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ABC MADRID 22-09-1946 página 27
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ABC MADRID 22-09-1946 página 27

  • EdiciónABC, MADRID
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U S ESTATUAS INACABADAS UÉ sutil acuerdo tiene que existir idealizaciones alisan con fragantes conentre la imaginación del contem- vencionalismos la piel de estas estatuas. La calidad mental de estas tersas epiderplador y la obra de arte para que mis es la má apta para resistir esta inésta pueda vitalizar todas las miradas y quedar resonante en el recuerdo? He terrupción de la piedra informe, pues la aquí el principal motivo de hastío de los imaginación puede suplir sus planos, conestilos naturalistas, con una perfección ducidos por el rigor de un canon absque se extingue en su mismo exacto ve- tracto. Y hasta quizá esta fresca huella rismo y que no permite al espectador de martillos, deja en el resto de la estamás que una pasiva recepción de las tua ¿una gracia más alada, con e) cuerpo formas agotadas. Este delicado equilibrio intacto del dios surgiendo como una flor del bloque indeciso entre la abstracción que atey amorfo. núa los crudos realismos y la reproducción minuciosa Miguel Ángel utidel modelo es el problema lizó sabiamente este nuclear de la escultura. Casi recurso para aumenpuede decirse que la curva tar el fragor emotivo evolutiva de este arte conde su plástica en alsiste en unas alternativas gunas obras, c o m o del gusto, que se ciñe, unas en la cabeza ide Bruveces a los relieves naturato, y en algunos fragles, y, otras, al perfil de las mentos de las tumideas. Y cuando la sensibilibas mediceas, q u e dad, estragada por esa requedaban así trepicrecida materia sin sublimar dantes de posibilidade las épocas naturalistas, des expresivas. Pero exige una más alada inspidonde este torpor del ración, sobrevienen esas formármol anhelante de mas de mental elaboración cinceles que lo delique determinan todos los miten actúa con más ciclos clasicistas. Que es lo eficacia estética es en que ocurrió con el renacilas monumentales esmiento platonizante tras las tatuas a medio confoscosas y picudas exubecluir de la tumba de rancias del gótico final. Y lo Julio II, que se exque acontece hoy mismo en ponen h o y éri el los mejores ejemplos de esMuseo Nacional de cultura moderna, tras ese Florencia. Impresiofatigado realismo de princinan como las entrapios de siglo, que ha llenañas de un monte redo nuestras plazas de estacién abierto. Se pretuas de una belleza admicipitan, s o b r e nosnistrativa, con lacias chaqueotros en alud de votas y actitudes de fotógrafo. lúmenes sin cuajar, ¿Puede una estatua frusen inquietud de fortrada producir la misma immas presentidas y de presión estética que si estub u l t o s patéticos, a viera perfecta? Es este un los que la fatalidad problema que el núcleo quiha impedido s e d i Miguel Ángel. Estatua inacabazá más i n s p i r a d o de las da para la tumba de Julio II. mentarse en nobles obras de Migue! Ángel susformas h u m a n a s Museo Nacional Florencia. cita y que habilísimamente Tan estimulante reha sido explotado por el expresionis- sultan estos grumos giganteos, que su acmo alemán contemporáneo. Ante esas tual indeterminación plástica parece fruobras apenad desbastadas, con las per- to de una audacia ciclópea. Allí quedan cusiones todavía afiladas, la imaginación corpu- lencias insinuadas, pugnando amplía sus alcances y los volúmenes se por desasirse en genesíaco ímpetu del complementan en la intuición del es- bloque primigenio. Hay en estas piedras pectador, más bellos y misteriosos que en golpeadas con furia de creador una indela obra conclusa. Estos casuales trozos cisión de séptimo día del universo, cuanabocetados provocan tumultuosas inspi- do el limo balbucía la forma del hombre. raciones y nuestra intimidad se funde so- Pero el dedo del artista un ha podido desbre el mismo bloque incompleto con la pegar estas criaturas de su cárcel de madel artista egregio. Así, en los impresio- teria obtusa y han quedado trágicamente nismos pictóricos, los poros dejados entre aprisionadas en sus ansias de forma. Es ¡as pinceladas permiten que por allí pue- tos simulacros a medio concretar se excomo el monumento a Juda filtrarse el espíritu del contemplador. ponen así, no la desesperación de Miguel lio II, Nos suscitan estas reflexiones la vista Ángel, sino a que arrastró toda su de una rara escultura griega, de reciente sadumbre de esta Tragedia vidalala pede tumpublicación. Es un maravilloso Hermes, ba Debían de efigiar esclavos sostenienático del siglo IV a. de J. C, con el már- do la gloria del Papa. Y nunca el arte ha mol melado solo esculpido en algunos conseguido representar unas formas tan trozos. Fluyen las líneas de este cuerpo abrumadas, unos cuerpos tan encadenaolímpico con blandura praxiteliana, se dos a la servidumbre de un destino plássuceden los planos con una suavidad: en tico que sume sus espaldas en el anonila que colaboran las brisas jónicas con mato de la tierra. Sólo los dos esclavos las manos del hombre y toda severidad del Museo del Louvre- -las dos estatuas religiosa de era de esos dioses que ya no más bellas de todo el occidente cristiano- -viven en la coacien cia de los hombres, se desgajaron exentos, bañados sus cuersino en el mito y en el arte. Pero es aho- pos intachables de una mortal melancolía. Pero estas estatuas inacabadas parecen ra, precisamente, cuando la belleza se debatirse en las brumas de una voluntad convierte en meta del artista y todas Jas Q Miguel Ángel. Estatua inacabada para la tumba de Julio II. Museo Nacional Florencia. Hermes Estatua inacabada. C o l e c c i ó n H. Clifford Smith. (Fotos V. Muro. de forma que no logra desembarazarse de la terca materia. Agoniosamente quieren escapar de ese magma que sumerge sus perfiles y enturbia toda vocación personal. Y estos titánicos anhelos quedan expresados con mucho mayor vigor gracias a esos trozos opacos que se inmiscuyen entre los relieves apolíneos y son extirpados por la imaginación del contemplador. Como montanas, así abruman los hombros estas protuberancias pétreas. Y un fuerte pesimismo se exhala de estos bloques en los que se plasma por un destino casual un episodio de la lucha de la luz con las tinieblas. J JOSÉ CAMÓN A Z N R

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