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ABC MADRID 01-01-1955 página 3
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ABC MADRID 01-01-1955 página 3

  • EdiciónABC, MADRID
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D 1, AR 1 ü 1 L U ST R A D O D E INt O RMAC iO N G E N E R L r- FUNDADO EN 1906 POR DON ABC TORCUATO DIARIO ÍLUSTR A D O D E I NF O R ívi A G I O N G E NE R A L LUGA DE TENA equiv o c a n u s t e d e s si creen que los años están numerados ya en los dominios de Cronos y acuden a la plataforma de lanzamiento según los van llamando por su cifra, como se hace con los clientes desde las ventanillas de un Banco. No. El número se les pone- -como a los toros la divisa- -cuando van a comenzar su acción. Antes son abstracciones formadas por segundos, minutos, horas, días, semanas y meses, y figuran en la muchedumbre de sus congéneres, pero no ociosos, sino preparándose para ganar una plaza. Es muy útil que ustedes conozcan estas particularid des, porque resulta un poco vergonzoso que sepan cómo el señor Equis pudo llegar a ser en su pueblo el registrador de la Propiedad e ignoren por qué les rige tal o cual año. Los años son muchos y las plazas pocas. Sólo disponen de una vacante cada doce meses, y los solicitantes son legiones. El sistema que priva en la designación no tiene nada que ver con el que en España se llama del dedo Existe un Tribunal formado por años antiguos y modernos, ante el que comparecen los opositores y exponen sus proyectos y las ideas sobre las que los basan. Y se les aprueba o se les desaprueba. Es inútil buscar recomendaciones para Saturno. Al Tiempo no le preocupa absolutamente nada que nos mande el Año del Hambre o el Siglo de Pericles. Su puesta es tan copiosa que se puede permitir desentenderse de cada ejemplar y hasta devorarlos, como hacen algunos peces prolíficos con su freza. Tiene delegada la selección, y los años han de esforzarse en acumular méritos, lo que notsotros podemos comprender muy bien, porque si en la Tierra suprimiésemos las recomendaciones y las componendas, cada hombre valdría lo mismo que otro hombre y tendría que apurar su cerebro para sobresalir. ASPIRANTES A 1955 ción de sus propósitos lo que ha de suceder a cada individuo. Si dijese morirá Pepito o se casará Juanita resonaría una carcajada general. Esas pequeneces no importan y se resuelven después por simples procedimientos de trá tnite. Únicamente nuestro egocentrismo nos mueve a pensar otra cosa, El destino individual apenas le importa al Tiem po cuando se trata ele excepcionales figuras que influyen en la marcha de la Humanidad. Lo que se somete a examen son las iniciativas que pueden afectarla. Unas resultan de trascendencia evidente por su simple enunciado, y otras, de trascendencia sutil. Por ejemplo: en las últimas oposiciones presentáronse dos candidatos entre la legión de candidatos. Uno prometió aportar un rouge imborrable que favorecería la moral por no atreverse los caballeros a intercambiar besos con quienes no fuesen sus esposas. Y otro ofreció unas barras de carmín que, por desvanecerse inmediatamente su color al pasar a otros labios, evitarían muchos disgustos y acrecerían la felicidad de hombres y mujeres. Siempre hay años que patrocinan invenciones análogas, que muchos califican de bagatelas. Pero he llegado a saber que cierto año que aspiró a ser proclamado 1955, apoyó sus pretensiones con alegatos tremendos. -Si me designáis- -dijo- si he de ser yo quien rija el mundo durante los doce meses venideros, me acompañará una fama imperecedera. Todos nosotros aspiramos a ser célebres por algún motivo: ya suscitando guerras, ya cambiando dinastías, ya amparando descubrimientos asombrosos; algunos- -de escaso caletre- -han apelado al recurso pueril de esconder osamentas o esculturas o labores de alfarería, que al ser halladas siglos después proyectan una dudosa luz sobre sus fechas. Han pasado sobre el haz de la tierra incontables años que no dejaron rastro y que no son citados jamás, y esto resulta oprobioso. Los años que aun no hemos sido estrenados sentimos vergüenza por la escasez de fantasía en los que nos han precedido, por su sumisión a los tópicos, que les inclina a repetir ideas y circunstancias ya utilizadas, por el tedio en que rebozan sus actos. Ya es hora de realizar algo formidable y nuevo. ¡Paso a la uventud! Sólo nos- (CUENTECILLO DE AÑO NUEVO) Cada año prepara con mucho tiempo su programa para presentarlo a los examinadores. No son frecuentes las ideas geniales, ni todas las que se ofrecen son oportunas. Así, al Año del Motor de Explosión se le ocurrió su truco hace más de un siglo, pero lo suspendieron porque entonces no lograría la conveniente eficacia, y tuvo que esperar. Para la designación definitiva se dmite una especie de referéndum en el que pueden intervenir todos los años, no sólo los que han sido, sino los que se hallan en germen todavía. No debe usted suponer que cada año consigna en la r la- otros somos capaces de producir acontemientos tan impres i o n a n t e s como aquellos que en la lejanía de las Edades dejaron su indeleble huella en el mundo: la aparición de la vida, las épocas glaciales, el hundimiento de la Atlántida... Yo puedo hacer una gestión de parecida grandeza. Vengo preparándome en estudios de física nuclear. Puede decirse que están conseguidos y hasta almacenados recursos de fabulosa capacidad destructora. ¿Por aué no los utilizamos y; i? La atención de la asamblea se h: zo más honda. Continuó el candidato: ¿A qué se espera? ¿No estamos incurriendo en el delito de perder el tiempo, tan grave para nosotros? ¿Qué ineptitud o qué cobardía nos contiene? ¿Van a quedar estériles los esfuerzos de nuestra sabiduría? ¿Quién pecha con esa ingente responsabilidad? Los años antiguos del Tribunal parecían muy impresionados. -Concededme el título de 1955- -siguió el orador- -y haré que lluevan las bombas de cobalto y otras todavía más terribles sobre la corteza del Globo. Y desaparecerán los pueblos y los hombres serán apenas pavesas inidentificables y la vida de los animales y de los vegetales se extinguirá, y quedarán contaminados los océanos, y las últimas horas del último hombre se ocuparán en una angustiosa lucha por prolongar su permanencia en el avión que le lleve más arriba de las nubes, porque debajo de ellas todo el aire será mortal. ¡Incomparable proeza la del año que a tanto se atreva! ¡Confiádmela a mí! Los miembros del Tribunal temblaban de entusiasmo; grupos de siglos aplaudían. Sin duda iba a recaer la elección en el osado. Pero entonces habló brevemente un viejo año que solía envanecerse de haber dado vida a Herodoto. ¡Meditadlo! -clamó- Porque con el último hombre habríamos desaparecido todos los años. No es él quien por nosotros vive, sino nosotros por él, y si no existiese quien nos recibiese y despidiese e h oríase con devoción tari minuciosa y supeditada, no seríamos ni una raya en el agua, ni un crujido, ni una chispita en la eternidad. -Tiene razón- -aprobaron los años. Y por eso nos hemos librado de que el año 1955 sea el que nos conduzca a la guen atómica. W. FERNANDEZ F T 0 RE 2 -te la ieal Academia Española.

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