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ABC MADRID 31-07-1946 página 3
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ABC MADRID 31-07-1946 página 3

  • EdiciónABC, MADRID
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MADRID DÍA 31 DE JULIO DE 1 9 4 6 NUMERO SUELTO 40 G E N T S HA SIDO DESCUBIERTA LA BALLENA servados en la bomba atómica submarina probada en Bikini ha sido su enorme poder de destrucción de peces. La ¡bahía castigada apareció, después de la explosión, con la superficie turbia de sus aguas, veteada por brochazos de plata: eran los vientres de millones de peces muertos. Alio ra se ha comprendido del todo la anticipada (sagacidad de ¡as ballenas, que hace tiempo, durante la guerra casi desaparecieron de les mares más transitados. No se las echó mucho ide menos porque la pesca también estaba, suspendida: si aquellos mares eran peligrosos para las ballenas, lo eran también para Jos balleneros... Pero ahora, restablecida la paz en los mares, se ha vuelto a pensar en 3 a ballena, se ha indagado su paradero y, al fin, ha sido descubierta ladinamente refugiada en las zonas árticas y antarticas más cercanas a los polos. Y no ha sido descubierta sencillamente como quien reanuda una vieja amistad. Ha sido descubierta con aires triunfales y nada tranquilizadores para ella. Por, un lado, pairece que la ballena, libre durante varios laños de la sangría de la pesca y apartada tíe sobresaltos bélicos. se lia reproducido con luna fecundidad prodigiosa. Acorralada y ¡hacinada en los niveos palacios polares, no teniendo cosa mejor que hacer, parece que ise dedicó al amor, sin que la apartaran de su ejercicio tan frígidas y castas temperaturas. Ello es que la, ballena ha sido encontrada verdaderamente capitalizada a inte: rés compuesto. Por otro lado, la aguzada imaginación robinsoniana de este hambriento mundo actual ha caído sobre la ballena, la ha racionalizado la ha estudiado química e industrialmente, y parece ser que del estudio ha surgido una nueva ballena sobreestimada- muv superior al mediocre betáceo que despedimos al comenzar la guerra. Resulta que sus carnes se diagnostican como pletórica de riqueza alimenticia, y sus grasas, susceptibles de mil insospechadas utilizaciones industriales. Hay técnico 1 que pronostica a la ballena un inmenso porvenir de verdadero sustitutivo por excelencia, solucionador de gran parte del déficit de los pueblos. Ya se comprenderá que, tras esto, una tremenda movilización se prepara contra la ballena. Barcos, aviones provistos de cañones arponeros, servicios de radio y de t- adar para localizar a los cetáceos, todo se (pone en marcha hacia sus refugios polares. p e pronto, las zonas árticas se han convertido en anchas Sierras Morenas, amparo de esos insospechados contrabandistas; y acaparadores de carne y aceite. Creíamos que se Jiabían refugiado allí por simple y personal defensa. Pero resulta que, además, eran ladronas de artículos de primera necesidad, y se habían echado al polo como sus colegas, tradicionalmcntc, se echan al monte Yo veo con tristeza la paz turbada por esta declaración de guerra al reino polar de los cetáceos. Veo con pena la salida de esta Armada invencible contra ellos. Y no es que yo participe, en absoluto, de la sensibilidad de cualquier solterona protectora de animales. Es que le temo al ritorna vinchor de la Escuadra, trayéndonos unos solomillos y aceites balleneros, declarados perfectos por los químicos. Ea estas grandes horas de crisis, el primer mal, naturalmente, es el hambre; el segundo, son los sustitutivos jamás los sustitutivos sustituyen el aroma de la vida. Los químicos hacen sus escuetas tablas dí vitaminas y proteínas, pero detienen su análisis a la orilla de la salsa y de la condimentación, donde empieza la civilizada superfluidad. Basta leer esa advertencia- agradable al paladar -que ilustra no pocos productos farmacéuticos, para hacerse una idea de lo que puede esperarse d? l paladar científico. Porque ésta es ur. a de tantas ma erias en que lo refinado es lo popular- e insíin- tivo; y lo científico, lo i: -íp: do y en scri- Ninguna urgencia técnica para solucionar la desnutrición humana sustituirá, de verdad, el rito lento con que un huertano de Burriana elabora su paella al aire libre, sobre unas brasas. El vizconde de Chateaubriand, en América, vio a los indios guisar tres tajadas de carne superpuestas, de las cuales las dos superiores eran, luego, tiradas a- los perros, pues sólo tenían por objeto empapar con su jugo a la tercera y definitiva. El rumbo lujoso de este refinamiento fue importado por Chateaubriand a Europa e ilustrado con su nombre. El Chateaubriand fue, con el Parlamento, el librecambio, y la libertad de imprenta, uno de los deliciosos pecados de la sociedad capitalista. Todavía hay arqueólogos de la cocina que piden, en el hotel de lujo, un Chateaubriand. Luego, a la hora de pagar, extraen de sus bolsillos un buen número de