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ABC MADRID 02-03-1955 página 16
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ABC MADRID 02-03-1955 página 16

  • EdiciónABC, MADRID
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A B C MIÉRCOLES 2 DE MARZO DE 1955. EDICIÓN DE LA MAÑANA. PAG. 16 HABLA EL R E Y Con este título aparecerá en estos días un libro en el que el veterano periodista, colaborador de A B C, don José Gutiérrez- Ravé, ha acertado a recopilar y anotar los discursos pronunciados por Su Majestad el Rey don Alfonso XIII desde su mayoría de edad basta su muerte. Por su especial interés, nos complacemos en reproducir íntegro el prólogo que para el mencionado libro ha escrito D. Julio Danvila Rivera, vicepresidente que fue de Renovación Española, y que dice así: Después de que Gutiérrez- Ravé, que fue ¡el jefe del Gabinete de Prensa de Renovación Española, pidió a D. Antonio Goicoechea, su presidente, el prólogo para uno de sus libros, y más tarde hizo lo mismo con el conde de Vallellano, vicepresidente de aquella entidad, ahora lo hace conmigo, que ocupé igual puesto. Acepto gustoso tal demanda, por la amistad que me une con el autor de Habla el Rey, y el respeto, cariño y admiración que sentí por D. Alfonso XIII mientras vivió, y que ahora, des pues de perderlo prematuramente, me inspira su memoria. Pero al aceptar el encargo, quiero hacer la salvedad de que entiendo que se me pide prologar lo que es casi imprologable, porque es bien difícil componer algo que sea digno de. figurar jen el comienzo de un libro, en que su autor se convierte en recopilador, cediendo su puesto al Augusto protagonista, que es quien con sus adiscursos y frases llena cuanto en éj se contiene. Por ello, conforme con la definición de prólogo que consta en el Diccionario etimológico de Barcia, quien dice que significa la prefacción que se pone al principio de los libros, para dar noticia al lector del fin dé la obra o para hacerle alguna otra advertencia voy a limitarme a preparar a los lectores, con ciertas ob servaciones que, por considerarlas del caso, someto a su buen criterio. Fn los momentos actuales de España, es preciso y urgente colocar en el sitio que corresponde a la Institución monárquica, bajo cuyo signo la Nación se Ha constituído en Reino plebiscitariamente, durante el Caudillaje del Generalísimo Franco. Para logiarlo, es difícil tener en el campo Ir terario un. acierto mayor que el de Gutiérrez- Ravé en su libro actual, porque su oportunidad no puede ser más grande, cooperando a la apertura de un proceso histórico, que haciendo justicia del pasado, rehabilite lo que una República sin republicanos tuvo que atacar para conseguir su advenimiento al Poder, y porque su eficacia tampoco es dudosa cuando lo que se dice no son cosas matizadas mejor o peor por quien las escribe, sino las mismas palabras pronunciadas por D. Alfonso XIII, que, como ser humano, utilizaba ese don de Dios, que permite al hombre llevar su alma a la boca, para ponerla toda entera a disposición de sus semejantes. Con lo cual, al enaltecimiento de la Institución se une el de la Dinastía, dejando sentados gruesos pilares en que cimentar la España rescatada en la Guerra de Liberación, que desde 1936 se viene edificando. No sé lo que cada cual sacará al finalizai la lectura de este libro, pero ante su contenido se puede asegurar que será favorable para el que fue Rey de España, conocido todavía en su vida por la mayoría de los ciudadanos hoy existentes. De mí, he de decir, que al leer y meditar cuanto contiene la obra, unas veces recordando y otras aprendiendo lo que el Monarca dijo, he acabado de consolidar mi criterio de que, se trata de uno de los más in- teligentes, mejores políticos y con un patriotismo que es imposible superar. Para sacar perfecto provecho de la obra, el lector, usando del método de San Ignacio de Loyola en sus ejercicios espirituales, debe hacerse la siguiente composición de lugar: S. M. el Rey D. Alfonso XIII vino al Trono a los dieciséis años de edad; la Constitución que juró, en su primer párrafo decía que España era una Monarquía y en todos los demás articulaba una verdadera República; su advenimiento tuvo lugar cuando la Nación había perdido los últimos baluartes de ultramar y la política demo- liberal, con sufragio universal inorgánico, mediatizada por el caciquismo partidista, comenzaba a agonizar ante las reacciones tradicionalistas de un lado, queriendo salvar sus esencias, y los socialistas del otro, pretendiendo llevarla a lo que en seguida se convirtió en el Comunismo; durante su Reinado el mundo entero se dividió, a consecuencia de lo anterior, en dos partes irreconciliables, con el triunfo rojo en Rusia y su extensión a otros Estados; tuvo que gobernar su Patria, durante una guerra universal, que marcó el final de una era de la civilización humana, que se debatía por superarse, con Ja. supervivencia de un sistema ya muerto y por ello, incapaz de ser resucitado, pese a los cambios de regímenes que se le pl ¡caióii, Y fúé en este lugar donde Don Alfonso de Bórbóri y Habsburgo reinó y pronunció lo que el lector encontrará en Habla el Rey, y ello tuvo que hacerlo con la doble mordaza, material, de la Ley básica, y moral, de un juramento hecho ante Dios por un cristiano, que impedía lo que en otras condiciones y sin tales trabas puede asegurarse que hubiese