Archivo ABC
ArchivoHemeroteca
ABC MADRID 22-09-1946 página 9
ABC MADRID 22-09-1946 página 9
Ir a detalle de periódico

ABC MADRID 22-09-1946 página 9

  • EdiciónABC, MADRID
  • Página9
Más información

Descripción

3 SL. UN SALÓN E STOY en mi salón isabelino, auténtico, no adquirido en fragmentos en el Rastro, un. salón que se encardo todo entero hace un siglo, y que hoy tiene esa pátina de los buenos cuadros, en los que tanto como el pintor ha rabajado el tiempo. El tiempo es un gran artista, y cuando se decide a que un objeto- sea antiguo, le embellece de una manera penetrante. Así, el tiempo, las cosas que le interesan las hace antiguas, y las que no le interesan las hace viejas. Es importante ésta diferencia entre lo viejo y lo antiguo. Y, la suprema definición de es, ta diferencia, la hace la pátina. Pues biej) este salón sabrevive íntegro, en una casa en la que no habita sino una señora, también antigua, que guarda como reliquias tod s estas cosas, y que, en cierto modo, no vive con ellas, sino como viven cerc de las obras de arfe, los conservadores de Museos. IJste salón se ha abierto hoy para mí, y la luz está tan poco acostumbrada a resbalar por las alfombras, los damascos y lasjcaobas, que ha penetrado tímidameri te por un balcón entreabierto, detrás del cu l acechaban, anticipadamente, unos orcjs otoñales. El estío muere así, con la elegancia de sentirse un poco otoño. A. que huele este salón? Es un olor un poco extraño, olor de flores disecadas, huele a pasado. Huele, más concretamente, a siglo XIX. Un siglo es una buena medida del pasado, porque lo más lejano, aun, eji el supuesto de que existiese íntegro, ha perdido su olor. Y con el olor, me penetra un silencio también del siglo XIX. Estp es curioso, porque el ¡sigl Xt? u un siglo muy ruidoso, y de él no nos queda ya sino silencio. Ese vago clamor qye rasga el viento, dijo Zorrilla, pues bieji, aquí, en este salón, en esta apacible tarde de septiembre, se ha refugiado este vago clamor. La alfombra de bagüeta, tiene paja debajo, y, quizá, la esterilla de paja, que se reservaba para el verano, y así mis pasos son mullidos y ledos. Un retrato femenino de Madrazo, un retrato de niño de Ksquível, un retrato de caballero, quizá 3 e ministro, de Llanos... y las cornucopias doradas están tan altas, que, en ellos, no puede mirarse otra cosa sino el aire. Así como esos espejos de las iglesias, que fyigen ciclos diminutos, con las nubes de incienso. Este reloj de bronce, sobre la chimenea de mármol, está parado a las siete y media. No existe una imagen tan patética como la de un viejo reloj parado. líe ahí una incógnita impenetrable. He sfhí una frontera del tiehipo. Sobre una consola, hay una guía de forasteros de año de 1861. Magnífica encuademación de piel roja, con las doradas armas de España, y, en la primera página, un retrato de Isabel II, con esa silueta maciza y carnosa, tan de la época, que es una representación tan evidente, del llamado casticismo. Dentro de este libro, nombres, muchos nombres ilustres, la mayor parte de ellos totalmente olvidados. Aquí están al frente de los generales, por ejemplo, Espartero, y al frente de los literatos Martínez de la Rosa, y, junto a ellos, nombres de los que ntonces se hablaría mucho, y de los que hoy no se habla absolutamente nada. Mas aquí, en este salón, los nombres adquieren upa calidad de cosa viva, diríase que. en este recinto tienen un eco. Y, junto al libro, Un álbum de retratos. Penetra la dueña de la casa como una soirfbra leve, y se aproxima a mí con una sonrisa que, también es isabelina. Ella alcanzó de niña el esplendor de este salón; y ella trae el recuerdo de toda uña urbanidad que corresponde a las curvas de estos muebles y a la suavidad de estos damascos. ¿Quienes son estas, gentes pregunto. Y ella va pasando las hojas de este álbum y nie va diciendo todos los nombres. Á todos los conoció, v todos, todos han muerto. Hay en este álbum reyes, altas dignidades, toreros y tenores. Y hay muchos ertratos familiares, todos en traje de ceremonia, apoyado él codo en tm velador o en una balaustrada, y melenas en trova, y encajes flotantes sobre deseomuchos retratos familiares, todos en traniendo leve recato a los hombres desnudos. ¿Y esta belleza de mujer, esta belleza extraordinaria? Mi vieija amiga vacila. Es el único retrato del álbum- que no puede identificar. Un siglo es poca cosa, y, sin embargo, qué lejos de nosotros está este siglo. La moda quiere hacerle volver, y recoge, como después de un naufragio, sus restos. Pero íntegramente, con todas sus esencias intactas, no podemos percibirle sino en un salón como éste, un salón olvidado, en el que el tiempo, aquel tiempo, hizo una pausa a las siete y media en punto de un día desconocido, no sabemos si de la mañana o de la teirde. FRANCISCO DE COSSIO (Foto V. Muro.

Te puede interesar

Copyright (c) DIARIO ABC S.L, Madrid, 2009. Queda prohibida la reproducción, distribución, puesta a disposición, comunicación pública y utilización, total o parcial, de los contenidos de esta web, en cualquier forma o modalidad, sin previa, expresa y escrita autorización, incluyendo, en particular, su mera reproducción y/o puesta a disposición como resúmenes, reseñas o revistas de prensa con fines comerciales o directa o indirectamente lucrativos, a la que se manifiesta oposición expresa, a salvo del uso de los productos que se contrate de acuerdo con las condiciones existentes.