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ABC MADRID 15-07-1954 página 7
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ABC MADRID 15-07-1954 página 7

  • EdiciónABC, MADRID
  • Página7
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liza y nos eleva porque nos hace pensar. Escribir p a r a ei teatro e s relativamente fácil, pero lograr que ese bagaje literario no gravite sobre nuestros hombros, sino que. por el contrario, nos ponga, alas en el corazón, como a Jacinto Benavente, para sublimizarlo, es un don que sólo concede Dios a los elegidos. El j u l e lo crítico- -más o menos laudatorio- -qué merezca su obra el conjunto se encargará de hacerlo la posteridad. Nosotros, los actores, no podríamos enjuiciar, p o r q u e tratándose del Palápiz de don Jacinto. Benavente, que se conserva en el Museo del Teatro de Madrid. (Pato V. Muro y Alfonso. dre antepu s i m o s siempre a nuestra razón nuestro sentiQUELLAS manos breves. de Jacinto otros, porque cumple una misión impor miento. Benavente- -ágiles e impacientes co- tantísima y necesaria. La de mostrarnos la mo su espíritu- que vertieron sobre capacidad interpretativa de un comediante. Lo que sí haremos es mantener guardia sus comedias la prosa más recia y profun No puede ser buen actdr quien no dice en la tumba de su gloria y estudiar su teada de nuestro acervo literario, yacen aho- bien la prosa de Benavente. Esto es ya un tro. Ese teatro de Benavente, qué abarca ra enlazadas, inertes sobre su corazón. Cq- axioma en la profesión. una época y que será en el futuro como razón y cerebro que fueron expresión viva Cualquiera de sus obras es eomo un libro una estela de nuestro Siglo de Oro. y palpitante de un prodigio de la Natura- de texto, propicio siempre para él estudio Y recordarle, recordarle siempre. leza. En el rostro tranquilo y. pálido del del actor, o para la meditación, o para el Ahora, cuando el corazón del genio ha maestro no se advierte la menor contrac- análisis. Abierto siempre a la más inespe- enmudecido, cuando el motor de su cereción. Diríase que está pensando en su de- rada sugerencia. bro se ha parado porque la muerte arrojó recho a ser inmortal. Pero es otra la reaEl padre no se paró nunca a pensar en ei en él su puñado de arena, empezaremos a lidad. ¡Benavente ha muerto! El arte dra- estilo literario Le importó más infundir- sentir la nostalgia de sus pasos menudos mático español ha sentido en su entraña le perfiles de realidad a la ficción para lo- por ek escenarlo, el bisbisear característico el zarpazo cruel de la muerte implacable. grar que las palpitaciones humanas de sus de sus comentarios, la agudeza picante dis Las alas sutiles de una mariposa no personajes fueran sentidas y valoradas por frazada de puerilidad. Cosas nimias que son para Volar sobre. etmar por eso creo el espectador. fueron para el maestro como un traje de Benavente dominó como nadie ese difícil fiesta. que la pluma de un actor- -uno entre tantos- -no es la más idónea para expresar, en arte de aunar en una perfecta ensambla Don Jacinto, que le, llaman a escena urias pobres lineas, el dolor inmenso de los dura la bella expresión de un pensamiento artistas de teatro, al contemplar al ídolo, sutil y elevado con la frase corriente, con para saludar. No puedo ir. Si corto el chascarrillo, el caido y roto en el último acto de la come- el concepto casi vulgar que nos imce decir por lo bajo Esto, lo he pensado yo tam- final no les hará gracia a éstos, dia de su vida. Con nuestra- risa, al final del cuento, se ¡Hablar de Benavente! ¡Qué grande el bién ¡Lo hemos pensado, sí: pero quien daba por satisfecho. ¡Prometeo contentánempeño y qué minúsculos los medios de lo escribió fue Benavente! expresión! Su pulso de dramaturgo, la asombrosa dose con la luz de un candil! En- este instante, cuando la muerte pren- ductilidad de su genio, consiguió una de las Don Jacinto Benavente ha entrado ya de sus crespones de luto sobre el escena- cosas más difíciles en literatura: armonio en la historia cargado de laureles. Como rio sin límites de nuestro arte, ¿qué po- zar cosas tan dispares como la amenidad y Pericles, dará nombre a su siglo. Quiera dríamos escribir los actores de teatro? Y, la filosofía. Dios que la leyenda ¡con su imprudente e sin embargo, hemos de hacerlo. Gratitud y. Leer a Benavente es un placer, pero es- inoportuno bordoneo, no se atreva a turrespeto obligan. timo- -sin temor a ser tildado de hiperbó- bar la dignidad de su sueño eterno. Así como para los gi iegos fue Herodoto lico- que releerlo es de una gran utilidad. el padre de la historia, Jacinto Benaverite Como lo es todo aquello que nos espiritual RIVELLES V es- -y seguirá siéndolo- -para los artistas de ¡habla hispana el padre del teatro. El padre. Y así le llamábamos, orgullosos de su amistad. ¡Padre! ¡Puede ser tan vasto el alcance de esa palabra! í Ayer mismo, en la casa en penumbra, empequeñecidos y anhelantes al sentir en nuestras fibras, tensas por la emoción, ese soplo frío que desplaza la muerte al pasar, también preguntábamos: ¿Cómo está el padre? Y una respuesta- tan débil como la pregunta... Todo inútil. Sólo un milagro... Se acaba, se acaba. i Para nosotros no era la vida de un ser que llegaba a su término. Era la vida de él, del maestro, del padre del teatro. ¡De Jacinto Benavente! ¿Cuándo estrena el padre en el teatro tal? ¿Ha leído ya el padre en tal otro? ¡Siempre el padre! España entera se vestirá de luto, pero nosotros los gue hemos hecho un culto del arte de representar comedias, humillaremos la frente nsilencio, jíerdidos en ese espacio slti luz que nos deja el padre a ¡marcharse: El teatro de Beñavente, sí ya no fuera admirable por sí mismo, lo sería para nos... EL PADRE YA NO DICE NADA A

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