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ABC MADRID 17-09-1946 página 3
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ABC MADRID 17-09-1946 página 3

  • EdiciónABC, MADRID
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MADRID DÍA 17 DE SEPTBRE. DE 1946. NUMERO SUELTO 40 CENTS. 2 2 M A L E KA Ja remitida a la una suele entrañar el abandono de la otra. Reailmente cucsta mucho trabajo- arrancar el clavo viejo y oxidado, tenazmente adherido a la madera de la raza, pa. ra hacer entrar el clavo nuevo del Evangelio Proceden muchas de las consideraciones anteriores de un articulo que sobre El problema psicológico de la conversión ha publica Jo en AlissioJHilia Hispánica (número 8) ¡1 padre capuchino Gumersindo de Escalante. No abarca este estudio más que un aspecto central del problema. En el libro de que toa de formar parte se tratará, antes, de la ¿erie aterradora de obstáculos previos al contacto directo con el alma del infiel y, después, seguramente también de las graves dificultades posteriores al poíibls prender de la llama divina en el a nia del converso. líe leído páginas con un interés extraordinario, no sólo como cristiano, sino i. mbién cerno íiKil. sto especialista en el esin- iio una religión y de una cultura ajeii! Me Inn emocionado y me han hecho meditar. Porque ¿comprendernos acaso los simples fieles y prestamos el apoyo que debiéramos a la Rran obra misionera? Sin habla: de los muchos indiferentes, ¿no hay todavía péñoras ingenuas para quienes el r: ¡oblenu de las misiones es sencillo, v consiste fii coleccionar y entregar sellos de Correos y mucho papel de plata? No hay también genle; cultas que ven sólo en les escritos de los misioneros una especie c nlractiva ülu atma de viajes, o, como si dijéramos, una geografía y una etnografía noveladas? El probUina de las misiones es difícil e inmenso. No olvidemos -ue nosotros, mismos fuimos obj: Lo de misión. Si San Pablo viajó de Jciusa én a Roma fue porque, al aparecérscle el Señor, le envió a los gentiles- -nosotros- a abrirles los ojos para que se conviertan de las tinieblas a la luz, y del poder de Satanás a Dics. y cen esto reciban k remisión de sus pecados, y tengan parte en la herencia tic los santos, mediante la fe MI mi (Hechos, xxvi, 18 Y ¿hemos de dejar perder, sin sembrarla, la semilla que recibimos? Conviene que estudios como el del padre Escalante nos recuerden lo dificultoso del empeño. La roca que hay que remover es inmensa, y nuestra palanca, pequeñita. Pero todos debemos hacer alguna fuerza con nuestro apoyo intelectual o moral, con nuestra oración o nuestra limosna. Porque por encuna está Dios, que todo lo puede; ese D k s c -nc hizo a Mnieka llamar qu lo una noche a la puerta d. e la misión de Tuku. D I A R I O IL U s T R A D O) DE íl F 0 RMA C I 0 N G EÑERA L PASANDO HAMBRE... STAMOS pasando hambre. El mundo entero está pasando hambre. Tenemos hambre de una serie de. cesas espirituales y hambre de la otra, de la material, hambre de comida. Y es lo malo que s ¡no satisfacemos antes la primera- -que envenena d espíritu- no mataremos nunca la que depaupera el cuerpo, Y es lo peor que entre una y otra existe una solidaridad, una interdependencia íntima, innegable. Mens sana in corporc sano, dice el famoso aforismo, una y mil veces comprobado. La guerra, el hambre, la peste... El hombre ha. logrado eliminar casi e! iticero de los azotes milenarios. La higiene y la Medicina- -profilaxis y terapéutica- -han logrado mitigar! a virulencia y la terrible fuerza nvasora de las epidemias... La peste tiene mellada, si no embotada del lodo, su guadaña. La guerra, en cambio, ha seguido desencadenando sobre la tierra, cada vez más desoladora, su violencia... Es posible, sin ernba. rgo, que ante la horripilante eficacia de los medios de combate, la guerra se mate. a si misma y que una sencilla operación mental- -acaso no del todo inaccesible a la suprema estolidez humana- -nos demuestre qus un nuevo conflicto armado traería, consigo el apocalíptico fin del mundo... Hoy, por hoy, en todo caso, la verdadera p aga es el hambre... Se ha destruido mucho c; i estos años de guerra... El campo, la tierra, sólo íué campo ele batalla y tierra para enterrar... Las industrias sólo produjeron máquinas destructoras... Con ¡o que costaban las municiones gastadas en un dia, podría haberse hecho la fortuna de muchas familias. Y con la 10 tahdad de Jo empleado en matarse... acaso e hubiera podido vivir. Pero a la inopia, a la escasez, a la carestía naturales ha venido a añadirse la absoluta