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ABC MADRID 11-08-1946 página 9
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ABC MADRID 11-08-1946 página 9

  • EdiciónABC, MADRID
  • Página9
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EN E L BiDASOA bastián trasladémonos a Behobia; de Behobia pongámonos en una isli, ta del Bidasoa. No pertenece esa isla ni exclusivamente a España, ni exclusivamente a Francia; es de Francia y de España; estando en ella, estamos en un terreno neutral. Se han celebrado en esa isla diferentes reuniones de españoles y franceses a lo largo de los siglos; se llama la isla de los Faisanes, de la Reunión o V AYAMOS a San Sebastián de San Se- Juan de Avila. de la Conferencia. En 659 se reunieron en ese pedazo de tierra el primer ministro de España y el primer ministro de Francia: se trataba de ajustar la paz entre Francia y España: estuvieron los dos ministros conversando cuatro meses; una de las bases de la paz. la, principal, fue el casamiento de una hija de Felipe IV. Rey de España, con Luis XIV, Rey de Francia. Se celebró el casamiento al año siguiente, eir 1660. María Teresa encantó a todos en Francia: era una mujer sencilla, discreta, piadosa. En 1683 murió. V en este punto volvemos a la isla, en el Bidasoa. Bossuet pronunció la oración fúnebre de la Reina. Leída la oración, la imagen que nos formamos de María Teresa no es muy completa: la Reina tenía horas dedicadais a sus devociones: esas horas lo eran de soledad, de recogimiento no podían faltar en la vida de María Teresa, vida de Corte, esos momentos en que la Reina se retiraba de todo y se abstraía en la meditación, rodeada de silencio, en absoluta soledad. La Reina acompañaba constantemente en sus campañas a Luis XIV; era infatigable en esos viajes Y poco más. Y esto es todo. Bossuet habla de la isla, la isla en el Bidasoa. y nos dice, en un apostrofe elocuente: Isla pacifica, en la que se deben terminar las diferencias entre dos grandes imperios, a los oue sirves de límites; isla eternamente memorable por las conferencias de dos grandes ministros; en la que se vio desenvolver la habilidad y todos los secretos de una política diferente; en donde uno e imponía por su lentitud y el otro cobraba ascendiente p o r su pe n e tración Suponemos- -no lo d i c e el orador- -que q u i e n daba tiempo al tiempo, como decimos, era don Luis de Haro. ministro de España, y quien se valía de su penetración era el cardenal Mazzari- no, m i n i s t r o de Francia. i Y no tiene el discurso de Bossuet más interés que éste para nosotros l o s españ o 1 e s? El discurso del orador francés es realmente magnífico lo es con su encanto distinto del que podría ofrecer un orador español. Casi no vemos a la muerta IRUN. -isla de los Faisanes. augusta la adivinamos por m á s que nos diga un crítico, Gustavo Lanson, en su también, un solo rasgo nos hace ver, aun Bossuet que el retrato completo de la que quisiéramos ver más. el carácter de Reina está en esa oración, nosotros! o. -María Teresa. Todo es lento, magnífico y españoles quisiéramos que algo más fie pausado en la oratoria de Bossuet; todo concreción, de plasticidad, de relieve hu- es de una elegancia impecable. Nos senbiera en esa elegía. Y pensamo. en el timos más persuadidos que convencidos escuchando a este orador. Y qué es lo realismo español. Ya hemos escrito la que experimentamos al escuchar a Juan de Avila? De un mundo hemos pasado a otro: aquí todo es directo, concreto, impetuoso. Nos coge el orador y no nos suelta. Con Bossuet estamos a una cierta distancia de las cosas: con Juan de Avila e s t a m o s en apretado contacto con las cosas. No huye Avila de emplear palabra 6 familiares, hasta callejeras, hasta plebeyas pero al usar esas palabras, en el ambiente ardoroso que el orador crea, esas palabras quedan ennoblecidas lo que parecería chabacano en otros oradores, aquí no nos repele. Y a cada momento Juan de Avila está como pugnando con ios oyentes. A los oyentes se dirige a menudo: a los oyentes suele increpar. No creo que me entendéis, las viejecitas. NTo habéis entendido? Pues escuchad... Habla el orador con las ancianas que escuchan su sermón. Y en otra ocasión: ¿Habeísme entendido? Creo que no. Amplía sus explicaciones a continuación. Téngase entendido que el tenia que está tocando el orador es ei mismo- -la Eucaristía- que toca Bossuet en unas magnmeas meditaciones. Concebimos que el orador francés use cíe los recursos que ei español: recursos de que Acabamos ele Bossuet. ver muestras? ¿Y concebiríamos tampoco el uso de esas expresiones triviales ne palabra que convenía y que separa una que hemos hablado? ¡Y qué fuerza y plasliteratura de otra ¿Con qué orador espa- ticidad tienen esas frases vulgares! Oigáñol podremos comparar al orador francés mosle, para fina! Un convite hizo Elipara poder ver qué diferencias existen seo a unos hombres, y el que había de entre una oratoria y otra? Bossuet es de! cocer la olla salió al cam po a coger algusiglo xvn nosotros no podemos citar un nas hierbas p ara echar en ella, y asió áv orador sagrado, verdaderamente grande, unas coloquintidas, y echólas en la olla, sino en el siglo anterior, en el xvi. ¿Po- y cuando fueron a comer de ella, amardrá, por loj tanto, servirnos la compara- gaba mucho, y comienzan a dar voces a ción entre Bossuet y Juan de Avila? Elíseo, diciéndole: ¡Varón, la muerte en Vamos siguiendo la pompa admirable del la oila! A seguida comienza la explanaorador francés, en esta oración fúnebre: ción del ejemplo: ¡Oh. qué claro! ¡Oh, que espiritualmente se nos declara aquí le seguimos también en sus sermones; uno tiene acerca de nuestra Santa Tere- nuestro mal, y la causa de él. y aun también nuestro remedio V sa, que es magnífico. En la oración fúnebre, de cuándo en cuándo, el orador tiene una observación que nos hace meditar, En el Bidasoa meditamos sobre las dipor ejemplo, al hablar de las causas ge- ferencias como diría Bossuet, entre el nerales y de las cosas concretas; en cua- genio de dos naciones. Y si en tiempos tro palabras, con una síntesis poderosa, de Bossuet se trataba de política, ahora establece una filosofía de la historia, que nos contraemos nosotros a la mera liteviene a ser la misma de su Discurso so- ratura. bre la historia universal Y de cuando AZORIN

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