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ABC MADRID 04-03-1955 página 3
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ABC MADRID 04-03-1955 página 3

  • EdiciónABC, MADRID
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D I A R I O 1 L US. f A D O D E INt) R! M A C i O N G tr N E R A I I FUNDADO EN 1905 POR DON TORCUATO LUCA DE TENA D I ARIO I L U TR A D O D E i NF O R M A G 1. O N G E ÑERA L i al cabo, lo mismo que se vienen preguntando frente a, ese bárbaro marti- río español que él exaltó. ¿Qué habremos de contestar nosotros, los españoles, a esa perplejidad academicista frente al ciclópeo, y algo asustante, edificio de la obra clodeliana? Ante todo hay que reconocer la certeza del peligro. De Violante, la protagonista de uno de sus dramas, dice el propip Claudel que cuando la traen un niño para que lo resucite vivió la tentación de la santidad Claudel vivió, probablemente, la perenne tentación de la genialidad. Saber que se puede ser una de esas cosas supremas es la más peligrosa de las sabidurías. Porque ésas son cosas que hay que serlas sin saberlo Todo modo de ser para lograrse profundamente tiene que olvidarse de su propio uniforme. Claudel vivió siempre el peligro de buscar su objetivo revolucionario y genial por los caminos de su desbordada sensualidad: color, música, cinematógrafo y lujo verbal. En este sentido se aproximó a Wagner. Pero lo salvó el que, si éste empleaba, en el drama, sus sentidos como se emplean en la lujuria, Claudel los empleaba como se emplean en la liturgia. Claudel debe ser exaltado como el más genial y litúrgico explorador de un teatro católico metafísica y suprarracienal. Pero ni la gran liturgia anula las populares flores de mayo ni el Dogma la plática moralizante del cura de aldea. Para lo qué no debe ser empleado. Claudel es para abrumar con su peso todo teatro católico claro, directo y a lá es- pañola. La hornacina- altísima donde debe colocarse a Cláúdel no debe servir de garita para disparar contra toda otra forma de poesía católica contemporánea. Es bien fácil escribir dé las obras con tono deficitario. Es fácil decir que a La Muralla le sobra moral jurídica y le falta metafísica; le falta contrición, y le sobra atrición. O que a tal comedia de santo de un autor español le sobra historia y le falta el movimiento interior de la Gracia. Pero es mentira que el hecho de que La Muralla provoque devoluciones de conciencia o que la comedia de santo provocara montones de vocaciones, no sqa un valor absolutamente ponderable de un teatro católico, dentro de un sentido vivo, moral y español del arte que es bobo calificar, porque sí, de burgués. No se utilice al gr. an poeta sin masas que fue Claudel, como límite y susto frente a un teatro católico español ruidoso y popular. Véasele como una ori- 1 lla del anchísimo océano del arte católjco. No hay que desdeñar la escudilla del anacoreta a nombre de la púrpura del cardenal. Hay que depirle que si a todas las infinitas posibilidades de lo católico. Pongamos a Claudel, de todo corazón, cerca de Isaías y de Dante... Y comprendamos en séguida que el Catolicismo se arruinaría si él párroco de la aldea no tuviera, para transmitir a sus feligreses, más que versículos de Isaías. de jf fteal Academia s- A muerto Paul Claudel. precisamente cuando e s t a b a invitado- -y se confiaba en que vendría- -al pri- más intuitiva que discursiva; más sosmer Congreso de Teatro Católico que. tenida por el acoplamiento metafísico de está primavera, se celebrará en Zarago- las ideas que por la construcción graza. Dios lo ha querido así. Faltará en la matical y lógica de las palabras. En litegiran celebración su voz ancha y oceáni- ratura- -y sobre todo en literatura caca; faltarán la puntualización y las exac- tólica es decir, impregnada de eternititudes que él hubiera podido aportar dad- -hay un modo paradójico de resobre su propia obra: el más ambicioso gresar caminando hacia adelante. Así esfuerzo de exploración y busca de un es como Santo Tomás, a fuerza dé au drama católico contemporáneo. dacia, regresó a