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ABC MADRID 25-12-1946 página 3
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ABC MADRID 25-12-1946 página 3

  • EdiciónABC, MADRID
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MADRID DÍA 25 DE DIGBRE. DE 1946. NUMERO SUELTO 40 GENTS tf LA NAVIDAD DE LOS VIEJOS AS ideas más puras y transparentes del hombre preceden de la Navidad. Cuando ya en la edad provecta realizamos ese acto de reflexión hada atrás que se llama hacer memoria, nos detenemos siempre en una Navidad remota, en la que las ideas religiosas de sentir a Dios Niño como nosotros se unen a ¡la alegría de unas fiestas familiares bulliciosas y alegres. Estábamos todos, pensamos, y, sin embargo, entonces, para algunos de los que parecían compartir la fiesta con nosotros, faltaban muchos. Ley de vida inexorable, Cfue se produce dentro de la continuidad familiar, la de que algunos, para no amargar nuestra alegría, fingen que están alegres también. Casi pedemos afirmar que la Navidad es el nido de la nostalgia. Aquellas Navidades tan alegres, y, después, cuántos dolores y penas, cuántas ausencias, cuántas dispersiones... En las Navidades, ya de hombres, produce una impresión más penetrante el recuerdo de los que faltan que la visión real de los que están. por esto, es singularmente patética la Navidad de los viejos. Navidades Hienas de puestos vacíos, que r ¡o puede reemplazar nadie. La mesa está completa, pero en torno nuestro faltan muchos semblantes, que no vejemos más en la vida. Y. estas r: as, queriéndonos acariciar, iros hieren. Después, aquellos niños de ayer ya son tambres. Es decir, son otros. Todo Jo que ha v en torno nuestro procede de nosotros, y representa qu s el curso familiar no se ha roto. Es el mismo ámbito, los mismos muebles y aún las mismas viandas. Llegan a nuestros oídos los mismos villancicos y el mismo estruendo de zambombas y panderetas, es deci. r, que el poema de Navidad está completo, con su escenario y su música, y su letra, más en iprno nuestro faltan muchos personajes, y, quizá, faltamos nosotros mismos, o, al menos, faíta nuestra inocencia, esa alegre falta de pasado que tienen los niños v esa vita! seguridad en el porvenir. En el fondo, es que falta la fe. ¿Qué asuntos hemos de resolver al día siguiente? ¿Por qué nos distrae esta preocupación, esta idea fija? ¿Qué conmoción ha arrancado 3 as raíces de nuestra alegría? Así sería la Navidad de nuestros padres y nuestros abuelos cuando eramos nosotros niños, pero no advertíamos estas sombras. No hay nada de un egoísmo tan refinado como la alegría de los niños. Y es que los n iños no- quieren nada ni con el pasado ni con el porvenir. Viven en su puro sueño, y, a lo sumo, les preocupa unos instantes la víspera. nacer en una ciudad, sino en u i paisaje. Así recuerdo yo una gran lámpara de petróleo con enorme pantalla de, porcelana, proyectando una luz fría sobre el blanca mantel de hilo. El Nacimiento, en penumbra, dramatizaba, sus escenas con los reflejos rojizos que le enviaban los leños de una chimenea. El reloj medía el tiempo con cautela. Había que esperar para ir a la misa de media noche. Momento misteriosa que yo aprovechaba para acercarme de puntillas al balcón, y mirar al camlpo. ¿Qué había en el campo? Esencialmente, había silencio. Y con el silencio, frío. La noche í e nía color de nieve, pero nía nevatta- Seguramente empezaría a nevar, a las doce en punto, cuando el Dios Niño apareciese en el mundo. Y en aquellos momentos, para mí el campo ra Un Nacimiento vivo y iJeal, con montañas auténticas, y bosques) verdaderas, y río con agua, y caminos que blanqueaban en la oscuridad para que fuesen por ellos los pastores... y miraba al cielo con ansia. para descubrir en él la es- trella guía de los buenos Reyes, p ero aquella noche se habían apagado todas las estrellas. ¡Qué difícil tener fantasía sin una realidad donde apoyarla! ¿Si en una noche como aquélla, me acercas e de nuevo a esite balcón me emocionarían como entonces las mismas imágenes? ¿Mas, para qué volver a este instante? La vida sigue, y oíros verán hoy lo que nos- i otros vimos. Dejemos que ios niños ríani en el regazo de la nostalgia es decir, ¡en los brazos de los viejos. FRANCISCO DE COSSIO DIARIO ILUS T R A D O DE IN F O RM A QI O N G E NER AL! olla con estas palabras: Vianda preparada con carne, tocino, legumbres y hortalizas, principalmente garbanzos y patatas, a lo que añade a veces algún embuchado, y todo junto se cuece y sazona. Es en España el plato principal de la comida diaria. Desde siglos, la ilusión de la inmensa mayoría de los españoles es tener asegurado el puchero el pucherete el pote o el cocido