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ABC MADRID 03-11-1946 página 11
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ABC MADRID 03-11-1946 página 11

  • EdiciónABC, MADRID
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LA SEUDOHISTORIA 30 A nación tiene historia y seudohistoria. España tkttiie, historia y seudohistoria, España aventaja a todas las naciones, de Europa en historia y en sendo historia. Han colaborado en la seudohjístoria historiadores, poetas, novelistas, filósofas, ensayistas. Y continúan colaborando. Unos son extranjeros, Iota, más, y otros son españoles. Proceden unos de buena fe, los menos, y proceden otros, coq perfidia, los más. i Y cuál será, en la ¡ciáad moderna, en España, el centro de la- seudohistoria? Ni que decir tiefti que es Felipe II. No sabemos cómo Felipe II ha podido resistir a los cuatro grandes asuntos que se han producido en u reinado; cualquiera, con menos entereza. hubiera suouitnbido. Esas cuatro asuntóte son: la enfermedad y muerte del príncipe don Carlos, el pro so de Antonio Pérez, el proceso del arzobispo de Toledo, fray Bartolomé de Carranza, y el proceso de Gabriel Espinosa, ni llamado pastelero de Madrigal. Los poetas se hatii sentido atraídos ñor Felipe II, poetáis como Schiller, como Quintana, como Alfieri, codo Emilio Verhaéntn, pomo Núñez de Arce. ¿Y qué nos dicen de Felipe II esos poetas? No podemos examinarlos todos; nos bastará con algunos; para nuestro propósito de hacer ver, prácticamente, lo que es la seudohístoria, ter. jemos baf. tanite cqni Quintana, cori Núñez de Arce y con Vertía: trenu Comencemos por Quintana. ¿Cómo tía podido escribir. Quintana, en 1805, su poema de El Escorial ¿Qué ambiente podríamos alegar para usar de algún a. t wuajite con el poeta? ¿El de ciertas disendonesi familiares, én alto lugar, disensiame o anomalías que todas las españoles laimeiwtaban? El ifancho es que Quintana escribió ese poema. Y el hecho es que un iñteJrctual, como Quintana, como todos los intelectuales, debe conservar su independencia para no ser parcial. Y pafcal on contra de la vendad. En contra de la verdad y en contra de su Patria. La poesía de Quintana es una historia sucinta de los Austrias, Comienza el poeta corjdenanido El Escorial. Encarándose con él, le dice jue con la pompa y beldad que en ti se encierra gil fin es padrón sobre la tierra de la infamia del arte y da los hombres Seíitimos decir que Quintana no sabe lo qw se dicit Con. su beldad, ¿cómo puede ser El Escorial padrón á: la infamia del arte? ¿Y qué es eso de ser infamia del sirte? ¿Por qué él arte ha de ser infamia? ¿Cómo las maravillas del arte que encierra El Escorial, en arquitectura, en escultura en, pintura en orfebrería, en rejrría, etc. pueden ser un oadrón de infamia? ¿Por qué un ¡templo ha T de ser todo ésto? Téngase ere cuenta que K 5 mon (u ¡meinto que llamamos Escorial, del sitio en que está edificado, se llama con toda propiedad San Lorenzo el Real de la Victoria. Y ello porque es conmemorativo de una victoria, la á Sara Quintín, alcanzada el día de. San Lorenzo. ¿Y qué tendrá que ver todo esto con la infamia y con et dichoso pa drón? Pero en la poesía hay algo más. Y ese algo es suponer, dar por cierto, que el príncipe don Carlas fue estrangulado; se habla a propósito de él de un dogal con, el cual sa le estranguló. No estaban, los. cotiocitnii- ntos históricos, con respecto a don Carlos, cuando escribió Quintana, a la altura a que están ahora; pero por lo misino, cuando ¿e Aldaba, ruando todo era ¡incierto, debió el poeta ser cauto, ser reservado, ser prudaite. Y de que no lo. fue, nos da pruebas también la afirmación que hace Quintana de que Isabel de Valois, la mujer de Felipe II, fue muerta con un veneno; claram ¿n te se habla de una copai de veneno ¿Y nuestro coetáneo Núftez Arce? f ¡Cómo ha tratado a Felipe II en su drama El has de leña? Respetuoso, sí, -t el poeta con Felipe II. Hace morir el poda a don Felipe II de Espafia (1527- 1598) Carlos, en las días más draimáticos, en los momentos más angustiosos, estén, constantemente un actor cómico y s- ti hermana? El autor nos dice, para justificarse, que sólo las conver saciones con ese actor le divertían al 1 príncipe. Pero ¿es ésta testante, justificación? El príncipe, en sus extravíos, ha llegado ya a lo último: va a expirar. Los, momento son para Felipe II, para todos en Palacio, verdaderamente trágicos; causarán sensación en toda Europa cuando se conozcan. Y en estos, momentos, tratándose de un Monarca como Felipe II, ¿varu y viene por el cuarto e, n ¡que expira el príncipe, entran y salen, y vuelven a entrar y tornam. a salir, un actor cómico, Cisneros, y su ¡hermana, Catalina? La última frase de la obra es esta d 1 actor, con voz estentórea: ¡Soy luterano! Y todos, flatural- metiite, se quedan estupefactos. Emilio- Verhaeren es poeta. Ha escrito un drama en tres actos, en verso y prosa. Tiene en él grandiosidad la figura de Felipei I I pero es una grandiosidad siniestra. E n e! primer acto vemos, em El Escorial, al príncipe don Carlos y a una dama d e la Reina, la condesa de Cfermont; suponemos que se Bl poeta Quintana. trata de Luisa de Bretaña, baronesa de Clermont- Lodéve, que con tanta solicitud asisCarlos por sus propios excesos, por sus lo- tió a ¡a Reina, cuando Isabel ét Valois em curas. Lo malo es que n el drama de Núñez fertnó de: viruelas. No ha cometido Verhaieda Arce Felipa II no tiene grandiosidad. Y ren la torpeza de presentar, como Quintana, si algo no. se le puede discutir a Felipa II es al príncipe enamorado de su madntistra. lo la U r i lad: dignidad que en los reyes es ma- tstá de tal dama Y nos encontramos, en esta jiM. nl. Y qué diremos de la idea de 1 hacer oche, aquí en El Escorial en una terraza, cu as habitaciones djvl principe don la de un pabellón en que habita el príncipe. En el fondo se descubre la masa enorma de El Kí corial: todo está en silenejo; tad o es tinieblas, menos una veratanita iluminada, en El Escorial, que corresponde al cuarto en que velas Felipe II. El ambiente creado por I1 poeta es de verdadera poicsía. Pero Verhaeren hace que, al final, unos soldados estrangulen con sus manos al príncipe! don Carlos. ¿Y por qué este final, cuando tal estrangulación no hacía falta? ¿No era bastante trágica la! muerte que, en efecto, tuvo Viste del don Carlos? S: ¡dirá que no era teatral; pero Monasterio es que Verhaeren, según él, según sus panedr El Escoria giristas, no escribía sus dramas para el público grande, sino para. un público de electos. Téngase en cuenta que el Felipe II de Emilio Verhaerítti se estrenó en Paris (i en 1904, y que en esa fecha ya un compatriota del poeta, el historiador Gaehard, había establecido la verdad raspecta a te: muerte del príncipe. Y que en el mismo París, otro historiador, el conde Charles de Mouy, había publicado xtr libro sabré, lo inisoió, en U 7 se expone la, misma verdad, libro que en 1 188 S iba par ls tercera dición AZORÍN

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