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ABC MADRID 10-11-1946 página 11
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ABC MADRID 10-11-1946 página 11

  • EdiciónABC, MADRID
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EL MIEDO L rebaño de ovejas se metió en la selva virgen y permanecía allí, apretándose día y noche para neutralizar con la sensación compacta de la masa el inrror de vivir cada una lit r ¡e. Pues el paistor que la guiaba por las llanuras, de pastos húmedos se quedó muerto dé repente; nadie supo la desgracia, K, rebaño vagro, ie un lado a otro y ¿atraído por el infinito de árboles, penetró en la Selva y ya no supo salir. unánime, numeroso, junto, abriéndose paso por venas de arroyos hundidos en vegetación, aJimentáiadose del hurbazal de los claros, de- E X pandóse en la maleza los. velloras, durmiendo con las cabezas alertadas en la negrura sin estrellas, detenidas por la cerrazón arbórea. Siempre tembloroso, al rebaño de ovejas le sobresaltaban los misterios y peligros de la Selva inacabable: extraños gritos y susurros de animales invisibles, destrozos de fieras que caían óbne los recentales y los devoraban, arrastrara? de sombra relámpagos de esmeraldas, corvos, picos cerniéndose, amenazadora Selva, empavorecedor ámbito del que no poseía las armáis, brutales necesarias allí para defenderse y atacar... El miedo de las ovejas, indefensas e incapaces de acción, terror cósmico a lo inexpresable y certeza de morir por la agresión Jy los fuertes, las inipuli- ó a ponerse bajo la guarda ée quien tuviera bastante corazón! Ipaira afrontar los riesgos, e inteligencia superior a la de las alimañas acechantes. Aquel héroe que podría regir y tranquilizar, amparar y a rvir al rebaño no podía ser otro que el león, rey respetado, tranquilo, magnífico, justo, invencible. -Gobiérnanos, ¡oh poderoso león! que no; ponemos detrás de tu escudo- -suplicáronle las ovejas. El Ivon tuvo lástima de lat torjpes desamparadas y echó sobre sí la pesadumbre de pastorear a quienes oor sí mismas no se valían. A modo de mastín flanqueaba u marcha por la Selva, vi ilairate; arrojábase contra los reptiles que, mimetizados con los musgos, elegían con los ojos la víctima; hacia huir a los paquidermos, unicornes y a los insectos venenosos. despejaba las, trochas, zapando túneles entre la carne viva, verdosa de lianas y heíeohos gigantes entrecruzados de innumerables ramas robustas Detrás) de él, pacifico, tranquilizado, el rebaño de ovejas se multiplicaba feliz en la seguridad. Aquel mo descansar, tanto des gaste de energía, vehemencia tanta, debilitaran ai terrible: león: que nada hay que agote como desvivirse porqué vivan lo- i demás. Alguna va el león se dormía, y al rebaño, el ruido de algún bicho rondador te desparramaba en pánico; una que otra noche, al fallar la guardia del león torpe de oído o de vista, la SeiVa devoraba una oveja; otras veces, el cuidador fatigado suspendía el caminar para procurarse descanso, y las oveja le miraban atónita de que los músculos que les parecieron irresist bles, se relajasen. Y las cobró otra vez el miedo, desconfiadas del guardián de su miedo que las dirtra valor; mucho más temerosas al enterarse de que el león, rey de toda la g rey de las. animales de la Silva, estaba enemistado con sus antiguos subditos... por defenderíais a ellas. -El tigre y el leopardo le odian. -Y también el buitre. El cocodrilo, la serpiente, la hiena y la hormiga roja han jurado matarle. Esto se decían las ovejas, murmurándo: elo d. secreto, mientras el león gallardo, delante del rebaño, era garantía de su bienestar. Qué admirable (perseverancia es la dd león! -le confesaba el leopardo al tigre. Este comiíataiba: -1 Cuánto es su desinterés! Y el cocodrilo, la hormiga roja, la hiena y la serpiente, le juzgaban así: -El rebabo existe porque él sie sacrifica. -La suerte de esas tímidas ovrijas. fue conseguir tai guía, i Para qué necesitaba el león ponerse a luchar con nosotros? ¡Es admirable. -Por primera vez ¡en la Selva no triunfa el que dispon da más fuerza. Por respeto al león y a su empuje incontrastable, e! rebaño de ovejas continuaba, atm rodeado de peligros, sus días apacibles. Mas el 1 miedo ya mordió nti su carne trémula, y la acobardadas de confiaban del león. -Lo mejor será echarle a las fieras, que así s contentará! y nos salvaremos nosotras- -acordaron, Pronto entre el rebaño y sus enrimigosi se hizo pacto, de ambó, ¡contratantes hipócritas. Las fieras se relamían al pensar que las ovejas, iban a quedar indefensas, y regocijábam se las ovejas porqurv, libres del león que encendía celos y rabia en las fieras, (el león ya no tan imperioso por el continuo batallar) oo habían de temer las acometidas de los camioíros de la Selva. Hasta protestaban: -El 1 ón no ha perjudicado, pues sin darnos a é! los rivales SE rían nuestros adictos. Y una noche, a lo astuto (por primera vez en ovejas) hicieran al león emboscada, de acuerdo ellas con los emuladores deí león, y cayó en. una trampa, y Ir; despedazaron! el tigre, el cocotírííq, el buitre, la ¡serpiente, el leopardo y la hiena; sus migajas de cartte las devoró la hormiga roja. Por miedo- -aiempre por miedo- losi ovejafs traicionairon. Ptíro asi se borró el rebaño de los días de la Selva; porque en cuanto el león desapareció, grandes animales como montaiñasi, y animales minúsculos Como briznas de polvo cayeron, unánimes, sobre el rebaño, y no duró el existir de cada ovrvja lo que tarda un mono en saltar del tronco al suelo. -La oveja es tm a mal a guien, el miedo bate estúpido- -comeíntaiba la hiena, las fauces en sangre. -O la ingratitud del egoísmo- rmteneiabai la saibia serpientes- -puede nías en los rebaños que el instinto de conservación. TOMÁS BORRAS i

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