denominaciones con que también es conocida la olla. Esta aspirj. ción o sueño que colma las ambiciones de los hogares ¡s, e transparenta en la literatura, y de modo especial en el teatro, desde los autores clásicos a los de nuestros, días. Una olla de algo más- de vaca que carnero figuraba en el yantar de nuestro señor Don Quijote y cuando el enamorado cervantista don francisco Rodríguez Marín, que ha agotado el análisis del libro excelso, investiga el régimen alimenticio del ingenioso hidalgo, nos describe los componentes de la olla, con la ayuda de los mejores autores del siglo XVII. Plato reconfortante y único, que hoy, como nunca, despertará la admiración y hasta el arrobo del mundo entero. Los más preclaros hombres de letras le dan a la olla tratamiento de reverenda, bien merecido, por cieno. Reverenda olla, que, según la descripción de Lope de Vega, encierra buen carnero, vaca gorda, la gallina que dormía junto al gallo: -más sabrosa que las demás- liebre, tocino, longaniza, ajos, garbanzos, cebollas y otras zarandajas Pili tura fastuosa y cuadro opulento en el que. se recrea y propasa la pluma del autor, pues hoy, como ayer, es tan fácil enriquecer el puchero con productos de la imaginación como difícil de llenarlo con cosecha del mercado. Sesenta ollas al mes- -decía Covarrubias- -es el gobierno de unhidalgo próvido, porque la olla, así a la comida como a la cena satisface a la gen- te con la carne y lo demás que se echa en ella, y con una escudilla de sopa. Después de Dios, la olla- -reza un refrán- y todo lo demás es bambolla. Si la nacional olla es compañera indispensable de la raza en todo el curso de la Historia, según dice Galdós, no es menos cierto que los españoles de todos los tiempos luchan, se inquietan y remueven por la conquista del cocido que también a lo largo de la Historia propende a situarse en alturas inaccesibles. Pues si la olla es ilusión y exigencia nacional y hemos comprobado que cuando está al alcance de las gentes aplaca los humores, tranquiliza los ánimos y hace más llevadera la vida, sería justo enderezar tocios nuestros esfuerzos a su restauración en el puesto de honor de nuestras mesas, aunque fuera con menos perifollos v zarandajas con que la adornó Lope de Vega, sin pensar ni distraernos en sustituirla por pescado, carnes, purés u otros alimentos que no tienen la autoridad, la tradición ni siquiera el empaque literario de la olla. Olla que un día debiera ser impuesta por decreto y con carácter obligatorio, aunque todos los demás alimentos quedaran entregados a la disputa y arbitrio de los hombres y en su conquista se desgarrasen los sórdidos que con ellos especulan y los glotones que los buscan para su regodeo. JOAQUÍN ARRARAS L LA REVERENDA OLLA A señora exclamó: -Es que parece que uno se consuela hablando de comida. Algo parecido ocurre a los enfermos, que sienten como un alivio cuando hablan de enfermedades. Estas palabras cerraban una discusión a propósito de si José Plá acertaba o no al defender que debía darse al pescado la preeminencia en la cocina española, por su riqueza nutritiva, la relativa facilidad de su logro y. otras importantes y bien concertadas razones. Plá pretende que el pescado ocupe en la mesa española puesto de honor con categoría de manjar uni- versal, casi de maná, en vista de la desaparición de otros alimentos que antes compartían o disputaban a aquélla finalidad de nutrir a los españoles. Resueltos a eiegir candidato para esa Yo recuerdo la Navidad en el pueblo y en la pequeña ciudad. Cuando he pasado vacante, nosotros nos declaramos partidarios de la olla, cuya recuperación proponuna Navidad en una gran ciudad, ha sedo dríamos como programa mínimo del hoen el cuarto de un hotel. Entonces he aprengar español en esta época de escasez y dido que no hay manera de alquilar la alepenuria. Al pedir esto, nos situamos en la gría de Navidad. Uno de los motivos de línea de la tradición española, de confordesasosiego de la saciedad moderna se halla midad con el espíritu clásico. en esta prisa por compartir la alegría, una La Real Academia Española define la L falsa alegría, con desconocidos. Por dejardesierto el ámibi. j familiar y huir de él. Porque un joven de hoy nüs diga que la familia es un aburrimiento. La Navidad del pueblo, he ahí una Navkiad auténtica. Y es que, para sentir íntegramente la Navidad, es necesario más paisaje. Dio s se hace hambre y no quiere ¡HUÉRFANO TRABAJADOR! Recuerda que el nuevo Estado te concede el derecho al Subsidio Familiar si tuvieras a tu cargo la manutención de tu madre incapacitada o mayor de cincuenta años, o bien hermanos menores de catorce años.

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