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ABC MADRID 03-10-1946 página 9
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ABC MADRID 03-10-1946 página 9

  • EdiciónABC, MADRID
  • Página9
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I AS DE ARTE E inaugura este año la. vida artísíáca madrileña con el XIII Salón Internactonaj de Fotografía. Se pasa así, con un tránteito casi insensible, de la naturaleza al arte. Tras esas horas estivales que han circulado lentas entre paisajes inmobles, con la retina lavada por brisas y montañas, es difícil no sentir un leve cansancio eon ios primeros convencionalismos, siempre opacos y monótonos, de la pintura modernta. És, pues, sedante que fe primera luz cernida de una Salai de Exposiciones caiga sobre unas cartulinas, donde ge conservan hasta más de doscientos espectáculos deja naturaleza con un exacerbado verismo. Una vez más hemos saboreado ante estas fotografiáis las perspectivas que bordean el infiditpi, los efectos de Juz con el rayo rumúreando como una abeja alrededor de los perfiles, estas aguas que sujetan a los crepúsculos y estáis, disonancias de, ángulos de visión, que tan bien van a nuestra sensibilidad. f- S Con benemérita constancia, la. Real Sociedad Fotográfica de Madrid organiza anualmente unas Exposiciones donde aparecen representadas las orientaciones y las técnicas nuevas. En el Salón de este año, se larn, éntan, las ausencias que la guerra ha impuesto a las aportaciones europeas. Y, sin embargo, el conjunto es sencillamente deslurnbradar. Ajhte la aud acjas de visión, hay que confesar que. la fotografía está enseñando a ver la naturaleza desde planos inédito Los ritmes que sólo creíamos encontrar en cristalizaciones o e. n abstracciones geométricas turban el agua en ondas concéntricas, despeinan con, gracias; aladas las crines de los caballos o sitúan las barcas lh nilde, s en formaíciones rígidas. La matización de los sombreados ha consegjuidp revelar, en la quietud 1 de la estampa, l tensión Sé las fuerzas naturales más activas. Y hay fotografías en las que se presienten los anchos, vientos desmandados, las nubes coléricas y tamibién las explosiones privainerales c n todo en flor. Una vez niás. nos encontramos can el embarazo de nolpóder citar todas las obras sugestivas. Destaquemos, sin embargo, COÍIM las eminentes entre todas la, s aportaciones las de nuestra Compatriota Ortiz E chagüe, de un arte cada vez más brioso y depurado. Sus fo 1. grafía- v tienen calidad á: cuadro. Y Contento de Taorek. esa Procesión en Tnrégano, maraivülosamen- té compuesta, con- castellanos? de áspera- fe; y cabezas dramática? recuerda el mejor ZUK loaga, y su Refectorio tiene esa seca castidad, esa monumental inocencia de los frailes de Zurbarán, y su Bosque de Roncesvaüesmt strá calidades análogas a la s. de un Courbét 4.1 udatóos, también a la significación simba- lica que consiguen algunas pruebas de pe- iietrante expresividad. Así e ¿Paisaje toledano, de José sinoco, enjuto y geológico, todo greda, y troncos irritados; la Pobreza, de Joaquín de Gabriel, teoría, de mendigas con sus miserias repetidas como una ley, y sas Olas, de Willy Roclí, con fauces impítuosas, en humanas soberbias. La aportación catalaina, tiene algo del equiÜbraao lirismo, del fuerte y jugoso sentidoi? aisÍ t: i de h, escuela d? Olot. Muy importante es h representación portuguesa, quie consigue en la mayor parte de los expositores unos efectos, perspectivoá de planos deshabitúales, con e orzos descoyuntados y armonías- de motivos in si- tentes. Así los Nenúfares y. las Vehs, de P e. S ouza, con los pétalos y. los altos trapjos repetidos con pa; usa matemática. Y esta misma reiteración rítmica la encontramos en ai Espelkos. de agua, de Oliveira, y en losfiarco sulmeados, del suizc Gutner. Á la grandeza y a la originalidad, de inspiraciones de la fotografía norteamericana, se une- también- la excelencia de los materiale empleados. Sin, embarco, una vez mas se demuestra- aqúi que la técnica mejor está respaldada por. una inteligencia superior y hasta- por una- moral que la justifica. Es impresionante esa Noche de invierno, de Alenius, sólo hielo y rascacielos, con todas las ventanas eléctricas: cptno trasatlánticos, felices. Es- e Contento, Thorek, con las tres misteriosas cabezas bovinas, ensimismadas e tintemporales como toros de Guisando. Esa Soledad, del mismo artista, con los dos caballos de Paraí Terrenal, con relinchos 1 de aniimal libre, Y esje Paisaje, de Watsonj con pálido diálogo de nubes y horizontes. Señalemos también Peñas arriba, del inglés. Heimann, cen nieblas legendariais y desniveles imaginados por Gustavo Doré. La misma cristalina claridad, frl mismo silente reposo de la pintura danesa, encontramos en el Pajsajé danés, de Helmer. No podemos entrar en valoraciones de carácter técnico. í e r o sí queremos ccnsiignar la copia de dificultades, can operapiones sutiles y arriéagá fes, que ijesjan; como légamo esas admirables y aterciopelaüas Natúralesas muertas, de Arc. ülona, con tacto y profundidad de cuadro, elaboradas; a la goma bicromatada esas medios bromos de joza, no con esfuma do y relieves sensibles y esos óleos mallorquines de Susanna, inipregñados de plácido romanticismo. Queda, por ultimó, consignado nuestro desencanto ante íasi fotografías; en colores. El efecto de realidad es magnífico. La ilusión de relieve, completa. Y, sin embargo, esos conjuntos acromados- parecen muertos. Sólo fe: reavivan- con los temas de colores industriales. Quizá ja Imaginación, para sentirse bien hallada, neceáite el convencionalismo del blanco y el négrol. Ya se encargará ella luengo de embellecer esta mbnocroniía, intuyen do unas tintas mas hennos as que las de la misma naturaleza. JOSÉ CAMÓN AZNAR Procesión en Turégano de José Ortii BchagO. e.

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