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ABC MADRID 01-11-1946 página 11
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ABC MADRID 01-11-1946 página 11

  • EdiciónABC, MADRID
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EL COMETA BRUCKNER E cuando en cuando, cada quince o veinte año el cometa Bruckner se asoma a nuestro firmamento musical madrileño. Su órbita no puede ser más excéntrica. El mismo, el villano o paisano, si no del Danubio de su afluente el Etí n s, el tosco y puro Antón Bruckner fue también un excéntrico que hizo reír en la pista del mundillo musical vie ijés, y no por pasarse de malicioso, sino por quedarse en simple. En las raras visitas que nos dispensaba cambio de su tardanza y de su arritmia, se deja ver, oír muy cerca, muy lento y con una cola respetable, Alrededor de cincuenta o sei aenta minutos dura cada epifanía, y este año por partida doble, en cielo de viernes y de sábado. Los iniciados le comprueban epñ la tablas alíonsí- es de su partitura 4 ¿bolsillo, los aficionados qué le desco (jocen o apenas le recuerdan le escuchan con cautelosa curiosidad y las jóvenes- Promociones le sorportan con manse oumhre reverente, y al extinguirse el últtóio- acorde, le, despiden con un hondo Inspiro, que vale por un ¡buen viaje, jnaestro! i i Peregrina figura la del viejo Bruckpar, cuyo anecdotario, piadosamente agavillado por amigos y discípulos, merecería, rnás que una serie. de artículos, toda una floresta de sales, hechos y dichos. De entre tantos chismes sabrosos espiguemos hoy alguno referente al jüeito Brahmfe- Bruckn r, que es sólo una variante de la pugna más honda Brahms- Wagner. -pero si en este segundo cortejo Wagner l l e v a las: de ganar, n el otro, es nuestro Antón, no el D c o n virginidad de música- T o d a la obra de Bruckner, no sólo su última sinfonía, está en realidad consagrada a la mayor gloria de Dios y es la oferta le un generoso- c o r a zón, ardiente de la fe católica. E s t e íntimo resplandor y honradez de sólido oficio son las virtudes que Wagner y Brucfcner, silueta por Boehler. varí a acusar las divergencias. Brahnu disfruta de la buena mesa, sobre todo- en el sentido del refinamiento. Su salud gástrica pasma a Hanslick, su crffcico de cámara. A Hanslick, eterna! pesadilla del p. obr, e Brucbnerj tque llega a solicitar en audiencia de Francisco José, al preguntarle el Emperador qué deseaba: ¿lío podría V. M. prohibir a Hanslick que escriba metiéndose tanto conmigo? A Brahms, las áotes de cocinera de su ma, dastra le bastan, para reconciliarse con ella cuando la encuentra, intrusa, en el hogar paterno. Y en Roma, casi se enamora de la cocinera de su amigo Widmann. Un vino de l Etna o una empanada de liebre le vuelven loco. I En cuanto a Bruckner, añorará siempre los platos sólidos de su tierra natal, medio danubiana, medio- alpina. Hasta la salvan a puro éxtasis intermitente y conti- víspara de su muerte, su hermano le en- nua dialéctica sus vastos y premiosos des- viará a Víena la carne ahumada de San arrollos sinfónicos. Pera esto- no basta. Y Florián, que le transporta al lar aldeano Ürahhis, que- tampoco es genio de primera con su gran campana. Su apetito de tra 1 magnitud, le suoera y le arrincona en los galdabas era insaciable. Católico piadosíconciertos con sus infinitas malicias, olea- simo, se sentía incapaz de faltar a las ginosas veladuras y apurados matices. Y prescripciones de ayunos y vigilias. Peíb, es que B. rahms, por mucho que tienda a lo al fin, pudo encontrar una ortodoxa sograndioso (que rara vez consigue) pro- lución en un día memorable, que fecha cede de Schumann, maestro incomparable en su vademécum, Aliena, 213 de febrero de la honda, extremada minucia. Mien- de 1 Í 76 después de transcribir lo siguientras Bruckner vuela deslumhrado hacia la te: Su eminencia se ha dignado autorillama de Wagner, en quien la perfección zarme a no comer de vigilia ningún día del detalle no estorba (o quizá sí estorbe) del año, excepto el Viernes Santo, Puedo, pues, comer carne en cada comida, y has- la valiente escenografía del conjunto. Pero hay un punto en que ambos cam- ta varios platos de carne todos los vierpeones de la Viena fin de siglo, el bar- nes y otros días de ayuno del año. incluso budo hamburgués y el rasurado sacrista- en Cuaresma y Adviento, tengo derecho notejde Ansfeldeñ, van a dirimir sus dife- a almorzar carne, así como a la cena y, rencias. Ante una mesa bien servida; y en general, en todas las comidas. Varios estratégicamente dispuesta por partidarios platos de carne de una sentada, ya está de uno y de otro, no hay quien se resis- bie n. Lo malo es que una sinfonía no es ta. Es el- comedor de EJ Erizo Rojo el precisamente lo mismo. Ni con dispensa terreno elegido, Y ahora veréis que si de su eminencia el cardenal- arzobispo. Johannes gastronómica de lo lindo, Antón no se queda atrá 1 -Pero hasta en esto se GERARDO DIEGO Jnhanúes Brahms. perulero, sino el perdulario. Esto Jo ve fiáós hoy claro- -salvo el fanatismo de los que confunden sublimidad de ifttenci i con altitud de obra y pureza de alma

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