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ABC MADRID 06-09-1946 página 3
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ABC MADRID 06-09-1946 página 3

  • EdiciónABC, MADRID
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MADRID DÍA 6 DE SEPTBRE. DE 1946. NUMERO SUELTO 40 C E N T S 56 H TORRE DE GOMARES AY ii el Collar de la paloma, de Ben Hazni, de Córdoba, un pasaje famoso. Está describiendo el autor el ¡proceso de sus amores con una deliciosa muchachita esclava, criada en su casa, y pinta cómo coincidieron en cierta fiesta campestre, celebrada en uu cortijo de la campiña cordobesa. Estaban ambos, con ios demás invitados, en un mirador abierto a todos los horizontes. Ben ílazm seguía, constantemente a su amada, y ésta le esquifaba siempre; pero tales persecuciones pasaban inadvertidas entre el tejemaneje de todas las mujeres, que se trasladaban sin tregua, como bolitas de azogue sobre un cristal, de celosía en celosía, para ver desde unas los parajes que no se divisaban desde las otras. La escena es un perpetuo cruce de b ancas sombras desasosegadas por no poder disfrutar a. 1 mismo tiempo de ías delicias de un paisaje circular. DIARIO ILUS T RADO DE IN F O R M AC I O N G E N ER AL da pero basta permanecer unos minutos 1 la torre de Comares paira ver que su gloria ESDE iGarcilaso a Asorín, nos hemos todavía se mueve como un rabo de lagaremocionado! siempre con el hombre tija. que, con la mano en la mejilla, contemLa amplitud de los muros ofreció aquí pla el paso del tiempo desde un balcón. Pu- es anchísimo campo a la implacable fantasía bien, existe un pueblo n España, Pedrazá, decorativa de los yeseros y los alarifes. Soen cuya plaza, entre la iglesia y el Ayunbre el bien regado suelo de los alicatados tamiento, hay un balcón que no corresponde colores han crecido los; altos palos de los de a ninguna estancia, que es, simplemente, letreros cúficos, prtonto. cubiertas por cieliun balcón. Un balcón que tiene ya, más de tos de escudetes y par millares de pinas y tresí siglos de existencia, y que no es el palmas de escayola. Entre los claros de esta complemento de una penumbra interior, que vegetación, que ha hecho amarillear el otose cierra y se abre a voluntad! de un habiño de Ja Historia, surgen otra vez, Simétritante, sino una tribuna abierta a la intemcamente, toa rígidas ramos, o bien esas guirnaldas de flores secas en que desatan perie, que eo da luz a ningún recinto concon perezosa indolencia las elegantes cur- finado y que se ha construido allí en el luvas de las letras nesjíes. Jamás se ha pegado gar más importante del pueblo como loa unas paredes tan profusa enredadera ca- calidad permanente, para un espectador priligráfica. Y todas las inscripciones dicen lo vilegiado. Debajo del balcón, esculpido n piedra, ss halla el nombre del primer promismo, y todas los atauriques trepan iguales, pietario. Quizá haya sido este el único homy todos los arabescos se encaraman idéntibre del mundo que haya sido propietario cos, con la tupida monotonía de los- barrode un balcón, es decir, de una barandilla tes de una jaula. ds hierro, en la que apoyar loa codos, paJaula fue, en efecto, la Torre de Gomara ver s; o sólo los sucesos memorables del res del poderío musulmán que un día volapueblo, sino los hechos más livianos y vulra libre por toda la Península. Aunque sea gares. He aquí un pueblo, con un observacuadrada y no cilindrica, tiene la misma proporción, alta y delgada, y el mismo fino dor permanente, ante el que por fuerza haenrejado de esas gayolas que, en casa de bían de rcmansar. se tqd s los acontecimientos de la ciudad. -j- los cazadores, encierran al gordo perdigón de pico y borceguíes escarlata. Tiene incluEn nuestros días, es este balcón un reso, como bebedero, entre dos masas de arrainaus. o) del tiempo. QuLen ¡quiera respirar yán, la gran alberca del patio, donde unos densamente el pasado, que ss aproxime a este peces encarnados son como lengüecillas que balcón, que no es como los demás balcones, paladean el caramelo de la luz. Y la blanda, porque 110 tiene otra función que la de ver. cúpula de madera de olor, sembrada de esEl absentismo ha ido dejando desierto este trellas blancas- -simulacro de los siete ciepueblo de Pedraza, pueblo noble, con muchas los islámicas- es como esa almohadilla casas de piedra, que se sostienen por un proique evita que el ave encelada, al saltar de digio de equilibrio, y multitud de escudos desesperación, se rompa la cabeza contra heráldicos que pregonan noblezas desapareciel techo. das o