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ABC MADRID 01-11-1946 página 3
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ABC MADRID 01-11-1946 página 3

  • EdiciónABC, MADRID
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MADRID DÍA 1. DE NOVBRE. DE Í 9 %6. NUMERO SUELTO 40 DIARIO ILUS T RADO DE IN F O R M ACt Ó N G EN. ER AL TUMBAS vivíamos apaciblemente en el inundo. Os quejabais da mí pero sin tía no podíais paN articulo triste, pensarán alguno NaL hombre que ocupaba la ancha cama saros. Más o menos pronto tul día. os visita. enla alc ba de aquel recio edificio se ba y entonces, -si es verdad que sufríais, da de esto. Yo no admití la- separaagitó entre las sábanas y gimió. Una también os era dado aaísorear placeres esción definitiva del cuerpo y del alma. pesadilla confusa le inquietaba, y también pirituales. El alarmado cariñí? de vuestros pa Iporqu? todqs los días en el Credo, Símbolo una sensación de malestar físico, un vago rientes se avivaba, crecíais VlasVaténctones de los Apóstoles, doy mi fe al dogtna- -j- nada dolor- -en todo su cuerpo- -que se acentuó y los mimos en vuestro alrededor, c a d a me nos que tm dfagma i1- -de la- Resurrección hasta despertarlo. Medio amodorrado aún co- nueva medicina que os recetaban reencéndía de la carne el di ¿del Juicio Finlal en la Pamenzó a cavilar: vuestra esperanza. Luego, la convalecencia rusia. No es posible salvarse sin asentir a r- -No comprendo lo que me pasa. Soy era dulce; volvíais a descubrir la belleza de esta verdad y, -si la muerte física ha de ser todo lo creado y os manaba una suave terfuerte y nunca padecí ningún mal. Quizá mi cocinero puso un veneno en, la cena. Le ten- nura del corazón. Otro día os llevaba con- pasajera como laj vida del intuido, es natural go por hombre leal, pero hoy no se pueds 1 migo para siempre; pero ya se sabe que esto que se tengan aí cuerpo todaslas atenciones i uno fiar de nadie. ¡S ¿se hubiese atrevido, el tiene que ocurrir y, por otra parte, quizá y nos entierrenjcon decencia sgjún índica. canalla... lo harta ahorcafcoii sus propios hayas leído algo de lo que los sabios escri- Don Juan Tet 1 Ho v eí dr mánHe Zorilla. Siempre las sociedades cristianas han inbieron acerca de la euforia de- los últimos intestinos! Volvió a gemir y dio otra vuelta. Entonces instantes en tantas y tantas dolencias. En, corporado la belleza, y el arte a las sepulcros, le pareció qntrever una figura blanquecina 6 n fin, el hombre y yo íbamos del brazo como y en la historia, de la escultura es, capítulo Viejos amigos desde el principio del mundo, de excetpciotial importancia el de los aterrala penumbra de la habitación. i Rápidamente, asió la pistola oculta, ba- jo la i Qué sucede ahora? Efe repente; las Cosas mientos. v (almohada y encendió! a luz mientras pre- cambian. Descubrís recuráos nuevos conLa iglfesja de Santo Tomás, de Avila, enguntaba con voz enronquecida: tra mí, me combatís con medicamentos po- seña al visitante! una maravilla en- la tumba- ¿Quién está ahí? derosos, anuíais algunos de mis trucos más idel infante don Juan, el hijo de los- Reyes Lo que vio no era tan espantoso como o antiguos. No me ofendo; yo juego limpio; Católicos. Es obra de Dominico Fáncelli o que temía oncontrar. Vio un espectro con siu si pongo sobre la mesa la carta de la septi- iDomingo Fiqrehtín, qtae taflíbién labró et sábana blanca y can la piel del triste rosero cemia y la superáis con el triunfo de la. pepegada a la calavera. En los brillantes ojos nicilina, me limito a decir con la sonrisa de rniau s oleo de Isabel y Fe riiando eíi la Catedral del aparecido había como una expresión de uíi jugador b en educado: Vuestra es la de Granada. Así, las iglesias españolas nos disculpa y temor. baza. La partida se prolongará algunos h chizart en iToledo c n la tumba de don- -Perdone usted- -habló- -que haya v. cpi años ftiás; pero al final nos encontraremos. Alvaro de Luna! y de. sü esposa, doña Juana Pimerttel. que láibró Pablo Ór. tiz; ccm la sedo... así... a estas horas... Si esto fuese todo no mi? lamentaría. l Quién eres tú? -le interr Umpió brusca. La Enfermedad dio en la cama un puñe- pultura del gran ¡cardenal dé España, don Pe- v mente. tazo que repercutió ccn dolor de ciática en dro González dejMé idoia, con algunas otras no menos notables. Del mismo modo, lleva- -Yo. pues. con permis. o... soy aquel el hombre. ciudadano que hizo usted colgar por los pies- ¡Lo que hacéis es peor, es ahctninablei irnos la admiración. lasjpiédra 9. que g uai dain hasta que sobrevino la muerte... -Siento que mente peor! -gritó- Lo que hacéis es su- les esqueletos de lo -y rtocarrero en la el recuerdo le disguste, pero... En fin, ya le primirme para colocaros en mi lugar. M S ¿glesia de Mogiser 5. el ¡lecho moTtuorio de dije que era inocente, y si me hubiera hecho, variadísimos microbios terminatán por no iAlonao de Velajsco en jGuadalaia ra; 1 da caso no estaría