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ABC MADRID 06-02-1955 página 23
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ABC MADRID 06-02-1955 página 23

  • EdiciónABC, MADRID
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EL NIÑO SE QUEDA TRISTE K Oñate; de espalda al caserío que debió pintar Ricardo Baroja, sobre la calle empedrada por la que Zalacain p a s ó seguramente, llevando la vieja diligencia, este niño, que no sabe apenas dónde está, se queda triste. El aira trae el monótono soniquete de las álbarcas y la ensordecedora y atronante discusión de los martillos con los yunques de todas las fraguas. El niño no oye ni las albareas, ni los martillos, ni los yunques. Está triste y no llora. Porque este niño no sabe llorar. Esto le ha librado de ser un niño llorón de tantos, tópico de fotógrafos, y se ha quedado así, con la mirada fija en la nada, igual que un angelote de madsra soñado por Salcillo, o como un muñeco de porcelana con el que todas las niñas de la calle da Serrano quisieran ju- A gar sobra las alfombras. Nadie le retiene por el jerssy da marinero, y él, sin embargo, no puede ni quiere correr. Contempla, seguramente a su padre, que marcha camino abajo con la caja de colores. Pero el niño se queda quieto, porque está como representando su papel conmovedor, en una comedia de las que los alumnos dsl colegio de frailes celecran el día de la onomástica del superior. Esta niñez, intuitiva más que reflexiva, que se inclina a lo que quiere, sin saber llamarlo por su nombre, sufre pacientemente los inconvenientes de su edad, que aun no tiene dos cifras para escribirla. El niño quiere ser pintor, y se ha quedado triste porque su padre no le deja embadurnar cartones con tos colores de los tarros y de los tubos. Le gustan, sobre todos, e l rojo, el verde y el blanco, porque él E cree que ésos- son los que necesitaría para pintar bodegones casi tan bien como los pintaría Matisse. Cuando sea mayor, mirará ya esta fotografía desvaída como la de un hijo muerto. En las nebulosas de su memoria él se verá siempre, a sí mismo como lo que ahora es, camo un niño a quien todos los años sacan en la procesión del Corpus vestido dé monaguillo, con un roquete bajo el encaje del ai 3 a y un incensario dorado que pesa más de lo que él quisiera. Cuando sea mayor, acaso no piense en nada de todo esto, porque, cuando se es mayor, se piensan cosas muy complicadas. Cuando sea mayor, esta fotografía pertenecerá seguramente a la serie dé Objetos perdidos, y este niño nf se acordará de que lleva un pequeño ángel dormido en el alma. Cuando sea mayor, nadie sabe qué podrá suceder, pero lo mtis seguro es que no sucederá nada y que el niño no tendrá que arañarse la cabeza para sacarse a sí mismo hilitos con los que se teje una glosa literaria, ante una fotografía como ésta, de expresión petrificada, cuya única sugerencia está en la impasibilidad cóíi que le mira a uno, igual que uno dé esos niños de mármol que hay en las fuentes de los jardines abandonados. Pero comprendamos que si el niño se queda triste y no sabe llorar, él no tiene la culpa. Marino GOMEZ- 8 ANTOS (Poto Carlos Lara. i

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