falta de caridad y ele solidaridad humana de aquellos que, codiciosos de lo poco que queda, lo acaparan y encarecen... Hombres de presa, incapaces del más mínimo sentimiento generoso; siniestros pescadores en todo río revuelto: logreros y explotadores de la miseria y ck la angustia tle la postguerra; bandadas de grajos sobre el inmenso campo de batalla, todavía humeante, que es ahora el mundo... sc. n muchos, son innumerables los desalmados en quienes al salvaje instinto homicida ha sucedido el de un egoísmo más salvaje aún, y desatado el más fiero afán d: J lucí la depredación y la usura... No e le? hable a ellos de bendid. de altruismo, dt equidad, n ¡d; compasión siquiera... Pues en verdad os digo que mientras esto s: a así, mientras en las conciencias no penetre la luz y en los corazones la caridad; mientras haya quien codicie enriquecerse con la miseria de los demás y monopolizar para sí, o para explotarlo, lo que podría, sin su intromisión, alcanzar a muchos... seguiremos muñéndonos 1 de hambre. De hambre de amor y de justicia, Y de hambre de pan. N la misión de Tuku no había habido; todavía ninguna conversión, cuando una noche llamaron quedo a la puer la. A! abrirla el padre Dufontcnv, una somt a se echó a sus pies y pidió el inmediato ibaustismo. Era Makka, tercera esposa do I. engclenge, el amo del pueblo. Había que proceder con pies de plomo, y el misionero Ihizo llamar a los jefes. Quisieron éstos deliaT el asunto para el día, siguiente; pera ¡Malcka- -que les había oído en la selva condenarla a muerte, porque sabían sn propósito de bautizarse- -exigió que s ¡e res olvicrai allí mismo. Y entonces la tribu pronunció Isu orácu o: Llévatela, padre, si quieres: tpero ha de ser al punió. Es una rebelde v va no pertenece a nuestro pueblo. Con el la ba. Malcka, a pie v cardada de su hatillo, siguió al misionero hacia el poblado de Luizolu, que era. cristiano. La despidieron la imprecaciones, de toda su tribu: Vete. vete. IYa no eres nuestra. Tu madre te maldice y la tierra de tu madre reniega tic ti. No se- irás enterrada en la misma tierra (i ic lu m; i -lre. Te comerán les perros y su virnlia jssM á. tu sepultura. Hermoso V tcrrib c símbolo d- la vida, ¡misional es esta Maleka. que camina encorvndn y cegada por las lágrima? en ríos del misionero, entre un vendaval de maldiciones. Va demienta, v. cómo no lia Je irlo r 1 ISe dirige a su eterna salvación. Pero al imismo tiempo va llena de angustia por verse arrancada con violencia de u familia, (repudiada por su pueblo, desgajada, como uno. remita, del tronico inmenso ele los antepasados. Y el misionero, que marclia delante, va también alegre, por haber metido 1 una oveja en su aprisco; pero triste también, porque comparte el dolor humano que una altísima llamada le ha obligado a producir. Y si, al menos, la gracia divina se maniíesíase siempre tan claramente como en la ¡heroica Malcka... Pero esto no pasa todos los días, y muchas veces el misionero machaca con terrible tenacidad en Ir erro f vi o. N o no es fácil cambiar el centro de gra vedad en un alma ni borrar con una espon ¡a los revesados garabatos escritos en! kc tabla del espíritu infiel, pa a escribir luego en ella la Buena Nueva. Empieza por faltar, a causa, de la radical diferencia de culturas, el terreno común indispensable ¡para entrar en discusión. Y si al fin se 1oI gra llegar a ese terreno común, bav que Juchar, no contra un individuo, sino contra toda una cultura nacional, pues lo pueblos infieles suelen ser de ineut; ilid. vd colectiva Iv obran V plcuc; Mi en rebaño, incapaces de EMILIO GARCÍA GCO. lí. Z ¡toda iniciativa personal. Más aún: no hay de la Itcal Academia Eipañola. irme luchar sólo con todos los vives, sino también con todos los difuntos. Los je fea ¡muerto? son los dioses de la nación y no SUBSIDIO FAMILIAR. -El derecho a los subtoleran el sacrilegio de contradecirles. La sidios devengados y no percibidos prescribe tradición es mía muralla de piedra tras de al año de su devengo. Obtenido el visado en Ha cual todo e. rutina el argumento supre- el libro o declaración de familia, corresponde el mo del infiel será negarse por principio a Subsidio desde el mismo día en Que se adquirió todo aquello riño no creverou sus padres. la condición de subsidiado o aumentó el númeL nádase que ca si siempre h. rcl; gió: i s: ro tic bcnríicisrios, sin otro límite que el año de prescripción. identifica crrúncarccnte ooc: la patria, y que E E MANUEL MACHADO de la Real Academia Española. I

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