempve para el sobrino, valetudinaposteridad debía conocer por Séneca el rio perpetuo, un ánimo verdaderamente Retórico. Comenzó sus estudies en Cór- materno, doba, pero los completó en Roma, adonPero, ¿qué encanto no tendría aquede se trasladó a los quince años, y, durante otros tantos, oyó allí las lecciones lla Córdoba que dejaba la gens Annea de Marulo. De ese estudioso postlíminio, cuando Valerio Marcial, hijo de la arisca Bilbilis, la requebraba cual si fuera ahito de retórica, el futuro autor de Controversias y de Suasorias re- mujer y mujer hermosa? Córdoba, más gresó a su Córdoba natal. Allí tomó por lozana que el olivífero Venafro; Córdomujer a Helvia, dama de calidad, amén ba, más perfecta que un ánfora del Itr de española, cordobesa. Y en Córdoba tro; Córdoba, más blanca que las ovedel Galeso; Córdoba, que se detuvo el tiempo necesario para que jas mientes púrpuras, sino sincera, vivo que sus hijos fuesen cordobeses y españoles. no color que tus rebaños lucen. es Tuvo tres varones, conspicuos los tres el Así quedó plantado dentro del cerco que ennoblecieron aún más su alta sangre: Lucio Junio Galión, Lucio Anneo Séneca y Marco Anneo Mena. El pri- mogénito Galión. no siguió el cursus hQíiorum que deparaba en Roma la elocuencia; se dedicó a gobernar pueblos, vocación específicamente romana, el famoso verso de Virgilio: E SÉNECA, EN MERIDA, CON SU MEDEA CASTILLA Tu regere imperio populus, Romane, me mentó. r Preferida ífoor técn ¡eos u contratistas Fábricas eri: Madrid. BitUao: Vaimiiolld, Barcelona, -Sevilla y Sagúntoí S Fue precónsul en Corinto, que se espejea en dos mares. A Galión le cupo la robusta gloria de que su nombre quedase consignado nada menos que en el libro de los Hechos de los Apóstoles El motivo fue la algarada que promovieron los judíos contra el apóstol Pa- Córdoba, la fecunda, celebra su doble Séneca y su Lucano único. Cuatro siglos más tarde aumenta el embrollo el poeta cristiano Sidoi. io Apolinar, al decir que de los fecundos Sénecas cordobeses, el uno rinde culto a Platón y el otro tañe en la orquesta de Eurípides. Hoy sólo nos interesa el Séneca que tañe el canoro metal en la casi wagneriana orquesta de Eurípides. De todos sus héroes míticos sólo hoy nos interesa la atroz Medea, cuyos maullidos de tigre, huérfana de sus cachorros, van a oír los mármoles rotos y el teatro despedazado de Emérita Augusta De Séneca, uno y múltiple, son, sin posible duda, nueve de las diez tragedias que nos han llegado con su nombre: la misma doctrina filosófica, la misma lengua, el mismo estilo, la misma rápida brevedad, los mismos rasgos de agudeza, la misma vehemencia enfática, la misma prodigalidad de diches sentenciosos, las mismas contorsiones del afán español, de la grandiosidad. Sen piezas más que para representadas para ser leídas; para refugiarse en los salones doctos frecuentados por Séneca, conversador delicioso, regalo de los cídos de su tiempo, oráculo de aquellos círculos romanos, asilos de la virtud antigua, forja de almas viriles que bajo la tiranía cesárea se preparaban a bien morir a la hora qUe fuese, que siempre tra la impensada. En las fieras truculencias de nuestra Medea, jcuán blandamente suena la evocación de sus bodas felices y envenenadas luego! ¡Y cómo recuerda a Horacio la maldición que fulmina la esposa abandonada contra los que, cori quebradizo leño, rompieron los mares pérfidos! Y cuan irrefrenabie emoción no causa recitada en el corazón de Extremadura, de donde salieren tantos osados argonautas que domeñaron el mar tenebroso y la selvatiquez del Orbe nuevo, acuella tremebunda profecía que parece inspirada del Espíritu: En edades tardías, venir han unos siglos en que el Océano relajará sus cadenas y se abrirá una tie 1 rra inmensa, y Tetis revelará un mundo nuevo y Tule no será la postrera de las tierras. Lorenzo RIBER 1 M 9i mta. Españole.

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