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ABC MADRID 02-02-1947 página 15
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ABC MADRID 02-02-1947 página 15

  • EdiciónABC, MADRID
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Manuel Machado. NA- semana ha devorado la mitad de las supervivencias del siglo pasado. Desaparecen por un solo golpe de guadaña un poeta, un torero y un cómico: Machado, el Bomba y Anselmo. Sobreviven, por fortuna, Benavente Baroja y Azorín el dramaturgo el novelista y el litefato por antonomasia. Hace un lustro estaba de moda abo- f minar del siglo xix por un espejismo propio de estas tierras de sol y de estepas. Se olvidaba que, una vez más, el iniició de la decadencia po- lítica engendró eri España el reflorecimiento de las artes como en el x v n En nuestro clima, la i reacción espiritual frente a las adversida. des no parece un fenómeno, sino el sin toma natural de la convalecencia. Y siempre la. elegía concibe en su propio seno la oda- pindárica y el canto heroico de esperanza y de fe. Machado, Emilio Torres y Anselmo Fernández... Tres personalidades específicas, tres hitos eminentes en su ámbito, tres epígonos de su arte y de su época, que el poeta y el cómico supieron estirar hasta el mismo instante de su óbito. Mozos de la misma quinta, los tres se marchan juntos a ser luceros de perenne rielar eh el mundo de nuestros recuerdos. Y los tres simbolizan la rica levadura de donde se alzar. a este dichoso renacimiento de ía poesía presente, del toreo actual y... de nuestra añoranza por la pléyade de cómicos excelentes que no desdeñaban integrar jan conjunto sin pujos de caibecera. ¿No hay buenos cómicos hogaño? Sí; los hay, y magníficos. Lo que m suele haber son compañías. Y válgame, por ejemplo, esa golondrina de Lara para soñar con un; fértil verano. Machado es un poeta del xix, por razón de sus precoces lauros; pero la historia literaria le fijará en el xx, entre los más insignes. El y su hermano Antonio lucrarán la gloria de haber inserto el paisaje espafio! y todo el espíritu del paisaje, en el gran; libro de la poesía; la de haber ennoblecido lo popular al herir delicadamente las cuerdas de su lira o de su guitarra: la de fundir en un bloque diamantino. Opulento en gemas, lo clásico, lo romántico, lo parnasiano y lo sen- Anselmo Fernandez. U Emilio Torres, Bombita cillamente poético, que brota con admirable espontaneidad allá donde unos ojos miran lo bello, unos oídos escuchan lo cadencioso y un corazón sensible capta lo tierno y lo hondo de la vida humilde. El Bomba fue el creador del torea con sonrisa, que su hermano Ricardo consagró. Torero macho, Emilio Torres se encaraba con el cornúpeta alto de agujas, recio de ancas, veleto y astifino, con el gesto elegante de un gladiador romano, sabedor de que en el graderío habrá un poeta que comprenda su riesgo. Su toreo tenía el tono y el sentido de un duelo a muerte, y sus percances se contaban por las veces que el adversario le clavaba el cuerno en las vecindades del corazón, como si aquél supiera de antemano que sería el Bomba su matador inevitable mientras el corazón le palpitara. Antes de los Bombas la seriedad marchosa de Lagartijo y Frascuelo la gravedad sapiente del Guerra... Después de ellos, el. gesto trágico de Belmonte, la hierática seguridad de Joselito ue a la muerte Te llevará por quiebra de las seguridades; humanas, la seriedad estatuaria de Manolete La sonrisa fue un patrimonio de los Bombas En cuánto a Anselmo, se va Con él todo el género chico también: de cuando en cuando materia de diatribas contra lo castizo. Si en él níedió está el fiel, no evoquemos al género chico como la cúspide del arte teatral, p ¿ro tampoco le denostemos como a un arte de los suburbios. Del genero chico donde convive la joya y la bisutería, el buen acero y la sucia chatarra, como en todas las artes de todos los tiempos, salieron Ramos y Vital, Vega y Arniches y Muñoz Seca. En sus aulas de enseñanza fundamenta! cursaron Lola Membrives, María Palóu y, antes, Rosario Pino, Loreto Prado e Irene y Leocadia Alba. De allí partieron, para la escena amplia, Julianito Romea, Manolo Rodríguez y tantos otros cómicos afamados, que no cito nominalmente por no llegar al último. De Anselmo, como de- Mesejo, puede decirse que era el más madrileño de los provincianos, porque ni el uno ni el otro eran nacidos en Madrid. Pero Madrid, tan personal, tan típico, tan inconfundible, ya sabemos que es una gran bota de solera, donde todos los buenos vinos saben y huelen a Madrid. Más de cincuenta años 1 hace que Anselmo representaba en Barcelona La verbena de Ja Paloma Todavía hace pocas noches la representaba también en Sevilla. Pero no era ya el cajista apasionado y celoso, sino el tabernero socarrón y ecuánime. Que los años sedimentan 1 los arrebatos y donde hubo amor sólo queda filosofía. Al sentir el dolor de estas tres muertes, nos impulsa un ansia incontenible de decirle adiós al siglo xix. Nuestra voz no sería oída: lo impedirá el estruendo de los aplausos con que este público de mediados del xx aclama al autor de La infanzona puesto en pie frente a la figura viva del que antaño fue autor de El nido ajeno FEDERICO ROMERO

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