errantes. Y de ahí, la tristeza de este El prisionero, antes de morir, rascó lebalcón, que ha contemplado impasible el paso tras con ¡sus uñas en. el yeso de la celda. La de muchas generaciones, y que hoy ve rota grandeza es d- e A á, la gloria es de Alá, la la continuidad de los hombres t, ue le daban permanencia es de Alá, el imperio es de sentido. Es una localidad permanente, sin Alá, el poder es de Alá... ¿Quién reza espectador posible, y su balaustrada de hiehoy aquí a este Alá? La victoria, la asisrro, que ha aligerado el orín, ya no siente la tencia divina y el triunfo 1 brillante para blandura de unos brazos, ni la gravedad de nuestro señor Abu- 1- Hachchach, príncipe de una frente meditativa que se va arrugando, los musulmanes... ¿Quién se acuerda hoy poco a poco, ante el paso del tkmpp. Esta aquí de este Rey? tarde, el espectador no está en el balcón, sino Pero el siglo xix cometió una grave in- en la plaza, y el espectáculo es el balcón misjusticia interpretando estas palabras como mo. He aquí un balcón que no es para ver, una invitación voluptuosa, multiplicando sino para que le vean. Un balcón que no tiene moldes de escayola- -que aquí justificó la poen sus hierros flores, ni tras de sí, celosías, breza y ennobleció el arte- y dando el visillos, ni vidrieras... Un balcón que no nombre de la Alhambra a las cafés cantan- puede emocionarnos con el misterio de la. vida tes y a los teatrillos del mundo. No pueblan interior, porque detrás de él no hay sino un gnomos estas salas, sino sombras de guerre- muro. Es decir, un balcón muerto, y muerto ros que lucharen por un idea Tiene razón a la intemperie, sin que pueda tener ni siquiela noble voz de Ángel Ganivet: Todavía ra el consuelo poético de ser ruina... Mas, 1 hay quien, al visitar k Alhambra, cree sencon todo, nos inspira la máxima nostalgia, tir los halagos y arrullas de la sensualidad, parque este balcón, sin utilidad ninguna para y no- siente la profunda tristeza que emana la vida de hoy, nos ofrece una condensación de un palacio desierto, abandonado de sus del pasado. Sobre él, hombres, acontecimienmoradores, aprisionado en los hilos impal- tos, conmociones, gritos y cánticos, toros pables que teje el espíritu de la destrucción, y fiestas, y también entierros, e s decir, la esa araña invisible cuyas patas son sueños muirte. Pero el balcón por sí mismOj no tiene la virEMILIO GARCÍA GÓMEZ UN BALCÓN H D Siempre recuerdo este texto en la Torre de Gomares, donde me siento solicitado per todas partes. Tan pronto miro hacia la alterca del patio, como me asomo a los balconcillos del fondo, para curiosear, casi a vuelo de pájaro, el Albaicín, como voy a 3o s de la izquierda, para seguir la línea do sutura de la muralla y el bosque, corno a los c e la derecha, para ver si el pájaro del Geareralife sigue posado en su percha verde. ¿Qué más? A veces, mis ojos se alzan para perderse entre las constelaciones de nácar de la cúpula, o quedan fijos en el suelo, siguiendo los dibujos de! cuadro de azulejos que hay en el centro. Cuando observo una cosa, me hostiga la curiosidad por otra; un paisaje pide ser completado por el de enfrente; el gusto de contemplar un panorama queda acibarado por el pesar de no po 1 der gozar al mismo tiempo del opuesto. Seria curioso un gráfico de tudas mis idas y vellidas. Me parece que 11o1- voy a, pudor salir de allí en toda la mañana. ¿Qué Jiay en la torre de Gomares que no fexiste en el resto de la Alhambra? ¿Qué extraño motivo, qne no es íóV la riqueza del horizonte, produce esta inquietud? El mismo salón ñas lo dice en árabe en una de las inscripciones: Soy el corazón del palacio entre todos sus demás miembro? Y, aunque no se opa árabe, se intuye vagamente una cosa así. El ámbito es mas vasto que cu las demás estancias. Las luces de la ciudad entran allí cruzadas, y? c espesan, haciendo de la torre un farol prodigioso. L s ruidos ele la calle penetran en torbellino y Ise dan de cabezadas en lo? muros, cuyo interior convierten en un enorme ca- cabell. lAífcmándose al mirador del centro, hasta donde, por mucho que? hilen, 110 pue den medrar olmos ni cipre. es, s; e advierte que esta! fortaleza cxinr naranja preside, como u palacio de el inmenso 1 beiién blanco que e apiña a sr. s pies. A! los demás ingrediente- que se suponen v? e encuentran cu la Ailnmb -a, viere a unirse aquí uno inesperado y traducido en fr- rma obsesiva: la majestad, l l u cries y bien muertos están les Revés meros de Grana- de la Real Academia Española,

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