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ABC MADRID 16-01-1955 página 9
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ABC MADRID 16-01-1955 página 9

  • EdiciónABC, MADRID
  • Página9
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NUEVA ORLEANS, CIUDAD CRIOLLA por Andrés Révesz S IN el Vieux Carré de su época francesa, Nueva Orleáns no presentarla un interés especial para el turista. Sería un gran, puerto, eso si, una ciudad luminosa, cuya calle del Canal rivaliza en luz artificial, en. sus noches semitropieales, con el Broadway neoyorquino; se hablaría de ella como imperio del Intercambio comercial con 1 América ibérica, sin que tales ventajas atrajeran forasteros y extranjeros que no estuviesen interesados en los negocios. Pero- -afortunadamente para nueva Orleáns- -ahí están los recuerdos del colonialismo francés, un reflejo del París de otros tiempos, que tantas novelas y películas han logrado inspirar. No, hablamos de la arquitectura del barrio irancés, pues en este terreno se está lejos de París, y más cerca de alguna modesta Prefectura, sino de la ciudad del juego, las cortesanas, los perfumes y... los restaurantes para gourJnets Algunos de ellos tienen fama en todo el territorio de los Estados XJnidos, y hasta en Europa, por extraño que parezca. Para el norteamericano procedente de regiones monótonas, Nueva Orleáns es una especie de antecámara de tierras de ensueño; para el forastero con Inclinaciones menos romáhticas, e gran puerto del Mis- aissipi presenta al menos la particularidad de que su población blanca es creóle o sea descendiente no de anglosajones, sino de franceses y españoles. Porque Nueva Orleáns fue fundado por aquéllos hace ya cerca de tres siglos y medio, pero hace casi dos qué Luis XV la cedió a su primo, Carlos III de España. Durante unos cuarenta años, Nueva Orleáns fue española; el gobernador Almonaster y Rojas, y su hija, lst baronesa de Pontalba, son mencionados todavía como bienhechores de la ciudad criolla. Y también se sigue hablando del Cabildo, como si estuviésemos on alguna capital suramerioana. Artística barandilla de hierro forjado de uno de los balcones de la parte antigua de Nueva Orleáns, en Ja vieja Rué Royale, que indica la influencia francesa en la arquitectura de 1 la iudad. Un café popular, cuyo estilo, muy distinto al de los establecimiento que se n en Ja parte yanqui 0 loa Catado Unidos, refleja e! espíritu de otros tiempos, en que aun no prevalecía t catéter (t. Se comprenderá que ocho lustros son pocos para modificar el carácter de una- población, sobre todo cuando no existe. tal propósito. En el siglo de las luces pre dominaba lo francés, y no es extraño que 1 turista se deje impresionar por los nomfores propios galos y se olvide de la breve época hispana de la ciudad. Verá el lago Pontchartrain, pasará por las avenidas St. Ciarles, Esplanade, Claiborne. el par que Audubon; le hablarán del fundador, Jean Baptiste Le Moyne, sleur de Bien ville, de los famosos piratas Laf itte, de los tradicionales bailes de Mardi Gras; en al museo situado en la antigua Place d Armes, que ahora se llama Jackson Square, en honor del defensor afortunado de la plaza contra los ingleses mandados por el cuñado de Wellington, verá numerosos cuadros, y otros recuerdos de la época, francesa de Nueva Orteáns. Sin embar- go, no hay que exagerar; la ciudad hace tíempo que ha dejado de ser francesa. Hace ya siglo y medio que Bonaparte la cedió a los incipientes Estados ttoidos y

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