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ABC MADRID 03-11-1946 página 13
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ABC MADRID 03-11-1946 página 13

  • EdiciónABC, MADRID
  • Página13
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NTRE Duque de la Victoria y Molina Lados, rúas tnalagtt fia habíai en. tiempos un café llamado rf la Cas iaña, donde lo mijar que se ofrecía al goloso eran las hijas del duiíño. El recuelo, acompañado ¡por fa sonrisa de las niñas, te 1 nía e aroma del mejor moka. Las niñas eran modosas, guapas y buenas y estaban en el mostrador del cafetín, mientras su padre, remangadas las meraga de la camisa, servía. En aquellos años los barrios de Málaga se empapaban de literatura. Si Cervantes quiso colocar íxi slu p. tio inolvidable a Lo. pilla, mejorado en su arte á e tal manera que con naipe limpio quitara el dinero al mismo Satanás; El Solitario les: dio brillo; Juan José Relosillas, lustre; Arturo Reyes, vida en sus novelas, y Díaz de Eícdbar, cantares que ni el propio diantre sabe ss son de don Narciso o brotaron de La Goleta. Al otro lado del río Guadaímedina, famoso, siempre s co y una vez furioso, se extiende El Perchel y se esponja La Trinidad. En El Perchel, cuyo nombre deriva de lis perchas armadas para secar (pescado vivía la gente de tufo y faca, con límite en la castiza calle, de los Mármoles, donde comienza el otro barrio, La Trin dad, habitado por quienes están un poco alejados! del mur. En los Percheles no era raro escuchar guitarras, ni encontrar tona tabernilk agitanada, con su montón de buñudos nevados de tzúcar y Jos frascos de cazalla can más fuerza que diez titanes. A los presumidos de pavero sobre la c e j a, Hamábaseles los niños de la Mema, en razón d J Cristo que consumieran, las llamas, y ellas, las mocitas, envuelto e! busto en bordado pañuelo y cotí; jazmines en el pelo, paseaban la calle, más para oír que para ver. El otro barrio, extendido desde Mármoles a Martirices, era más finjo, sin dejar de ser flamenco; dábale la cefeanía del campo esa posada elegancia que no tienrp naiinca los barrios marineros. En és- E tos, la Vida es n ás bronca y altiva; en aquéllos, se suavizan los modos comoi si la vía, la mies y el árbol dieran al homíbre una mayor serenidad. Existía, entonces y ahora, un tercer barrio: La Victoria. Casas de mejor aparienc a, comercios manos, escurtos y un tono mesócrata, en los límites de la exagerada educación de quieni la recibió y apen is púade sostenerla. Los Percheles y La Trinidadcníelmente daban a La Victoria el mote de chupa y tira, con el que aludían a las, almejas, manjar baratísimo y gustoso, del que hacían gasto los vecinos que apenas si comían otra cosa que pescadito s de la mar. Luego estaban Capuchinos, con L- a Goleta 1 erv svt centro, y esos núcleos que por ser d todas partes a ninguna se parecen. La calle de Larios, el Parquei, la Afcni eda, La Caleta y El Palo, liyjario, con un estribo que decían Cortina del- Muelle, igual a las cortina de todos los puertos niediterrániros. En esta Málaga inolvidable florecía Anita. Con ambiciones y genioi, la niña quiso saltar el mostrador de la Castaña y fue alutnna de la Acad tmia de Declamación! que dirigía José Ruiz borrego, actor local, de fa nía andaluza, caro Narciso Díaz de Efcobar y Arturo Reyes y Hamón Urbano, profesores. Actores ha teiv do Málaga de gran nombradía, como Taliaví, nacido en la. Meíilla v i ie jl a Thuillier, y otra Anita, la Adamuz, que a stos maestros y a aquella Academia debieron stt gloria. La niña de la Costeña aprendió a 1 aílar y se presentó ani ol cafe oe España kte la plaza de la Constitución. Era alta, esbelta y pruapa. La Acaá imia dio a su salero; ritmo y pronto llegó a Madrid empu: jalda por m destiíio. Iba a coronarse don Alfonso XIII y a la Corte vinieron príncipes y Rejiesl, como Anita Delgado, la bailaora malagueña, que llevalba en su cuerpo la desgarrada gracia de El Perchel, ei fino flamenquismo de La Trinidad, él porte eñoril de La Victoria, y con El Maharalá de Kapurtal y m esposa An la apriscada bravura Delirado eon aü traje de soberana India. de La Goleta, ja gantil aristocracia de los barrios de señoritos, y villa que ¡desde Gibraífara bajan por El Limonar, asomándose al luminoso azul del mar lafno. Entre R (yes y prínciipes, entró en. k capital la verdosa silueta del Matiarajá que Jiaibía de namorarsa de la bailarina. TraJbajaba ella en el Japonés, y el principé creyó que su amor tenía llanos todos los camdnos; En, él corazón de la ntoza gritaron los barrios da Málaga y tuvo el príncipe que desposarla para tenerla a su lado. Fue Reina y madre de Rey. Pero casi nunca la fortuna se acompaña de felicidad y la malagueña volvió a su Málaga, luego de unos años en los que los sueños superaída Ik realidad. Anita fue india, pero para losi suyos, inglesa. Hoy, los barrios de Málaga no han perdido aquella su fisonomía saigfular. La fábjrica, la industria podrán, transformar la silueta externa; del hombre y del pueblo, pero el alma es la misma. i Y í) a Málaga todo continúa con. el 1li gero barniz del sAglo, aifortunadamente. Hasta el r nsueñoidelas niñas baüaorés que aguar- dan su principe para ser reinas. Luis DE ARMISfAN

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