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ABC MADRID 22-09-1946 página 3
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ABC MADRID 22-09-1946 página 3

  • EdiciónABC, MADRID
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MADRID DÍA 22 DE SEPTBRE. DE 1946. NUMERO SUELTO 60 C E N T S 10 SOBRE UNA PAGINA DE AMOR o todo ha de ser en la p rosaj árabe metáfo. ra. s raras, rimas internas o malabarismos retóricas incomprensibles para el lector occidental. Hay también obras que se acomodan a nuestro gusto, y en primera lila, el famoso Collar de la paloma de Ben Hazm de Córdoba. Contiene esta obra- -cuya traducción española ttngo ultimada y a punto de publicación hace mucho tiempo- -una historia que ha sido llamada con. razón la más bella página de amor de la literatura arábigoandaluza Se chafa en cuanto se la toca o se la traduce; pero, con todo, me atreveré a dar una idea de su ambiente. Estamos en la Córdoba omeya del siglo x, un viernes, después de la oración pública, por los alrededores de la Bab al- Attarín, o Puerta de los Drogueros. Pasea por allí un poeta elegante y un tantico calavera, una especie de. Don Juan moro, al cyue llaman en romance Abu Chenís (es decir, Abu Ceniza) y, en traducción árabe, Ramadí Ceniciento Y ronda el lugar porque, claro es, sabe que aquel es el sitio de reunión de las mujeres. De pronto, su olfato de cazader amoroso le mueve a seguir una deliciosa sombra blanca (la historia figura dentro del libro, que es un manual de amor, como ejemplo en el capítulo de! flechazo Y la deliciosa sombra pasa el puente sobre el Guadalquivir, en dirección al arrabal, y se pone a pasear entre los melancólicos jardines que se abren entre las tumbas reales. No hay gente. La muchacha, inquieta pc, r verse perseguida, se lo reprocha a su galanteador. La fatal declaración de amor es eludida con una incomparable dulzura. Sin embargo, para escapar, la gacelita tiene que soltar algunas prendas: que es esclava ¿de quién? qu- se llama Jálwa (es decir, Soledad; curiosa constancia de un nombre español) y una vaga promesa de cita semanal a la misma hora. Con eso se aleja, volviendo la cabeza, cruza otra vez el puente, y se pierde entre la multitud. El poeta confiesa oue no volvió a verla, pero que sigue por ella con el corazón como un ascua. Y el auter del libro concluye, como al desgaire que Ramadí- -más tarde y después de un viaje a Zaragoza- -tuvo noticias suyas; pero que es una historia muy larga El demonio de la erudición, que todo lo añasca, ha hecho a los investigadores encontrar o ra versión de la anécdeta en el diccionario biográfico de Dábbí. La redacción nueva, bastante análoga a la anterior en sus líneas generales, procede también oralmente de Ben Hazm, el mismo autor del Collar de la paloma: pero ¡naturalmente ha pasado después por las plumas de dos escritores mediocres. ¡Qué desilusión! El prético encuentro, que ha podido ser comparado- -diremos cuie con alguna exageración para que no se enfaden del lodo los señores dantistas- -al del florcntín y Beatriz en la Vita Nova, queda convertido en una histeria prosaica y vulgar, con su contera de cinismo. Baste decir que, entre los detalles de que el poeta se entera en el coloquio con la esclava, figura aquí el precio de ésta, que eran trescientas monedas de oro, y que en el antes vagamente, aludido viaje de Ramadí a Zaragoza, el gob- ernado. r de esta ciudad se Ks dio para que pudiese comprarla. Y peo. r es el final. Dice en él Ramadí que, estando un día en cierta aasa, -euycWdueno 4 h. ab. ta ¿salido mpmeiitánía mente del sa ón, se a zó una cortina y apareció Tahva, Pero como Dios ú Alte- -concluye- -había borrado ya su amor de mi corazón, me levanté al punto, pretexté aníe el dueño de la casa una ocupación súbita, y me marché. Al poner en parangón las dos redacciones, es posible que me haya dejado llevar oscuramente de mi oficio erudito, para aguar la fiesta. Conscientemente mi propósito era sólo sacar una lección de la técnica de escribir. En ambas el relato es el mismo, idénticos sus elementos, y la gradación y el orden similares. Pero ¡que diferencia entre una y otra! Hay que apreciar en la primera esos pequeños ápices, esas delicadas minucias, esos exquisitos primores o microscópicas variantes en que consiste el buen arte literario (como, por otra parte, todos los demás) Y es que la primera le escribió personalmente Ben Hazm. y en la intervención de una pluma genial está todo el quid de la literatura. Esa pluma genial obtuvo, además, el máximo efecto de su historia; podándola de mano maestra en el momento Oportuno. Es el recurso retórico que Mcnéndez Pida! al estudiar el Romancero, lia llamado el fragmentarismo ¿Recordáis los últimos versos del romance del Infante Arnaldos en la versión corriente? Yo no digo mi canción, sino a cjuien conmigo va. j DIARIO ILUS T R, D O DE I N F O RM A CI 0 N G E N E R AL las, legumbres y para las hortalizas. que hay; p atos en tecnicolor. O, al menos, pistos hechos para la publicidad. En efecto: no existe revista importante que no desarrolle a travéá de sus páginas, una teorí a completa del