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ABC MADRID 29-09-1946 página 3
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ABC MADRID 29-09-1946 página 3

  • EdiciónABC, MADRID
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MADRID DÍA 29 DE SEPTBRE. DE 1946. NUMERO SUELTO 60 C E N T S EN CERCEDILLA tamos escuchando la anhelación del autor. Si hay alguna vida, arriesgada es la de Quevedo la vida de Lope es un ejemplar de vida plácida, voluptuosa; el único descalabro de Lope es su destierro- -confinamiento- -en Valencia. ¡Delicioso destierro! En todo lo demás, la vida de Lope se ha deslizado plácidamente; son trapisondas de mujeres lo c. ue ha enturbiado- -si los enturbiaba- -los días de Lope. (Vida en riesgo también, vida en peligro, la de nuestro contemporáneo el duque de Rivas; dos tres veces estuvo Rivas en trance de morir trágicamente. El viaje en carro, después de una batalla, con once heridas mortales a campo traviesa, expuesto a caer en manos del enemigo, fue una cosa muy seria. El problema ds la realidad en los novelistas, en general, en los escritores, será un probkima de todos lc ¡s tiempos: un problema inscluble. El artista literario tiende a sustituir la realidad externa, objetiva, par otra realidad, la suya. Y si no, no habría arte. Exagera Quevedo. Pero ¿es que los demás, los exactos, no nos dan una visión también arbitraria? La España de Caldos, ¿es realmente la España verdadera? -Sin lo excepcional, el artista no sería artista. No hay ningún- novelista que nos pinte sus personajes cuando no hacen nada. Y al pintarnos d este modo los persona jos, si es ruv. so podía, el arte crearía una- excc- pcionalidad. Desproporcionada sería entonces la realidad, como ¡en la pintura exacta y como en la pintura exagerada de Quevedo. El arte sublima, y lo sublimo no es lo vulgar. Entonces, ¿qué remedio tendremos para ver la verdad escueta? ¿Cómo veremos la realidad ¡en su exacta medida? ¿Nos dará la Historia lo que no nos da el arte? ¿Y quién! -es capaz de sab- cr, en cuanto a Historia, Jos que son hechos significativos y o que r lo son? ¿Y quien es bastante advertido paral establecer, en lo tocante a los hechos, la jerarquía de unos y de otros, que es lo aue da valor a los hechos? Si- algún historiador es tan inge. muo que crea- poseer el secreto de estoá problemas, no tendremos más que sonreír; sonreír bondadosamente. Como sonreímos al aceptar las pinturas de Quevedo. Sonreímos y hacemos mentalmente una separación, si ¡podemos, entre lo exacto y lo desmesurado. Y, naturalmente, queaquí, en Cercedilla, en Ja posada da Cercedilla, estamos J ¡e mirones en el juego y no nos indignamos ni con el soldado, ni con el ermitaño, i con Pablos el de Segovia. DIARIO ILUS T R A D O DE í N F O RM A C I O N G E N E R L Algo se ha transfigurado en nosotros. Hemos estado a orillas de la dicha, y aun persiste prendida en la mirada la gracia del miNOCHECIDO, llegan a Cercedilla. El lagro. ¡Y todo tan sencillo, tan limpiamente momento es solemne; han Iletrado a rcligio- fo, -Señor! Es imposible olvidar las la posada de Cercedilla un soldado, ojos maravillados de. Jennifer Jones- -esa un ermitaño y un joven, Paíblcs de Segovia. Bernadette transfigurada- -que han visto a (Nos habla de ellos Quevedo en su Vida La Señora, y nos transmiten, por tin prodel Buscón. ¿Y qué- vienen a hacer en Cerdigio del arte- -que, cuando no es artificio es cedilla, en la posada de Cevcedilla, estos ca la sobreverdad de la vida- -la claridad celesminantes? Lo primero que los interesa, dada 5 a hora, es cenar. Y trias la cena, entretiete del milagro de Lourdes. nen 1 tiempo jugando a lo s naipes, ¿Y? El prodigio se hace evidencia en les ojos cómo todo un ermitaño puede darse a estos ele Bernadette, que es sencilla y grácil como entretenimientos mundanos? Porque el ¡erla fl r del Hiño. Y en el espejo de sus ojos mitaño no es tal ermitaño, y el soldado no c refleja todo lo que acontece a orillas del es más que un balandrón, y Palfos de SeGave, con sus chopos erectos y sus humildes Eovia no es otra eefea que un aventurero. molinos maquileros. Stt- mira- r trascendida En los tres recarga la mano Quevedo; los do paloma nos gana, el corazón, y cuando lia (tres no son sino caricaturas. Con fullerías vuela, más que corre, por el caminillo des ¡Sana sus diñónos el ermitaño a su ¡s oompavalido, con un andar que parece el aleteo de ih- eros; el soldado no hace, a la continua, en ira ave asustada, que busca el nido asegurala venta y fuera de la venta, más que balado cerca del ¡rosal silvestre, adonde vendrá dronear; el ermitaño está lleno de marruLa Señora, también a nosotros se nos pone llerías. En- todos tres vemos el genio de el alma de rodillas y la mirada se nos iiace Quevedo. Y el genio de Quev. edio, en cuanrezo v vuelo de contemplación. to a la novela, la- narración, la descripción, Ahí está el milagro en su pura desnudez es lo desmesurado. Quevedo hace resaltar alceleste. Es