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ABC MADRID 08-12-1946 página 3
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ABC MADRID 08-12-1946 página 3

  • EdiciónABC, MADRID
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MADRID DÍA 8 DE DICBRE. DE 1946. NUMERO SUELTO 60 GENTS W MARQUINA ENTRÉ LAS FLORES EJAD que hable de Eduardo Marquina un poco tarde, por el: deseo de hablar un poco mejor. La primera hora, la actualidad, es el botín de la Pren- sa: la noticia telegráfica, y luego, la bio. gr a. fía, el juicio rápido, la necrología. de urgencia; todo eso que viene- a Ser corno la Agencia de Pompas Fúnebres de las t e tras... A 1 Poesía, después, le corresponden las cosas más duraderas y sosegadas. Desde que el poeta muerto llegó á Madrid, y fue presencia, aunque inmóvil y silenciosa, lo que había sido noticia y telegrama, Madrid, empezó a llenarse, de flores. -Ya las traía a montones de Córuña: coronas, ramos, cruces. Pero por minutos aumentaban en torno de él. Parecía que llegaba con él- ¡todavía! -la. Primavera. Las ñores eran. tantas que, pa r momentos, tapaban la negrura de vías colgaduras. fúnebres... El color. y el luto entablaron franca disputa, Se ¡Igualaban primero: y, luego, ¡poco a poco, la- victoria se decidía del lado del color, como en la hora de un amanecer. El defmitvo refuerzo victorioso lo daba la bandera española, que cubría el féretro con sus colores, tan jocundos, tan vitales, tan JAOCO plañideros. Hacia las tres de la tarde, estallando de rojo y amarillo, de rosas y claveles, la capilla, era ya lo que tenía: que ser: la capilla ardiente de un poeta del Mediterráneo. 1. ria del color y Id vida sdbre íá muerte del Poeta, la ponía aquel entrar y salir de las actrices, vibrantes de sensibilidad armoniosa, regando todavía más flores; Las Pompas Fúnebres son siempre algo tan profesional y frío como su horrendo nombre. (Aparte de que, en principie a mí, como a no sé qué es- critor, todas las pompas me parecen íúnsbrés. Había que vencer todo ese trajín expeditivo de- acarreo y desembalaje. Y eran tos actrices, con sus flores y sus. lágrimas, las que derrotaban definitivamente todo el, cónvenéi pna lismo protocolariol Nada era menos teatro que la ofrenda llorosa delTíatro al Poeta. No sabe nadie bien hasta qijé punto una actriz es una torcida de nervios Que se quema a sí misma: ni nadie sabe hasta, qué punto- estos nervios se. funden con los del que, en tarea como matrimonial, ha compartido con ellas la creación de vidas y figuras, la emoción del riesgo y de h gloria. En la misma: medida. en, que son: celosas y puntillosas, las sensibilidades de teatro, son generosas para la entrega de tuna hora deíinitiva. Todas las suceptibilidadessón pocas, para éUas, cada día. Pero- todas las flores son pocas cuándo llega 5 un día Allí, al lado del Poeta muerte, estaba lo mejor de su herencia: las que prolongarán su voz n el tiempo; las jue seguirán, siendo su Teresa, su Isabel, su Magdalena. Estaban allt llenando el- aire de fragancia, como con un tono de familia como disputándole. celosamente el. Poeta a k s cebaduras negras, -y a las comisiones cívicas y a los centinelas inmóviles. Parecía que, entre lágrimas y sollozos, reclamaban al Poeta- para las ñores y para la vioa. Para esa vida que todavía ellos, y sólo ellos, los. hombres y mujeres de teatro, le pueden dar. derrotando a la muerte... Porque el sol da la giran Poesía, como el de Flahdes, úo es verdad, que sé ponga nunca del todo. D I A R I O 1 L U SJ: T R Á D 0 DE íiN- í. F 0 R MA C I 0 M G ENERA. L W No volví la cabeza. Debí esbozar un ade. mán de pesadumbre; y aua Iq dirig 4 al esbelto árbol que se alzaba, en éljardinillo, mitad patio, de m casa, estas o padecidas palabras. f -Adiós, jefe. Estaré. aquí mañana a la hora convenida... ¡Y yenoeremosa tós mix! Podía haberse roto el sueño, en encantamiento; pero las ensoñaciones: de los chicos no logra romperlas, a Veces, ni la más tremenda realidad. Ahora se cumple, -se ha cumplido, o va a cumplirse, d centenaiio de Búfalo, Bill, héroe de las inmensas: praderas americanas, -mito, ya dfel lejano Oeste. -Todos los- muchachos de mi tiempo le llevábamos en nufestro írazón, cuando aún. un héroe más perenne; más universal y muchísimo más gra. ndioso, no ños había enseñado qiie. no. siempre se sale invicto de las empresas jue se imaginan be- Jlais y justas, ni de las aventuras que, en ver- dád, lo son. Yo c r eo que, después, Béfalo Bill, ha seguido poblando las mientes dé otras generaciones infantiles, en ésa: e d en que los juguetes de estar sentados en la alfombra del cuarto de jugar se abáiidonan por otros que ayudan el movimiento. Búfalo Bill existió, en efecto; y, al parecer, stí apellido era Cody. Luchó contra los indios que se revelaban a la acción norteamericana y a 1 a colonización del Geáte; y de sus luchas, de sus. empresas y sus va lientes acciones, quedó la leyenda, que. lué