sido su actuación, alcanzando hacer una Patria libre, grande, insta y jeliSj que profetizó en algunos de sus discursos y cuyo logro hubiese evitado su muerte lejos de España, coflet corazón deshecho al ver los acontecimientos de 1931 a 1939, y las consecuencias que ellos trajeron. Pata complementar esta- composición de lugar en que ha de colocarse el lector, debe también ir teniendo en cuenta, cómo don Alfonso XIII, verdadero niño al ser coronado Rey, conforme avanzaba en edad iba imprimiendo en sus palabras su sello personal, en rebeldía cada vez mayor contra lo que los políticos, sedicentes responsables, le querían imponer; y cómo esa rebelión, se hizo más patente cuando sancionando con sus regias prerrogativas la Dictadura del general Primo de Rivera, quiso emancipar al país y a él mismo, de las trabas que llevaban a España por equivocados y fatales derroteros, teniendo la mala suerte de que, circunstancias que no es de aquí analizar, hiciesen entonces perder la gran ocasión que se presentó de salvar las esencias españolas en forma bien distinta de lo que luego se hizo. Y, por último, se ha de advertir, que cuando las palabras de Don Alfonso XIII son enteramente suyas y libre de toda traba pudo decir lo que sentia, fue a partir del 14 de abril de 1931, desde cuya fecha hasta la de su muerte, ha recogido Gutiérrez- Ravé las de mayor interés y resonancia, pero que por no constar en archivos, serán seguramente acrecidas con otras que le deben facilitar cuantos lectores las conozcan, para que en uno o más apéndices figuren en ediciones posteriores, que con ello llegarán a ser el más perfecto retrato moral del Rey fallecido. A tal respecto, y por considerarlo del todo encajado en este sitio, vov a exponer algo que me dijo S. M. en Fontainebleau a poco de ser exilado, al examinar las posibilidades futuras y anali ar las an- tiguas ¿Pero es que alguien puede creer que si a Mi me hubiese permi ido la Constitución jurada y el asenso del país gobernar de otro modo, no lo hubiera hecho? Porque es lo mismo que si para ir a un sitio a larga distancia de Madrid me hubieran ofrecido un carrito tirado por un burro o un Rolls- Royce No creo que nadie suponga que iba a utilizar el primero. Pero en política no se me dio a elegir, sino tan sólo tuve el carrito y el burro y Dios sabe las amarguras que esto me costó, y ahora sufre quien para eL servicio de su Patria hubiese querido disponer de los me- jores medios de serle útil. Pese a esas trabas gubernamentales de Partidos y Ministros, que de hecho mediatizaban al Rey, no dejándole hacer lo que deseaba, en cuanto El dijo se ven reflejadas cuatro cosas: la poca fe que tenía en el sistema político; la confianza ilimitada en España y los españoles; el ansia que le devoraba de ver a su Patria como antes llegó a ser, la primera en el mundo espiritual y material, para servir a Dios v a los hombres como ninguna otra lo hiciera; y que para Don Alfonso XIII no había más que ESPAÑA. Quien así era no pudo tener mayor martirio que el verse desterrado, itnDOtente en el servicio de la guerra v reconstrucción nacional, abocado a morir en tierra extraña, como al fin ocurrió para su inmensa desgracia y la de quienes el 14 de abril de 1931 nos juramos el trabajar sin descanso para que volviese a pisar la Nación que tanto amaba. Ello constituía su gran preocupación, y también en Fontainebleau, donde tenía el honor de visitarle con frecuencia, un día me diío, lloroso y emocionadísimo, para otie lo transmitiese a nuestros amigos: Sí para bien He España es conveniente que Yo vuelva a Ella n 1 rún día. nr me imnortaría hacerlo como Rey, como Padrp del nuevo Monarca o como simple ciudadano, ya que Mi deseo es que sea cuanto antes, porque me ahoeo viviendo fuera de su recinto; nunnue fuese e barrendera de la Puerta del Sol sería feliz en mi Patria. Pero si Dios, en sus altos desienio? que acato, por verlo tmeior para nuestra Nación, permite que fallezca en el extranjero, sólo 03 pido que cubráis mi cadáver con esa Bandera (señalando la nue conservaba, perteneciente si barco oue le llevó a Francia y sobre Ella poneáis tierra española. Tales emotivas frases dieron más tarde lugar a que en Renovación se recogiese aquella tierra mezclando un puñado de cada una de las provincias v que en un dia, bien triste y doloroso, en Roma, fuese echada en un ataúd, que espera impaciente lo que ya no se puede dilatar su traslado a El Escorial, donde los españoles quieren que se encuentre. Con lo dicho, confío haber cumplido el deber que me impuse al aceptar la difícil demanda que Gutiérrez- Ravé me ha hecho. Como cristiano, español, monárquico y dinástico, le doy las gracias al autor por el acertado trabajo que tantos horizontes abre a la rehabilitación del desaparecido Monarca español, brindando ocasión de que la Historia, al igual que a otros Reyps, adjetivó de Santos, Grandes, Magnánimos, Conquistadores, Pacificadores... a Don Alfonso XIII le denomine: EL PATRIOTA Esa rehabilitación y ese título serán el único consuelo que tengamos quienes queremos, al no poderlo ya traer al Trono que dejó vacío, que desde el que sin duda goza en el cielo, reine después de morir, logrando del Altísimo para su España tan querida, mejor cjue desde la Tierra, cuanto El y nosotros siguiendo sus enseñanzas, deseamos y con la ayuda divina lograremos.

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