ahora aquí molestando! a nú servir para nada, mis mejor estudiadas zan- ¡Pedro de VakSéjrrábario: en la- Catedral de pesar... cadillas resultaran inútiles. Porqu e sois vos Avila. muchos otros güe seria largo de Ei hombre, incorporado sobre un codo; otros los que os encargáis da mataro? unos a, reseñar. Dicén qus el sepulcro de Avila del rompió a- reír. otros. Os degplláis, os fusiláis, os colgáis, os igfante don J án sólc a 3 mitei comparación- ¡Qué estúpido fantoche 1- -rbrarrió- ¿De bombardeáis, os asesináis, os. os. con e! dé SixtcJ- IV, por Pollaluolo. modo que, por haberte colgado, te carees con. La Enfermedad- hizo un iracundo, esfuerzo ¿Qué desearíamos par a riueítrá morada de deracho a presentaría ante mí en esa facha, y soltó esta extenuante palabreja: transición e 4 tr ¿la vida éú mundo y el dessin pedir permiso y truncando mi sueño? ...os campodeconcentracjóneáis... ¿Qué pertar definitivo a las tromí etas del- juicio, Pero, ¿no comprendes, imbécil, que si todos hago yo aquí? Nada, -si continuáis a esta rit. los que yo maté hiciesen lo misma; no habíía mo. Sobro, como algo pasado de moda. Las cuando vaelva. Jesucristo, con gloria y maen todo el país bastante espacio para los fan- depuraciones la bomba atómica 1 una lluvia jestad, a juzgay a vivos y á muertbs? ¿Quetasmas ni yo podrí ocuparme n otra cosa? de esos cohetes que inventáis? ott peores que remos una tumbü de Reye como los pantéo -I Ya lo dije, ya- lo (fijí -clamó, asusta- la peor de núV plagas. ¿Te parece bonito? ces de El Escorial ajos franecáes. e Saintdo, el espectro- Y protesté de no querer en- i Hombr? pof Dios, cada u ¿x a lo suyo! Me Dsnis? ¿Un Tai Maal como I de Agrá en i contrarme de nuevo en su presencia, porque estáis dejan do cesante. Y rii siquiera os justi- la India, que describe Blasco Ibáñez al reía- creo que ni aun a los espíritus dej ará usted fican los medios que empleáis, porque ator- tar su Vuelta al niiavdo de yn novelista? ¿Ün i marchar sin un tormento. Pero me objetaron mentáis infinitamente más a los humanos que reposo despierto cómo el de Martín Vaz- qué hoy es noche de Animas, y que tenía de- yo mibma. Pregúntale at fantasma e. este quez de Arce, e l doncel de Sigüenz ¿Un fecho a venir, y que hacía falta que viniese sujeto al que colgaste por los pies sí no hu- lugar del rincón! de los poetas en la aba ía porque estotro fantasma que me acompaña biese preferido morir de pulmonía. Westminster? ¿Un monumento como el de necesitaba que fuese así. ¿Pulmonía? -saltó el fantasma aludido, ¿Napoleón í los Inválidos? ¿Todo el Missi ¿Cuál fantasma? con alegre expresión- ¡Vaya una ganga ssipí, cual Fernando de Soto. ¿La inmensiComo si esperase aquella pr unta, otra Y chasqueó la lengua. dad del Océano, icomo Magallanes y El oano? aparición se dibujó en el ámbito de la alcoba. -Quiero pediros gue respetéis mi Era, lívida y flaca, y corrían gusanos por su que s reconozcan mis derechos. Pase función, ¿Convertirnos en fantasmas át, miedo al inoque macuerpo. También habló, y su aliento olía, a téis a tantos o cuantos, como hicisteis siem- do de) os Catpiidlilnos de Palerrao? Conten- gamos 1 a imagfna, cióti. No enefrntrafemo fiebre. pre pero de eso a que, según lo que preveo, -Es cierto- -dijo- -que necesité de el, por- me dejéis casi sin clientes... ¿Por qué no han- ninguna tumba due supere en grandeza, sencillez y majesíi d a la de Chateaubriand en: que ni qn vida oi en muerte soy nada sin de morir de mí? Saint- Malo, en L costa d- e Bretañaj qu bate vosotros, y a vosotros preciso unirme si me- ¡Porque no! -rugió el hombre quiero manifestar. Yo soy la Enfermedad y tpar del Norte. ¡Pero si yo soy la Enfermedad, la buena, cpri sus olas elde la- Gfeqia heroica, k Reina tengo algo que decirte. la amable, la ya añorada en- f ér- toe- dad! ¿Po En tiempos- ¿Qué puede haber entre nosotros? Artemisa: quiso sombrar a aus contemporá -Hay que si a éste lo has matado, a mi qué no? El hombre no, quería oeder en su desafuero neos y a las g rieractones venideras erigienme estás matando también. Pero yo deseo de- y buscó un argumento a la desesperada, do u nionumepo septiktal a su marido fenderme. Óyeme. -Pues porque tú- -definió antes d taparse Mausolo de Halicarnáso, la palria d e HeroLa segunda aparición avanzó y Rentóse a la cab; -za con la sábana como para poner fin doÉG. De Mausolo viene la palabra mausoleo. los pies del lecho. coniideró- -Junto a las camae- xplicó- -m, e en- a la audiencia- -eres fascista. Y te hemos em- 1 Aquello semundq. Sin una de las iete m favillas del énibargo, -la maravilla cuentro íjiás a gusto. Es donde paso gran bargado. de las tumbas, Ja qiie míjór índica, de una W. FERNANDEZ FLOREZ parte de mi tiempo. Escúchalo que voy a parte, el pulvis eí nihil, y de otra, la grandeza de la Real Acatíeniia Empañóla decirte: ¿Por qué me perseguís? Todos con- CUENTO DE APARECIDOS E U

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