creciendo. El- hombre a. caballo, galopando extensiones inmensas, asistido de unos po. Se había librado en la capilla, un poco, el cos, en peleay éñ ocasiones, contra tribus mismo duelo que en su vida y su arte. Márenteras, hizo fabulosa la figura, que los qüina, el lírico mediterráneo de las Odas, y cronistas- legaron, a! a infancia en cuaderel Vendimiar, se metió poco a poco, hasta lo líos que iban apareciendo, uno tras otro, más hondo, de Castilla. El, barcelonés, llegó con cubiertas de chillones colores, en las que. hasta el Cid y Santa Teresa, como Unamusiempre aparecía Búfalo. Bj, U en h i actino, vasco, hasta Salamanca; como Hlsorin, V JOSÉ MARÍA P E M A N tud gallarda. levantino, hasta los pueblecitos de la ManUn día, andando los años, fuimos a ver de Xa Real Academia Española cha; como Machado, andaluz, hast los páuna película cuya, trama se desarrollaba con? ramos de, Soria, La meseta salvó, en aquella el fondo de la guerta de secesión. Enton generación, el sentido metafisico. de España, ces, por un solo instante, allá en. la lejanía, injertándolo en el sentido estético de, la perien tanto ua tren, uno de aque os trenes de feria. ijó su mirada, que la mía no pudo resis- las iniciales etapas del, ferrocarril, cruza Muchos, deslumbrados por la trompearía zabá en primer plano, galopaba un caballo, y, tir, y me preguntó: épica, acaso no ven hasta qué punto Marquien. su montura, él antiguo; héroe de nuestra ¿Tú quién eres? ria entendió siempre, a- Castilla en catalán, en- mediterráneo: es decir, bajo especie de uni- Yo le respondí con respeto, que traslucía mi- imaginación. Más tarde, Búfalo Bill se nos aproximó en otras representaciones, cine- versalidad. En su juventud, él cantó a las admiración: vendimiadoras con ísus canastas rebosante de- -Soy Pico Salvaje. Vengo a correr eonti- matográficas que. le tomaban como persogajos de oro, contra, el fondo azul y luminos- o go la aventura de las praderas. Los siux it! naje central; y le v, imos, -con. pena, empequeñeceíse, fíese. a. la gran estatura- dslactorí del Esté. Luego ellas marcharán hacia el cw acechan. Han roto las pipas de la paz, que fuque l e encarnaba. I razón de España. Se separarán, acaso, del- maron a tú. lado. Yo no sé si se siguen vendiendo por los fondo azul. Pero no se les cayó un solo gajo Búfalo Bill meditó unos segundos, en los de- oro dé las canastas jocundas La más que pude, observarle: Era fuerte, sin exce- quioscos los cuadernos de Búfaló BiU. Para grande- España de Marquina acaso está en so de corpulencia; le -ceñía el torso su pe- los muchachos, los. cultivadores de la liteaquellos dulces cuentos aldeanas, de pdbreci- euliar casaca amarilla; las. recias piernas ratura- -llamémosla! sí- Mlirigida a ellos, tos carpinteros, y ermitas, y fuentes, y ríos: las llevaba. embutidas, en- los pantalones de inventan constantemente héroes! nuevos, en de la sencillez y de la hombría de bien del montar y en las flexibles, polainas altas; la ocasiones evocados más o menos fielmeiít i- hombre español, sin la cual toda la España, sombra del ala de sü iiinienso sombrero le de la realidad, y otras, de absoluta creacio de Teresas e Isabeles no tendríaN contenido caía sobré el rostro, dejando ver, si bajaba Con Búfalo. Bill se. fueron para mí, y luni realidad. En el arte de Marquina, también, un, poco la cabeza, sólo- el g- ésto, un poco pongó que lo. mismo, para muchos homibíes, la disputa- -páramo central y luz del Este- triste, de su boca, y el largo y sedít- so, bi- entoncej niños de mi edad muchas cosas, se resolvió, como en su dormitorio último de gote encima del labio... Se lleyó instintiva- bellas, y, para la eternidad, inasibles, que la estación del Mediodía, a favor de las ñores. mente las manos a las culatas daMos vdumi- van todavía más allá- -yj todavía ¡son más El estaba allí, entre montones de ellas, di- nostís revólvers. que. k pendían del cinto, hermosas- -que la ingenuidad, la inocencLá, ciendo todavía: España y yo somos así, se- mientras concluía en n tono de benevolencia: la noble pasión- por los g- estos desintefé ñora. Pero España toda ejntera: con sus -Bien, Pico Salvaje; acepto tu ayuda. sados, e incluso. inexplicables; sé nos ful seriedades de luto y cdn. sus ramos de rosas, De pronto sonó una tercera, voz, que toe esa dualidad de existir en un mundo fde con la sublimidad mística, de las Teresas- de. hizo el tósriid efecto que si se hubiese, roto sueño Vy en el pequeño rijtmdo de lp cotidia- Avila y Ja bondad sencilla de los pbbrecitos un e s p e j o no que, a, la sazón, era ir aV cdl gio, aprencarpinteros. derse las lecciones, -o recibir la consiguien- ¡Niño! A ver si suibes; que se enfría Por eso la última culminación de la victo- la merienda; y, además, empieza a hacer- te reprimenda de no- haberlas aprendido; y relente. correr, al manaatq de voz de casa para D BÚFALO BILL F

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