Aristóteles; así es como Claudel ha sido lo suficientemente lon- Claudel, a fuerza de ímpetu vital y mogevo para que su panegírico necrológico derno, vino a caer en el pleno mundo haya empezado en vida. Ha sido reite- de las catedrales y los misterios a la radamente comparado con Dante. Se le espalda de Descartes y de la Academia ha concedido el título de genio. Y so r Francesa. Tan a la espalda, que la Acabre todo, se le ha otorgado aquello que demia tardó bastante en admitirlo, porea esta edad criticista parece ser el sello que comprendía que, con él, admitía, un de máxima distinción: la polémica. Sus poco, todo el antiacademicismo de lo mecomentaristas van, según la exacta ex- dieval y prerrenacentista; todo el sublipresión de Guerrero Zamora, del cero me caos creador, anterior a las ideas al infinito desdé la apología a la abso- claras de Descartes. De lo más exacto h ta negación Tanta polémica- -añade que de Claudel se dijo, fue aquella preGuerrero- -es, ya de por sí, un síntoma, favorable al autor. Y una característica cisa localización de Marcel Raymond: -podía añadirse- -de los valores litera- Por moderno que sea, ocupa idealmenrios católicos contemporáneos. Aunque te en una Francia imaginaria y en la feparezca paradoja, es precisamente en este cha de mil seiscientos, un lugar que cocampo que está dotado de dogma, man- rrespondería al de Calderón en la Espadamientos, disciplina y autoridad, donde ña real... Ni siquiera rehuyó él nunca más se discute todo. Ño es novedad. esta clara localización física. Fue uri gran 1 Santo Tomás, San Bernardo, el Císter o amante de España. En su agonía por regresar- -sin regrese- -a una poesía plenaSan Ignacio, por ejemplo, son nombres que evocan todo lo contrario de una idea mente cristiana, comprendió que el siglo quince estaba ya demasiado lejos: pero ti pacífica y mansa aceptación. No es extraño, pues, que, en pequeño, muchas España estaba muy cerca. Escribió su revistas, especialmente católicas, discu- Colón Llamó a Le soulier de satín tan y hasta pongan verde muchas de las acción- española Cantó su oda A los obras católicas recientes que han tenido mártires de España Mucho de lo que gran éxito de público. En revistas sa- buscaba del lado de allá de Descartes y cerdotales o de apostolado católico he el Renacimiento, lo encontró sencillamen- leído, en estos días, páginas- violentas te del lado de acá de los Pirineos. n objetantes sobre El cuarto de estar Pero naturalmente esto acarreó a su les Diálogos de Carmelitas o La Muralla Es magnífica la vitalidad católi- Arte, frente al academicismo típico de ca. Clama por que todo se cristianice, pero Francia; la misma perplejidad que le causin que por eso renuncie a examinar con sa todo hecho español. Francia había la más exigente lupa todo esfuerzo cris- vivido muchp tiempo bajo el signo- de tiano. Nadie mima menos a los suyos Minerva para recordarle así, de pronto, qué la Cristiandad... Porque sabe que no la parte de Dipnysos. Henri Derrieux se hay nadie suyo sino de Dios. En las preguntaba frente a Claudel si. la audaz grandes elecciones generales de la Lite- barbarie de su estilo volverá a la penumratura, el Catolicismo es el único par- o creará definitivamente la luz Es, bra tido que- -porque no es de este mundo- se permite el lujo de hacer sus elecciones dando mítines en contra de sus candidatos. H CLAUDEL Y EL TEATRO CATÓLICO Esto nos hace comprender la excitante conveniencia de la celebración de ese Congreso de Teatro Católico, de Zaragoza: y el dolor de la irreparable ausencia del grande y discutido poeta francés que tanto hubiera podido puntualizar sobre su. propia obra. Privados de sus exactitudes habrá que suplirlas con nuestras suposiciones. Probablemente Claudel puso el máxirnp empeño de su aventura poética y dramática en superar la corriente laica de lá poesía renacentista y lograr una forma- -según su propia confesión- TM Fabricada con técnica Fábricas en: Madrid, Bilbao, Valladolid, Barcelona, Sevilla y Sasuntp, José M PEMAN Esa oía.

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