billetes, que uno sospecha de origen impuro. Estoy conforme en abominar de esto y hacerme un ánimo ligeramente socialista para esperar el advenimiento del barato y sallador solomillo de ballena. Pero siempre guardaré en mi corazón un rencor oculto para esta Humanidad que, después de tanta balcndronada irreligiosa, se las ha arreglado tan mal como para aumentar la lista de los pecados y generalizar los rigores del ascetismo. JOSÉ MARÍA P E M A N de la Real Academia Española. D I A R I O IL U ST R ADO DE í NF CI R M A G I O N G E ERAL ¡N somos mejores, que ha borrado nuestras culpas un Jordán salutífero, que hemos de renunciar a las vanidades del mundo, que ha de acogernos como a un. alma redimida la humildad y la contrición. El Poverello nos llama sin alardes de literatura. Seamos pobres, humildes, mansos, desprendidos... El conventito de El Pardo nos impulsa a renunciar a todo; al propio nombre, a la riqueza, a la fama, a las tentaciones del orgullo que la muerte ha de borrar. Goza el alma allí dentro la plenitud de su s funciones, desposeída de los bienes. terrenos. E l conventito de El Pardo es un colegio, un Seminario menor, un centro de enseñanza, un plantel de espíritus llenos de fe y abnegación, a los que ha de llegar toda la ciencia de las tradiciones escolares. Los Capuchinos se limitan al nombre de pila, que es la verdad de la onomástica. Han renunciado al linaje y se les designa por la denominación de sus pueblos nativos. Son filósofos y nadie los conoce. Dominan las lenguas sabias y se contentan con enseñarlas a niños de condición modesta que, andando los añes, han de sustituirlos en la. labor docente. Un fraile hebraísta alecciona a los alumnos en el manejo de las Sagradas Escrituras, leídas, para el Antiguo Testamento, en su originales hebreos. Allí se estudia Histeria, Geografía, nociones de- Matemáticas y de Ciencias; la Botánica, auxiliar de los recreos en el campo; la entomología, que les faculta para admirar lo s lepidópteros y demás bestezuelas del Señor. Hay allí ciencia para el entendimiento y ciencia para el amor, porque el amor es la medida, la razón de ser, el móvil primero, la meta y la luz de l r s franciscanos. La Orden Capuchina enseña y trabaja en el amor seráfico, en el que s- e funda la alta, la profunda, la firme especulación científica. Lejos del brillo de las Universidades, en el conventito de El Pardo s e abren las inteligencias a la verdad y se cultivan las mentes fortalecidas per la gracia en el roce familiar y cotidiano ds las grandes obras humanas. ¿No hemos anhelado nunca ser un profesor de Historia o de Filosofía, ignorado de todos, en el cenventito capuchino? El anhelo vale por una oración, por una florecilla silvestre, por uu instinto del alma hacia lo que en su día puede ser penitencia de nuestras maldades. La austeridad recoleta de aquellos mures venerables guarda la manera, la voz viva de Hornero y Cicerón, de Jenofonte y de Tácito, de Esquilo y de Tercncio. En una mañana de invierno, arropados el profesor y los escolares con la ruda estameña color pardo, signo de humildad, mientras el cielo se deshace en llovizna y soplan los cierzos del Guadarrama sobre un paisaje desolado, oímos sonar, en un aula del conventito, las palabras del divino Platón que pone en boca de Sócrates el motivo, los argumentos que abonan la inmortalidad del alma. El profesor capuchino traduce, aclara, comenta el texto platónico. Los jardines de Academos y las márgenes del Iliso se juntan ahora con el tono invernal de E l Pardo. No espera el maestro títulos, Academias, galardones, cruces, fama vocinglera. Le basta, con la labor de su espíritu cultivado, traer almas a Dio s en la integridad del ser que ama, y porque ama quiere conocer en síntesis grandiosa el pensamiento del hombre a través de los siglos desenvuelto. P ARECE ser que uno de los efectos ob- CAPUCHINOS LLÁ, en El Pardo, en un altozano que domina mucha parte de la regia posesión, hay un edificio humilde, simpático. venerable. Su iglesia guarda una joya de la escultura española en madera: un Cristo 3- acente, de, Gregorio Hernández, muy famoso en la historia del arte y aun en la cultura más corriente y superficial de los madrileños y de los españoles. ¿Quién no ha oído hablar del Cristo de El Pardo? La traza arquitectónica de la modesta construcción enamora por su austeridad. Lleva fachada a los cuatro puntos cardinales, y sus piedras, sus contornos, la disposición simétrica de sus ventanucas, el ambiente campesino de que s e halla rodeado el convento, denota ese amor a la pobreza, a la santa pobreza que el Serafín de Asís incorpora, con aliento inmortal y espíritu suave, a la historia áf la civilización, renovando una de las características cristianas. Allí dentro, en la iglesiía de capuchinos, arrodillados frente, al altar, con el Padrenuestro en los labios, y en. -el, pecho la fe oue salva, diríase que A Luis ARAUJO- COSTA

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