menú. Todo se anuncia: los nabos, las zanahorias y los guisantes. Claro está, también iodo íe compra a lo largo de la inmensidad, ele los Estados Unidos. Así la comida se unifica. Es inexacto, a despecho de tal unidad, que el helado de vainilla se distribuya, por medio de. tuberías municipales como el gas, según insinúan algunos inadaptados, a los que su profusión molesta. Es inexacto, igualmente, que los menús de los hoteles se impriman en Kan; as City y se repartan por vía aérea a- os cuatro puntos cardinales, conforme murmuran ciertos glotones, tenaces y rebeldes; pero la verdad es, que, dadas sus semejanzas, lo parece. Da lo mismo sentarse en un restaurante medio de Nueva York que hacerlo en uno de Los Angeles, entrar en un automático de Hollywood o en uno de Downtonwn. Nada importa la distancia: la lista de platos es la misma; la técnica que los preparó, igual; los precio; iguales también. En nada difieren, como no difiere del uno al otro confín del mundo la tabla de multiplicar. Solo a cargo de los restaurantes extranjeros corre la diversidad. Los hay, naturalmente, con abundancia: franceses, italianos, españoles, rusos, chinos, suecos... Porque Nueva York, al fin y al cabo, es el nombre genérico ele treinta ciudades diferentes, contenidas en su perímetro y cada uiía sirve a sus habitantes sus platos favoritos, ya que, en definitiva, el paladar conserva a veces por más tiempo que el corazón la carta de su ciudadanía de origen. N La redacción completa, sólo conservada entre los judíos tic Marruecos, cuenta vulgarmente cómo el infante subo a la nave y se reúne a bordo con sus familiares y criados, que lo buscaban, mientras la popularizada hace morir la acción cen los versos citados, en plena tensión poética, cargada de fantástico e inefable misterio. Lo mismo había hecho Bcn Hazm a comienzos del siglo xi, mutilando su relato cuando el corazón del poeLa cocina norteamericana resiste, p- se a ta está más ardiente que un ascua. La fanello. impávida, estoica, las ajenas influentasía- -dice don Ramón, definiendo el procecias. Nsda le saca de su paso, de su impersodimiento- -conduce una situación dramática inalidad, de su pasteurización. Y cou- te, ah, Insta un punto culminante, y allí, en la cie- o sí, que dispone ds algunas de las mate- ma, aletea hacia una lejanía ignota, sin des- rias primas mejores del mundo. Los huevos cender por la pendiente del desenlace. son magnífico; la leche- Ato según declaración jurada que catadores veraces me presEMILIO GARCÍA GÓMEZ tan, no per propio testimonio, lo asevero- -inde i i Henl Acuden io Española. superable; la carne, de primer orden... Sí; la cocina norteamericana necesita su revolución. Hoy, durante la noche- -Frcud explicaría con haría facilidad mi proceso onírico- -he visto claramente, igual que en la i calidad, tn mi pesadilla, a un. grupo de románticos reducía a lo o más grave, sin embargo, de cuanto te: ahacerla. Su tesis seNorteaméricasiguienla manera que lucha acontece en la cocina norteamericana para imponer en todos los punios del g obo (s que no presenta señal ninguna de la democracia como forma de gobierno, ya contrición ni de arrepentimiento. Cuando un que entiende que en ella se encierra el bien plato cualquiera es en aquel medio recusa- general, ese grupo de románticos había lleble por ser too rich, demasiado sabro- gado a la conclusión de que la forma c e traso, ya se comprende que a Lúculo se le tar culinariamente d guisante en aquel gran han cerrado todos los caminos. Infiérese de país era inccmpatible con su felicidad c rrio esto que el cocinero norteamericano ha de puebV ¡Oh. el guisante norteamericano, beprecaverse del riesgo de hacer excesivallo como ningún otro guisante ele la tierra, numente substanciosos los manjares a su pericia trido, de un verde violento y trayente, de encomendados, y esta prevención, anóma- rna casi per. fecla esfericidad, pero ar. cdir. o, la como la que ti tenor tuviera de no dar insípido, abunrido- te... Broadway arriba, las nota; altas, amputará hoy y siempre, de que es la línea militar d. e penetración en Nuela cocina norteamericana sus más naturales va York, subía ese grupo de remánticos, de horizontes. soñadores, de gourmets jspetas y eti rdaguarEs acaso por eso por lo que la sal adquie- dia, en las barcaza; dispuestes; a saltar en Manhathan, apenas las prirrteras refriégaos se re en aquéllas latitudes un valor casi puralibraran con éxito, había un pequeño eje- cimente simbólico. Cada comensal ha de procurar vigilar la suya, y así la condimentación to de marmitones con sus delantales ¡ele baes un quehacer personal, del que diríase, des- talla y sus grandes gorros blancos, en esta entendido al cocinero. Reconozcamos que, ocasión blindados, presididos por im lirillnhj Estado, Maspt, Mi to, del que forinaban en ambjo lo gug. a Ja ¿copina 4 amsjicana parte la 1 Nicol a. ele Juana. Cortés, el Rofalta en salazón- le scora en colorido, Se jo, las Pochclas y otros muchos. y. creería que hay un maquillaje especial para LA R E V O L U C I Ó N DEL G U I S A N T E L

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