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ABC MADRID 29-10-1946 página 7
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ABC MADRID 29-10-1946 página 7

  • EdiciónABC, MADRID
  • Página7
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Vi E f N ca- i (k Jiurito le La Cierva, calle de Ai fo. wi M i en i pc- tpii irra por Sarajevo, tod. t l ii- nflo rc- iiKia i- n política ti tiempo y! a vorac or. Halna allí un o- n y pintoresco archivo un fu- litro inmiiiKicdx y una sa. a de i? ¡tas que en la- hora- c espera- lléna xi de cayadas. 1 Irau- di pana. mijarln dv ciJire. El padre -dtm Ju. r- -a- piraba a U Pre- idetiC a del Conejo; d tío doi 1- idoro. ira- eii. floi itahcio: A h miaño ma or Kicardn. había obtenido un acta por ti articulo 2 y, otro tío- -Co or Lii- -en npinad también. Pcio Jua nitr. na Junnito M U Í una expíe- ion i fantil y un. i v RÜA traiiajii- a, que lu- lrn tiiái tai ik leiuío inveiirrir cékbr y pailie d familia, le daban toda ia cierto airt. boba cún Alumno le a Escuela de Tinífe miio de Cam nos, eclnl a ¡a. a volat, ii el iar iu u. Kftiin, a i ii Jinunuto couceb tlí y perj ñad r- por él ini- uio, c a c! tn ce- lo que de- púé y M Pipi e habría r c putof r A los demA u niño bueno, bvcitía u juuueti- itrios 1 v cnniphcados. (Jut 1 que v. M leali la imacinai e auti. jriro: como m tL c riudi v mairmlln o, idone para che- ai clancs, ar. i t (rp -j diestro- par. i arcme da lll M Ll- ¿K Ü v N o -Lbi. i lo- r- r ni, ir íii d -cutir un i istnim ntA de Im oni ició Mi fiptiliK le tomar t t rra ei i c alquü i calK íi ntei Juan d ¿La Cierva atl uírió rápiManknti ú i r a u ui- al. Ilabiéndo- i. n talado en ¡a cap tai ile Iniil. it n a -olía vuiir a Madrid e ínclu M C i1 ¡i Muicin. en v? ri. is ii.i pd. -i. a bord de u niwJitlo fluniaiitL. C. erta tarde de piinmvtia- e po? ó Vh P te í? 1: S; li; V- i- i; i -ifíi 0 -v f p í v enJos Campos Elíseos como qufen: lava. Los curioso; íe interpelaron: ¿Avj- irja? No, é que teng- o cita con un amigoen ese caié de enfrente. Se detuvo fen el establecimiento y al empuñar dri nuevo el volante para desipégar, el público retrocedió, temetoso, No tauto, fio tanto exclamo, risuienoj, el av, iailor- y cliciendo y hacii uido: después de revolver- un esipacio no- inayor que stii cuarto del hotel Bristol, se elevó lángfuidámen. te en el aire unbano, esquivó, árboles, y aludado por el L- ilencio de los pájaros, traspuso il horizonte sobre el Arco del Triunfo... A! año siguiente, por vez primera, y, ¡ay! por última vez, iter yenía en política, no por afición sino por ley natural; es decir, de vendad. Llegó bruscamente a la vida pública, transfigurado por aquel rapto metafísico y humano, histórico o individualista, que Unamuno llamaba guerra civil, y un clásico del Siglo de Oro, política de Dias. y gobierno de Cristo Fue uno de los más. celosos, desinteresados y eficaces ag- en: tes del revantami ¡nto. Juan de La Cierva dispusoI aque augura viaje aéreo de Londres- a Marruecos, coii escala sigilosa y decisiva en Santa Cruz tfe Tenerife, y organizó en el rtxtranijero la compra de esI cuadrillas para el Ejército de Mola. Durante tres meses vivió mas horas en la atmósfera que en el suelo. Iba de acá para allá, raudo, serincito, intrépido, con sú alta y esfielta figura dte primogénito de lord; su frente, levantada, como un airón; (su naricilla, respingona; ste ojos, agudos, claros e ingenuosi Solíavolar en la misma jornada, gobrg Burgas, París, Amsterdam, Londres. Sufrió en Castilla la Vieja un gravi i percance, yendo por carretera, y apenas restablecido, dejó de existir en el aeródromo de Groydcai, como los demás. pasajeros que habían tomado asiento en la m sma carlinga. La muerte de Cierva sirvió de rescate y juistificación a una vida; consagrada a resolver el problema ck, r í a seguridad en el aire, partiendo de la constante de la velocidad. Ahor a bien: el autogiro había garantizado la cstabilidaid, no la rapidez. Porque España tenía prisa, ¡pereció trágicaimeiite el inventor, y se r -lajó un invente en él que nad e ha persijverado. No det e extinguirse él recuerdo de Cierva en el regazo de la tierra murciana, que brinda sepultara a unos restasi gloriosas. El designio del adolescente que jugaba hace treinta año en el parque del Retiro es cada día más imperativo, ¿No Ihabrá quien, conflnuando la pruebas- en el punto y hora que él las dejó, asegure al autogiro una velocidad susceptible de hermanar la prisa con la certeza y la salud? MARIANO t ARANAS

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