un momento dramático sin ingregún rasgo característico con el fin de que dientes espectaculares. Nos rendimos a veamos, por ese ¿raso, la totalidad del persoevidencia, a la sencillez y hermosura del minaje. ¿Y podremos considerar como representativos de España estos tres (personajes tílagro, que está allí, al alcance de nuestra ipioas que están en la posada ele Cercedilla? humildad iluminada, y sentimos la delicia d- 3 ¿Y veremos- en ellos a España? Imagim ever y creer, porque es bello, y la suficiencia imos ahora que el mismo Quevedo- -si es que da nuestro entendimiento! retardado ya) -lo podía- -u otro escritor, uti novelista, con amontona sombras y razones para imuedir 3- os mismos personajes hace tres pinturas el paso de la luz. ¡exactas, fieles, ni más chicas ni más granLo divino nos asedia y envuelve en una des: ose soldada es un soldado que Ira veniráfaga de felicidad. Pero el milagro lo veIdo de Flandes, como el caricaturizado, y eni mos en! a luz traspasada de los ojos de BerIFlandes se ha portado heroicamente; decía nadette, y, ojos y almas sintonizados con los iNapoleón que el buen soldado lo es más de ella, seguimos suspendidos al aire de su que p- or aoimlbatk por caminar. Y este solvuelo. Aquel viento vehemente, coma el de idado ha caminado leguas y leguas, cuando Pentecostés, que pasa por entre los álamos ha sido- preciso, animosamente, sin r ¿pairar absortos, y sólo mueve los cabellos y sayales en la aspereza; del camino, ni en el hambre, humildes de Bernadette, agita también laa Ini en la sed. ni en el frío, ni en el calor. alturas de nuestro Corazón y le limpia da IY el ermitaño es un verdadero ermitaño, incertidumbres. iretiradio, piadosamente, rigurosamente, n La aparición de La Señora, envuelta en u ermita. entre las breñas, o en- la orillai una luz de alba recién amanecida, sobre los ide algún bosque. Y en cuanto a Pablos, el musgos y liqúenes de la roca de Ma- abielle, ¡de Segovia, no es ni mási ni menos, como más que estupefacción, nos produce ¡go ¡zo. tantos otros jóvenes españoles que en el siLa sorpresa, de lo divino. Esperamos la apafcflo x v n van por España, que va homaro rición con la seguridad de la fe. Y un brete ansioso de ganarse honradamente la vida. de gracia prende en nuesóra intimidad gaILa pintura exacta sin exageraciones, denada para la emoción de Dios. El arte aquí teste novelista, ¿nos hará sentir España? no nos defrauda. Jennifer Jones sa iva el ¿Veremos mejor a- España ahor- a qua an ¿Y qué conexión habrá entro la iraposites con Quevedo? Este problema se nos 1 pre- bih da- d metafísica de conocer la realidad y momento dramático. kentará siempre que leamos a Quevedo. El milagro se apoderadle- nuestros sentila imposibilidad estética de reflejar la res Y a Quevedo lo vereniías mejor cuando do? j Qué lógica tienen las cosas de Dios! ¡consideremos ai Lope de V? ¡ga. ipor ejemplo. H d d? Y antes d que el manantial milagroso brete AZORIN! Y no decimos 1 a Cervantes, porque Quevede la, tierra árida y rebelde ante la altivez y tío y Lqpe llevan una vida exterior- -a nuescuítela d? los que se alimentan de su propia tro parecer y salvando todas las opiniones- suficiencia, por las acequias interiores de la s tan tanto que íá vida de Ce, rvantesi implica almas, que saben ver, corre ya la pureza de meditación, soledad y recogimiento. Queveunas aguas intecadas. Después, ya tcdo ¡nos clo ha de escribir como escribe. Los persopa ece lógico y sencillo. Y cuando el manajes que están jugando en la posada da L salir de contemplar religiosamente nantial prodigioso salta apresurado a los ICeircedilla han de ser coanc s! on; la realidad La canción de Bernadette, salimos pies de La Señora, como ¡aquellas íonteci ¡paira Quevedo no es la realidad, sino la con los ojos húmedos y el corazón su- cas que vio manar la Santa Madre Teresa exageración de la realidad. Y t ó porque miso, como si una ¡ráfaga sobrenatural nos. de Jesús, parece que es el agua la que tiene üa misma vida de Quevedo es tuna exagera- hubiera sacudido la fronda del alma. Nos sed de nuestros labios, la que tiene prisa de ción. Ni continuidad en e- lia ni unidad. cuesta volver a la realidad de este mundo vi- ser congregada en la cuenca limpia de nuesQuevedo camina como a empellones; el ímsible, y regresar de aquel otro mundo del tras manos. petu le guía; oo tiene ni un momento en arte y del milagro. Este aire guadarrarnero! que se para y medita. Esa s mismas- obras ¡que limpia a ta. rde, fatigada de sol, nos paAsí es la suprema sencillez de lo divino. dedicadas a. la meditación nos producen el rece menos aire que aquel que remueve los Hemos visto el milagro, y salimos con el efecto de atropelladas; nos parece que eszarzales de Masabielle y hace ondear el velo alma mejorada. ¡Ay, divina sencillez, cienrústico de Ber. nadette. cia de simplicidad, intuida- visión de lo A LA S E N C I L L E Z D E LO D I V I N O A

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