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ABC MADRID 09-01-1955 página 5
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ABC MADRID 09-01-1955 página 5

  • EdiciónABC, MADRID
  • Página5
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T- ENIA yo un amigo que habia estado I sometido durante muchísimo tiem- X. po al régimen de la media tostada. Unos días se tomaba la media tostada a las dos de la tarde. Otros, no conseguía los sesenta céntimos de su importe hasta las tantas de la madrugada. A veces se pasaba tres días consecutivos sin dormir y, a veces, dormía treinta y seis horas de un, tirón. Iba vestido de riguroso verano en lo más crudo del invierno, y, falto de otra cosa con que tapar sus vergüenzas, solía llevar en el mes de agosto un abrigo que le llegaba hasta los pies. Muchas veces la lluvia le- cogía en mitad de la calle y lo ponía hecho una sopa. Asi conocí yo a mi amigo un año, y dos, y tres, y cuatro, y cada día lo encontraba más joven, más ágil y más fuerte. En la tertulia, uno que comía siempre a sus horas padecía de dis- pepsia y otro que poseía un gabán magnifico estaba constantemente resfriado. Mi amigo, en cambio, no enfermaba nunca, y él decía que era porque sus medios no se lo permitían. Parecía como si la media tostada constituyese para él una sustancia divina que le hiciese superior a todo. Me fui d Madrid. Volví al cabo de algún tlempOi- ¿Y Fulano? Fulano- -mi amigo- -había encontrado un empleo y se había casado. Fui a verlo. Tenía un pisito muy confortable, una mujercíta muy cariñosa, unas zapatillas muy cómodas, una cocinita muy apta para la culinaria familiar y una caja de pitillos liados a mano por la tierna esposa después de escoger el tabaco brizna a brizna y pagados con su propia y amorosa lengua. Estábamos en pleno invierno. Por las noches, cuando mi amigo salía de casa, su mujer le daoa una bufanda para que se protegíase el cuello y, cuando volvía, le hacía tomar un vaso de leche caliente con azúcar. Pero mi amigo no era el de antes. La dolia e estómago y la cabeza. Todo le sentí taba mal. Unas ¡veces estornudaba. Otras, se quejaba del riñon o del hígado. Estaba hecho una verdadera birria. En cuaníu normalizó su vida, en cuanto empezó a. comer y a dormir con regularidad, en cuanto se encontró tranquilo y sin preocupaciones y en cuanto, en- fin, abandonó la ofensiva por la defensiva, se ablandó y se puso malo. ¡Qué quieres! -me dijo el pobre, empleando un símil náutico al que se había aficionado mucho en los últimos tiempos- El barco empieza a hacer agua... -No lo creas- -le repliqué yo- Lo que le ¡pasa al barco- -porque supongo que el barco eres tú, aunque me resulte algo difícil eso de representarme a un amigo, en forma de oleta, patache o quechemarín- -es que se ha vuelto demasiado conservador y que. en vez de afrontar los vientos y las olas, como había hecho siempre, ha perdido la moral y se ha puesto al pairo. Esto es lo único que le pasa al barco. -Quizá tengas razón- -exclamó mi amigo- pero, de una manera o de otra, lo cierto es que el barco se hunde. Y, en efecto, a los pocos días, se hundió definitivamente. ¡Grave, peligrosa y, a menudo, fatal transición la del café con media a los calditos caseros, así como la de los zapatones chapoteando en el agua, con sus grandes bocas abiertas como cocodrilos, a las cálidas pantuflas de bayeta y la de las camas improvisadas en un diván de redacción o de oficina a los mullidos lechos familiares. Mi amigo, que había resistido impertérrito tantos años de mala vida, no pudo resistir ni un par de ellos de vida cómoda, y es que la adaptación a esta vida resulta casi tan difícil como la adaptación a la contraria. El que quiere realizarla de un modo brusco suele perecer en su propósito, y esto fue, precisamente, lo que te ocurrió a mi amigo... Julio CAMBA (Dibujo de Lorenzo Goñi.

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