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ABC MADRID 14-08-1946 página 6
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ABC MADRID 14-08-1946 página 6

  • EdiciónABC, MADRID
  • Página6
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RUTH, LA ESPIGADORA L tiempo de segar es ya llegado. Bueno es que recordemos él episodio bíblico, que tiene fragancia de campo lleno, y que las aguas antiguas y lejanas traigan la frescura de su piedad a esta tierra cansada y harto seca de nuestro corazón. Ese libro de Ruth, ese poema breve y florecido de gracia, es un oasis en el Antiguo Testamento. Bajo su sombra, como de palmeras fructificadas, brotan los hontanares de la piedad. El barro humano ya quiere ser estrella, y la caridad preludia sus artes de ganancia a lo divino. Por aquel tiempo una sequía pertinaz esquilmaba las pingües tierras galileas. Bethlem, recostada en otro tiempo a la sombra de adelfos y tamarindos, languidecía de sed y de sofoco, como sus mieses y viñedos agostados. En Bethlem moraban Elimelec, que andaba por las sendas rectas del Señor, y su esposa Noemí, la hermosa, con su nombre musical y cadencioso como una flexa gregoriana. El hambre y la necesidad les aventó de los fundos paternos, y partieron para tierras de infidelidad, donde aquel año las mieses y frutales frondeaban su opulencia vegetal. Hicieron alto en Moab, Ja de las mujeres bellas, asidero de tentación y de culpa para los hijos de Israel, cuyas prevaricaciones Dios castigaba hiriéndoles en la cerviz dura y enteriza. En Moab matrimoniaron los dos hijos de Noemí con Oria y Ruth. Pero alcanzada iué la dicha y breve la esperanza, porque en la tierra enemiga de Moab a uno y otro les visitó la muerte cuando se doraban las cosechas. A Noemí, viuda de Elimelec, hasta el aire se le hacía hostil y dolorido; y le asaltó un ansia de retorno a ja tierra de promisión. Iba ya a partir, sin más viático ni compañía que su soledad, cuando Ruth, con palabras conmovidas, le dice: A donde tú fueres, yo te seguiré. Tu pueblo será mi pueblo y tu E Plps será mi Dios, y en la tierra qu a ti tf recibiere, á mf me recibirá también. Dejan la tierra de incircuncisos. Tienen prisa de llegar, y van caminando caminos bajo el azul apretado del cielo, herido sólo por el vuelo limpio de las garzas reales. Los pastores trashumantes les dan de su pan moreno y de la leche de sus rebaños. Cuando dieron vista a Bethlem, un aire de profecía, aromado y alto, que venía de los cedraks del Líbano, les ungió el rostro y avivó la cansada hermosura de Noemí y la fragante juvenilidad de uth. Un judío de ojos nietálicos y corazón mineral las envolvió en la suspicacia de su mirada. ¿No es ésta- -decía- -Noemí, la hermosa, que fue de Elimelec? No me llaméis hermosa- -respondió Noemí- -porque el Señor abrió en mi vida una vena de aguas amargas. Ruth y Noemí conocieron la pobreza y la soledad. Pero llegó el tiempo de la siega y de la recolección. Las cebadas maduras esperaban el rítmico ondular de las hoces fecundas. Si quieres- -dijo Ruth- iré a las mié. ses para recoger las espigas que vayan dejando los segadores. Y allá fue Ruth a las vastas heredades de Booz, varón venerable, de patriarcales barbas y entrañas compasivas. Ruth, recatada y tímida, iba recogiendo las espigas que dejaban otras respigadoras más tempraneras y audaces. Booz reparó en la humildad y hermosura de Ruth, y, alentando su timidez con palabras piadosas, la invitó a que siguiera más de cerca el paso de ios segadores. No te apartes- -la dice- -de mis criados; come, cuando ellos comieren, de su polenta, y bebe, cuando la sed te aflija, del agua fresca de sus odres. Y, acercándose Booz a los segadores, les insinuó al oído que fueran dejando como al desgaire mayor copia de espigas truncadas por aquella parte donde Ruth venía rastrojando. ¡Qué delicada piedad la de Booz y qué arte tan caritativo, que así se supo ingeniar para que de la abundancia de sus mieses recibiera contento la pobreza! La pobreza enriqueció a! a abundancia, y la necesidad bendijo a la prosperidad. Al caer la tarde, Ruth desgranó las espigas acopiadas en sus haldas; y recogió como un efí de grano limpio. Y esto bastó para su alegría. Retornaba con el grano que sustenta el cuerpo y con el consuelo de las palabras oídas para reparación del espíritu. ¡Qué lección! Ahora también es ya llegado 1 tiempo de la siega por las tierras sufridas de Castilla, y por las tierras paniegas de la Mancha, y por las indolentes tierras andaluzas, y por las gruesas tierras extremeñas. Ahora, como entonces, hay también hambres y opulencias; hay también segadores y respigadoras. Pero, ¿no habrá algún Booz que mande a sus jornaleros soltar de propósito y con generosa industria las espigas gruesas de sus gavillas para que las vaya recogiendo alguna Ruth tímida, que lleve consolación y alegría a su hogar desamparado? ¿No habrá quien sepa socorrer con la piedad de Booz, y quien sepa recibir con la elevación de Ruth? Booz y Ruth hallaron gracia delante del Señor porque uno y otro participaren de la abundancia del cielo para dar alegría al corazón. Quien tiene demasiado que se acuerde del que no tiene nada; y el que come con exceso que se acuerde del que no tiene que comer. Y que de las cosechas abundantes sobren espigas, que se convertirán en bendiciones. Ya sé, ya sé que la vida se ha complicado; que sobre la espiga nutricia cargan muchas pesadumbres, porque ha desaparecido la sencillez bucólica de los campos betíilcmitas. Pero la piedad tiene recursos inagotables. Y cuando hay un Booz evangélico, nunca falta una Ruth nazarena, venida de la gentilidad, que hermosee los campos y heredades con la gratitud de su mirada. FÉLIX GARCÍA Agustino,

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